La quema de hasta 12 vehículos en la plazoleta de Los Rosales esta semana desvela un problema de seguridad gravísimo en Ceuta, que va más allá de una mera acción pueril o vandálica. La venta de droga liderada por dos grupos que se reparten las zonas de Claudio Vázquez, Los Rosales y Poblado de Regulares, unido a los enfrentamientos que surgen entre ambos, dan pie a este tipo de sucesos en donde se quiere dejar claro, a modo de lectura, el daño que puede hacerse en un barrio.
La Jefatura Superior de Policía buscaba calmar a la soliviantada opinión pública con el mensaje del pronto esclarecimiento de los hechos, elevando a “asunto prioritario” la investigación de los mismos. Algunas de estas quemas tienen que ver con asuntos de envergadura mayor, como el tráfico de pastillas y cocaína y el afán por repartirse territorios respondiendo a las peleas y fricciones surgidas entre sus protagonistas con quemas provocadas, impactantes, que se convierten en lectura de lo que son capaces de hacer los integrantes de uno de esos grupos en el territorio supuestamente controlado por otro.
La quema de Los Rosales no fue dirigida contra un vehículo en concreto, fue un afán por hacer daño: el mayor posible. Pero quedan otros episodios que no han trascendido mediáticamente como los enfrentamientos constantes entre quienes distribuyen droga en un punto de la ciudad y los que lo hacen en otro, convirtiendo territorios que antaño controlaba la Policía, como la vieja comisaría de Los Rosales, en zonas desiertas, sin apenas patrullaje de los agentes ante la falta de efectivos y su inadecuada organización que lleva a que durante las noches sea complicado contar con presencia policial más permanente en los barrios donde se están produciendo estos episodios de conflictividad. Palizas, reyertas y enfrentamientos que no se materializan en denuncias concretas, porque tampoco interesa dejar constancia de los mismos en la Policía.
El tráfico de drogas lleva de la mano el manejo de armas y las extorsiones junto a la manipulación de jóvenes y menores para la comisión de los delitos; jóvenes y menores consumidores de pastillas convertidos en una auténtica bomba explosiva con un arma en sus manos. Las nuevas tecnologías no son ajenas a esa exhibición de poder. A las redes de contacto social se traslada la difusión de amenazas mostrando armamento de todo tipo o mensajes con nombre y apellidos.
Las reclamaciones vecinales pidiendo mayor seguridad están, ahora más que nunca, fundamentadas debido al descontrol que se está adueñando de zonas concretas de Ceuta y al miedo creciente entre vecinos de bien por ser víctimas de cualquier incidente.
Y una quema de un coche, siendo grave, no es lo peor que puede suceder dada la peligrosidad exhibida por quienes están retomando el testigo de aquellas épocas de reparto de zonas que sembraron tanta inseguridad. De los años 90 a la actualidad ha habido cambios pero curiosamente se siguen pidiendo las mismas cosas para eliminar los cíclicos problemas.
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