Érase una vez en Hollywood, durante una Noche americana, comenzó este Crepúsculo de los dioses, en mitad de una bacanal de excesos de esos que le atribuyen a las estrellas de cine desde tiempo inmemorial, centrando la acción de comienzo de la película en un fiestón memorable que dura en metraje casi media hora.
Porque, hablando precisamente de metraje, las excesivas casi tres horas que dura este autohomenaje al cine, con las luces que en no pocas ocasiones no hacen más que acrecentar las sombras que se proyectan, beben claramente de las tres grandes películas mencionadas salvando las distancias, porque con todo el mérito de la interesante producción que ha escrito y rodado, Damien Chazelle, a pesar de las aclamadas (y sobrevaloradas) Whiplash y La La Land, no es Tarantino, ni Truffaut ni tampoco Wilder.
Nada despectivo, sencillamente es compararse con nombres atemporales del cine, probablemente el mayor error de este proyecto con pretensiones que van más allá de su muy buena manufactura, sus gotas de humor (a veces burdo y vulgar como el envoltorio que choca demasiado con el glamour de la época en la que está ambientada), una banda sonora notable y un reparto que encaja como anillo al dedo con los personajes que encarnan.
La historia pone su foco en Los Ángeles, capital mundial del cine durante los años 20 y 30, y narra una historia de ambición y despiporre gordo, desmelene en tiempos descontrolados, y también una historia bastante más profunda, de cotas de éxito capaces de enajenar y también la posterior caída, pura física, difícil de asumir por aquellas personas que se creyeron ser más que eso.
Se trata de un vistazo a los albores de Hollywood en el crepúsculo del cine mudo y su transición hacia un sonido que acabará en formatos digitales y salas insonorizadas, en musicales, en todo lo que ha evolucionado el mundo del cine, para bien y también para mal, a lo largo de cien años de historia. La nostalgia y, por qué no, también la esperanza son el mensaje de la obra, acompañado y ensombrecido a su vez por completo de un tupido manto de real oscuridad que envuelve el show business desde antes incluso de existir, con seres deplorables que aprovechan las migajas para hacerse ricos a costa del ego de los artistas y la fragilidad derivada del mismo, por regla general, directamente proporcional.
Quien quiera saber de qué va Babylon, nominada por cierto a tres oscars (mejor banda sonora, vestuario y diseño de producción), verá resistirse al ocaso al paradójicamente eterno Brad Pitt, a otra irrupción en la gran pantalla como elefante en cacharrería (nunca mejor dicho, ya lo entenderán cuando vean la película) de Margot Robbie, y toda una lección de cine dentro del cine, a pesar de las ínfulas y el autobombo. Una más que interesante experiencia que podría haber sido mejor con algo de humildad y capacidad de síntesis en la sala de montaje…
Puntuación: 7
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La ficha
Dirección: Damien Chazelle. Año: 2022. País: USA. Duración: 189 min. Género: Drama. Comedia. Años 20. Años 30. Cine dentro del cine.
Intérpretes: Margot Robbie, Brad Pitt, Diego Calva, Jean Smart, Li Jun Li, Jovan Adepo, Tobey Maguire, Max Minghella, Katherine Waterston, Samara Weaving, Eric Roberts, Lukas Haas, P.J. Byrne, Jeff Garlin, Rory Scovel, Damon Gupton, Spike Jonze, Olivia Wilde, Phoebe Tonkin, Ethan Suplee, Jennifer Grant, Chloe Fineman, Olivia Hamilton, Patrick Fugit, Kaia Gerber, Flea. Guion: Damien Chazelle.
Música: Justin Hurwitz.
Fotografía: Linus Sandgren.
Productora: Paramount Pictures, Material Pictures, Marc Platt Productions.
Distribuidora: Paramount Pictures.
Estreno en España: 20 enero 2023.