Ayer le envié a un adicto al pseudoperiodismo un artículo de Jorge Moruno que decía entre otras muchas cosas que “la libertad es la libertad que permite poder evadirse, crear e incluso aburrirse gracias a que se disfruta de un tiempo libre seguro y garantizado”.
Una verdad como un templo y de eso pueden hablar y mucho los guardias civiles porque fuimos durante décadas los grandes prisioneros de la democracia.
En ese recuerdo me paré para que hicieran memoria mis compañeros de aquella Guardia Civil de los ochenta. Llegamos a Madrid en ese año y nos encontrábamos una Guardia Civil donde no teníamos días libres y el poco tiempo que disfrutábamos nos lo limitaban. Uno de nuestros compañeros decía “estamos secuestrados” y lo argumentaba con nuestra forma de vida.
Eran catorce horas diarias de servicio, sin día libre a la semana y cuando llegabas a la Comandancia sobre las diez de la noche, te quedaban dos horas para disfrutar, porque los solteros tenían que estar a las doce en los dormitorios, eso sí, los fines de semana te dejaban hasta las dos de la madrugada.
“Los guardias civiles durante muchos años fuimos los grandes reclamadores de libertad. Pedíamos tiempo libre para disfrutarlo en libertad con nuestras familias y amigos. Esa fue una de las primeras reclamaciones de las Asociaciones de Guardias Civiles...”
Los casados no vivían mejor, recuerdo que nuestro amigo Tomás, después de finalizar el servicio a las diez de la noche, tenía que marcharse corriendo para coger el metro. Llegaba a su casa a las doce de la noche y al día siguiente a las seis de la mañana, rumbo al trabajo otra vez. No veía a sus hijos despiertos, era una de sus quejas. Esa era la vida en nuestro primer destino, pero no era muy diferente en cualquier unidad de la Guardia Civil.
Los guardias civiles durante muchos años fuimos los grandes reclamadores de libertad. Pedíamos tiempo libre para disfrutarlo en libertad con nuestras familias y amigos. Esa fueron una de las primeras reclamaciones de las Asociaciones de Guardias Civiles, aquellas donde se perseguían a sus promotores y dirigentes. Tiempos en los que dirigentes y asociados sabían cuáles eran sus reivindicaciones.
Mi querido amigo, ahora adicto al pseudoperiodismo, me dijo al leer el artículo que, el tiempo y la libertad no tienen nada que ver, que no existe ninguna relación. Fue entonces cuando le recordé que la frase “ESTAMOS SECUESTRADOS” era suya, cosa que reconoció con una sonrisa y un “es verdad”.
El tiempo libre es tan importante que la Constitución Española reconoce el derecho al descanso, al tiempo libre, a una jornada laboral razonable y, por tanto, como mandatos Constitucional nuestros representantes tienen la obligación de mejorar las condiciones laborales para que podamos disfrutar de más y mejor tiempo libre. Eso sí, la Constitución no habla de tener buena memoria, pero para eso estamos los amigos y los que sabemos disfrutar y saborear los derechos conquistados y ganamos con el paso del tiempo.
Memoria y tiempo libre.
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