El sur de Europa mantiene a duras penas el difícil papel de ser el agente blindador de toda la inmigración cuyo destino es llegar a este continente. Sus fronteras quedan en evidencia, sus protocolos de actuación nunca son concretados, las inversiones que llegan siempre son insuficientes y terminan siendo distribuidas de manera errática. Ahora la UE anuncia que quiere explicaciones detalladas de lo sucedido el pasado 6 de febrero. Llega tarde, como siempre, pero llega. Llega tarde, como siempre, y cargada de hipocresía.
Claro que debe haber una investigación. De hecho ya se ha puesto en marcha en el propio juzgado, en donde se efectuará la investigación que pueda llevarse a cabo dentro de las competencias del territorio español. Europa, que da mucho dinero a Marruecos, también que tendrá que exigir con el mismo ímpetu una investigación de calidad y exhaustiva sobre lo que sucedió en el lado marroquí. De paso podría preguntar por qué el país vecino se ha negado a sacar del mar los cinco cadáveres que poco a poco, por efecto del oleaje, han ido apareciendo en el Tarajal. Eso es una indignidad, una inmoralidad y una desvergüenza que completa una historia con claroscuros sobre la que no tiene que quedar sombra ni duda alguna. Por el bien de todos.
Europa intenta lavar su imagen y ahora advierte de que pedirá explicaciones a Interior sobre la actuación llevada a cabo “por la Policía fronteriza”, dice. Bien. ¿Pero cuándo Europa se va a preocupar de igual forma de mantener con dignidad el control de la inmigración yendo más allá de blindajes absurdos que no han causado más que muertes?, ¿para cuándo Europa terminará con las muertes que está habiendo en el mar, con el hundimiento de barcazas llenas de hombres, mujeres y niños hacia Lampedusa?, ¿y con las condiciones inhumanas en la que están siendo acogidos dichos inmigrantes?, ¿esto preocupa también a Europa?
El origen de la muerte de estas 14 personas y de las que anteriormente han fallecido en la valla o en el mar es único. Y Europa lo sabe, es el continente incapaz de asumir el gran fracaso que está teniendo su política de inmigración que está causando miles de muertes, muchas de ellas sin quedar registradas porque las tragedias no llegan siquiera a saberse.
Europa fracasa en sus políticas, mientras sigue inyectando inversiones millonarias a gendarmes extranjeros que no respetan los derechos humanos y que, ante sus narices, abandona a personas en el desierto. Pero Europa sigue financiando esas políticas, aunque luego se pregunte que por qué hay concertinas y qué efecto tienen. Europa sigue sin clarificar qué quiere con la inmigración, pero, eso sí, gusta de aparentar de cara a la galería como la maestra que regaña al niño tras sorprenderle copiando en el examen. Europa no tiene vergüenza.