Por qué está habiendo, cada vez más, un rechazo a las políticas que emanan de la Comisión Europea en un país como España que siempre quiso uncirse al carro europeo, entre otras cosas porque otros nos habían convencido, todo lo falsamente que se quiera, de que éramos distintos? ¿Que nos está pasando con este desapego cada vez mayor acerca de la Unión Europea, de la que antaño nos sentíamos orgullosos por pertenecer a tan selecto club, al que tanto había costado acceder? Aceptamos las reglas del juego, fundamentalmente las fiscales y monetarias e hicimos lo imposible con objeto de adecuarnos a los criterios de gasto, déficit, interés y deuda, los puntales del sistema económico, para lograr un crecimiento sostenible. Existía una ilusión que se está rompiendo a marchas forzadas. El hecho de pertenecer a un club que exige tener unas cuentas saneadas, comprometerse a no tener un déficit escandaloso, un nivel aceptable de endeudamiento, un tipo de interés aceptable y a cambio poder gozar de una moneda estable, a pesar de los grandes sacrificios realizados en el momento de la entrada de los bancos nacionales en el sistema, era aceptado como parte del acervo. Y mientras hemos estado girando sobre estos conceptos, todo ha marchado correctamente, aun cuando algunos economistas, entre los que me incluyo, se hayan echado las manos a la cabeza ante la permisividad en el aumento del gasto público con cargo a la deuda que el BCE ha concedido a todos los países del club.
Los objetivos actuales de deuda y déficit públicos se remontan a 1992, cuando el Tratado de Maastricht fijó los requisitos para acceder a la moneda única y se incorporaron también al Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) que se adoptó en 1997. El límite de deuda pública se fijó en un 60% del PIB, coincidiendo con la media europea en la década de 1990, un objetivo que se creyó que se cumpliría a medio plazo si el tope para el déficit público se fijaba en el 3,0% del PIB, ya que el crecimiento nominal en aquella época rondaba el 5,0%. Es decir el PEC, se aprobó en un contexto de crecimiento económico elevado y bajos niveles de deuda, una situación que dista sobremanera del momento actual, siendo su origen la crisis financiera de 2008 que lo desequilibró y forzó a Bruselas a adoptar un conjunto de propuestas legislativas que no lograron resolver los principales problemas del PEC: su falta de flexibilidad para adaptarse al ciclo económico y a la realidad de cada Estado miembro, su escasa transparencia, su excesiva complejidad y la ausencia de mecanismos que aseguren su cumplimiento, por lo que el remedio fue peor que la enfermedad, ya que estas reformas agravaban los problemas mencionados al introducir nuevos procedimientos presupuestarios y criterios de difícil medición a corto plazo.
La llegada del Covid-19 ha supuesto una quiebra en el sistema económico de la UE que ha suspendido temporalmente el PEC desde marzo de 2020 hasta previsiblemente 2023,y para salir de esta crisis, se ha impulsado un levantamiento del freno del gasto que ha llevado a todos los países a un aumento de la deuda , en nuestro país, cercano al 140 % del PIB y dependiendo del nivel de empleo se podrá reconducir, en nuestro caso muy difícil al tener el mayor índice de paro de la UE, estando ya en discusión la reforma de las reglas fiscales. Por otra parte, el aumento de la inflación debido principalmente al aumento de la energía tan acusado, desembocará a finales de año en una desaceleración del crecimiento llegando al 0% o incluso negativo, es decir, España entrará en recesión.
"Creo que la sociedad ha advertido que la UE no solo no es capaz de solucionar nuestros problemas, al contrario, cada vez nos involucra en mayores problemas"
La Comisión Europea , sin evaluar la respuesta de los ciudadanos europeos a las políticas nacidas fuera de los deseos de la UE, incluidas en determinados foros e incrustados en la denominada Agenda 2030 asociadas al, en modo alguno científicamente comprobado, cambio climático, ha dictado la desaparición de las energías basadas en las materias primas fósiles y la descarbonización. El Pacto Verde Europeo presentado en Diciembre de 2019 exige la descarbonización completa de la economía para 2050, lo que supone un gran cambio en las empresas que utilizan materias primas o energías basadas en los materiales fósiles. El objetivo cero del carbono no puede alcanzarse a cualquier precio, la descarbonización es un objetivo secundario de la sostenibilidad tanto del medio ambiente como de la calidad de vida de los ciudadanos. En otro orden, sin preguntar a nadie la Comisión Europea ha decidido la supresión de los vehículos movidos por gasolina o gas oil en el año 2035 lo que es la certificación de la muerte de uno de los sectores más importantes de las economías desarrolladas como lo es el de la automoción. En España, la industria automotriz y sus sectores asociados suponen más del 10 por ciento del Producto Interior Bruto, lo que da buena cuenta del peso de la producción de automóviles en la economía nacional. La transformación radical de esta industria sin obedecer a patrones derivados del natural desarrollo tecnológico, sino como consecuencia de las imposiciones ideológicas procedentes del poder político, ponen contra las cuerdas a un sector pujante de la economía que tendrá que recurrir a la fabricación de coches eléctricos si quiere sobrevivir. Europa y su política de gobernar con todas estas políticas están ocasionando una verdadera revolución produciendo un descenso en la calidad de vida de los ciudadanos. La atrofia de un Parlamento Europeo,, completamente inservible , el mirar para otro lado de los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE, hace que solo o principalmente ,sea la Comisión Europea, órgano que solo tiene como misión gestionar las directrices emanantes del Consejo, quien se apropie de políticas que no le pertenecen y actúa como si fuera una autocracia , poniendo mala cara, ante Italia por ejemplo, si los votantes no lo hacen en el sentido que desearía la señora Von der Layen. Todo un despropósito. Al haberse construido esta UE sobre los restos de las batallas de dos guerras mundiales y en nuestro caso, además una guerra civil, nadie osa levantar mucho la voz, como ovejas, solo nos refugiamos en el rebaño. Pero esta UE está fracasando.
