Las obras de reforma del paso fronterizo del Tarajal, que separa Ceuta de Marruecos, avanzan ajenas a una crisis global derivada del coronavirus. El Ministerio de Interior las etiquetó en su día de obras esenciales; unas obras que han aprovechado precisamente el cierre fronterizo para poder avanzar en unas actuaciones que antes se veían imposibles debido a las avalanchas constantes de personas y a la llegada de una Operación Paso del Estrecho congelada.
Ahora todo eso quedó aparcado y de la obra del Tarajal solo preocupa avanzar. Y hacerlo, además, sin obstáculos, sin aglomeraciones de personas, sin tráfico de vehículos. El paso del Tarajal muestra sin vergüenza alguna su esqueleto, asoma desnudo mientras los obreros van retirando las estructuras avejentadas que serán sustituidas por otras. Una vista al estado actual de la obra impacta, compararla con las fotografías que muchos guardan en su memoria resulta chocante. Se ha retirado la estructura superior, el techado oxidado en uno de los puntos más castigados por los temporales. Se aprovechará también para eliminar de esta frontera tercermundista aquellos elementos que se entendían contrarios a un paso digno, que fueron etiquetados de inhumanos como las famosas rejas y tubos. Se quiere transformar el lugar en una frontera del siglo XXI, lo que nunca hasta la fecha ha podido ser.
Se busca transformar el lugar en una frontera del siglo XXI, lo que nunca ha sido
Los trabajos no se van a interrumpir, intentando comer terreno a los plazos que han estado marcados por retrasos. “Es un elemento esencial para la seguridad”, confirmó el Ministerio. Por eso las actuaciones no cesan. No lo hacen en este punto sorteado a diario por más de 30.000 personas y miles de vehículos, ni tampoco en su entorno. Un punto que aprovecha el parón para conseguir una mejora estructural que elimine la concepción de embudo que ha tenido hasta la fecha para garantizar una canalización de personas y vehículos acorde con la que debe ofrecer el vecino país.
La obra de la frontera, la que ha absorbido miles de millones que no han sido más que parcheos, se suma a la efectuada en la carretera y las inmediaciones del paso fronterizo, que hoy por hoy ofrecen una imagen completamente distinta a la que estábamos acostumbrados. Se trata de ampliar un terreno que se había quedado pequeño, ajustándolo a un tránsito que ahora mismo está en el aire; porque nadie, hoy por hoy, acierta a definir qué tipo de frontera tendremos y de qué manera funcionará.
Esas son las incógnitas. ¿Qué Tarajal tendremos?, ¿cómo se coordinará con Marruecos?, ¿qué garantías habrá para convertirlo en un punto ágil? En tiempos de coronavirus, si hay una actuación que no ha cesado y que ha atendido solo a la consecución de los objetivos perfilados, esa es la del Tarajal, la que pretende convertir el pulmón enfermo de Ceuta en un elemento que dé vida y que no termine por asfixiar a la ciudad. Su cierre, decretado primero por Marruecos y seguido por España, ha sido su salvavidas.
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