Todo empieza el lunes 12, cuando mi pareja comienza a tener síntomas COVID-19, aunque visto lo visto, ya todo es COVID-19. Aún así, pensamos que no estará contagiada, porque los síntomas eran más parecidos a un simple resfriado.
Al día siguiente, viendo que la cosa iba a peor, decide llamar al número de emergencia e información que proporciona la ciudad (unos máquinas ellos) y le dicen que se encierre y que no se preocupe que a lo largo del día la llamarán. Pasó el día entero y no recibimos ni una llamada.
A la mañana del miércoles, ella se quedó en casa y yo fui a trabajar, ya que hasta el momento no había tenido ningún síntoma. A media mañana le llama un doctor, por llamarlo así, y le vuelve a decir que tenía que estar encerrada y yo también. Mi pareja le pregunta que debemos hacer y le dice que estar encerrados. Nada más. Ni pruebas ni nada. Y que esperemos que nos llamarán. Nadie nos llamó.
Nosotros llamamos a nuestro médico de medicina general y este le receta a mi pareja la PCR porque era la que tenía síntomas. Esa misma noche, comienzo a tener síntomas, sobre todo fiebre alta.
El jueves por la mañana, realizo yo el mismo proceso, y a martes 20 aún no he recibido ni una llamada. A mi pareja le realizaron la prueba el jueves y recibió el resultado el domingo siendo positivo. Ese mismo domingo, tarde-noche, recibió la primera llamada, desde el miércoles, y le preguntó si a mí me realizarán la PCR y le comenta: ‘No se preocupe, nosotros nos encargamos de todo’.
Como todos sabéis, o la mayoría, comienza el rastreo. Mi pareja había tenido contacto con sus padres, hermanas e hijas, y este ‘rastreador’ le comenta igual: ‘No se preocupe, nosotros nos encargamos’. Le recalcamos que tenemos seguro privado y nos vuelve a repetir: ‘No os preocupéis, nosotros nos ponemos en contacto con ellos y ellos nos autorizan a realizar la prueba. Mañana le llamaremos para concretar día y hora de la prueba’. Además, le comentamos que en el trabajo nos solicitan un correo que nos deben proporcionar ellos sobre el aislamiento, ya que hasta ese momento, no teníamos constancia alguna de los días que debíamos estar confinados, sino que por buena voluntad, hemos estado encerrados.
Hasta este momento, nos relajamos porque parece que todo va a mejor, pero llega el lunes y no nos llama nadie. Solo le mandan a mi pareja un correo con su nombre, y que debe estar confinada desde el día 18 (es decir, que desde el día 13 estuvo confinada porque nosotros quisimos, podíamos haber estado paseando por la calle, que nadie nos hubiera dicho nada). Yo no recibo absolutamente nada. Hoy martes, realizan las pruebas a los padres de mi pareja pero a sus hijas se la niegan, aun teniendo síntomas, porque tienen seguro privado. Y en mi caso, sigo esperando desde el martes pasado que alguien me llame.
No sé quién será responsable de todo este funcionamiento nefasto, pero me parece lamentable que después salga el señor Guerrero diciendo que somos los ciudadanos los culpables de la situación que tenemos en nuestra Ciudad.
Espero que cambie de rumbo la pandemia, porque estamos vendidos y sobre todo, porque da miedo a esas personas mayores que viven solas, y que no tienen medios para comunicarse, y se mueren solos.
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