El hecho de que la UE no haya sido capaz de solucionar el grave problema del aumento del precio de la energía, fundamentalmente porque no ha previsto que esto pudiera ocurrir y su política de descarbonización, de destrucción de centrales térmicas y la implantación a marchas forzadas de las energías renovables, pendientes de los caprichos del viento y del sol ,con unas inversiones extraordinarias que no solucionan el problema de demanda de la energía, sin dar tiempo a solucionar ese problema con las energías existentes provenientes de los fósiles, o la utilización del método del fracking en la obtención de gases y petróleo, que ha sido rechazado, mientras se compra petróleo a los EEUU que han utilizado ese método, o la construcción de nuevas centrales nucleares a marchas forzadas ya que finalmente se decidió que la energía atómica es verde , tan verde como las renovables e infinitamente más eficaz, no deja de ser un fracaso más en toda la maraña de la política energética de la UE que la Comisión Europea con la señora Von der Layen a la cabeza no ha sabido resolver. Naturalmente esto sí llega y rápidamente al bolsillo del ciudadano que ya ha empezado a quejarse y mucho más que lo hará cuando el invierno se vaya aproximando y vea que la energía, antaño si no barata, al menos asumible, ahora está fuera del bolsillo de cualquier “proletario medio”.
Creo que la sociedad ha advertido que la UE no solo no es capaz de solucionar nuestros problemas, al contrario, cada vez nos involucra en mayores problemas. La constatación al rechazo de los combustibles fósiles, la obligatoriedad de la compra de coches eléctricos, la no solución al encarecimiento de la energía, y la dejadez en la política de la inmigración ilegal, está abriendo un foso que no existía cuando solo deseábamos un espacio de libertad personas, bienes y servicios e incluso judicial, con unas reglas aseadas para nuestras finanzas. Por ello, algunos países ya han comenzado a predicar “lo mío primero”. La gira del canciller alemán Scholz a China ha dejado a la UE desconcertada; también ha anunciado, que va a emplear 200.000 millones de euros (5% del PIB) en auxiliar a sus empresas y ciudadanos, lo que ha sido criticado en la Comisión Europea al considerar que puede romper el mercado único y falsear la competencia entre países. En política de inmigración y ante la dejadez de la UE ,la socialdemócrata danesa Frederiksen que gobierna desde 2019,considerando que la inmigración ilegal y los refugiados amenazan la paz nórdica, en 2020 aprobó una ley, no puesta en marcha hasta ahora, que permite trasladar a refugiados a centros de asilo a terceros países, Dinamarca como el Reino Unido, eligió Ruanda , ha negociado con Kosovo el alquiler de una cárcel para trescientos condenados y ha propuesto que los emigrantes que reciban cualquier tipo de ayuda deben prestar servicios a la comunidad. ¿En lugar de la preocupación por el CO2, que hace la UE para regular la inmigración ilegal y atajar sus consecuencias? En nuestro caso, si las autoridades competentes tampoco le dan importancia a este grave problema, Bruselas seguirá pendiente del CO2.Todo ello a pesar del maná procedente de los fondos europeos que podría llegar a solucionar gran parte de los problemas. Pero aquí topamos con la ineficacia del Gobierno de la Nación y con el escaso control, hasta ahora, de la UE. El Gobierno atribuye una importancia capital a los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (Perte) como elemento clave de la dinamización de los fondos europeos Next Generation; de hecho, se le han asignado 33.000 millones de los 140.000 millones que han recibido desde Bruselas en el marco del Plan de Recuperación y Resiliencia, sin embargo, el balance es cuando menos desalentador: hasta el momento solo se han repartido unos 2.500 de los 33.095 millones de euros comprometidos en los 11 proyectos que se han aprobado en el Consejo de Ministros.
El fracaso de la energía en la UE es, en mi opinión el gran fracaso de esta UE y motivo por el cual es necesario reflexionar para no seguir adelante. La agenda 2030 es una agenda en contra de la riqueza de Europa, y ataca todos los frentes de la UE. Hay que reformar la UE y no solamente las normas fiscales que pueden reformarse dentro del marco actual; la Comisión tiene unos poderes que no se le han dado; el Parlamento es un simple decorado sin aportar ningún valor a la sociedad europea; la Justicia europea no es tal cuando acoge a delincuentes fugados de la Justicia española y el país de acogida no lo devuelve e incluso el Parlamento Europeo permite que sigan siendo euro parlamentarios. En esencia la UE no se preocupa de los problemas importantes que aquejan a los ciudadanos, esta UE está siendo perniciosa. Yo, al menos, así no la quiero.