Papel higiénico y bastoncillos para los oídos. Esa era la carga que debía salir de Ceuta a Marruecos con la puesta en marcha de la aduana comercial. Lo que pretendía ‘venderse’ como un hito histórico ha terminado siendo la justificación necesaria, por su fracaso, para que voces autorizadas exijan transparencia en todo lo que tiene que ver con las negociaciones entre España y Marruecos.
Han hablado los empresarios de Ceuta y Melilla, actores principales de ese trasiego comercial. Y lo han hecho con una única voz, rompiendo la tónica seguida hasta la fecha con declaraciones incluso contradictorias u opuestas de sus máximos representantes en las dos ciudades hermanas: Enrique Alcoba siempre enarbolaba un mensaje mucho menos diplomático que el de Arantxa Campos.
El camión que la empresa Vivera facilitó a los Almacenes Bentolila para inaugurar esa expedición comercial ni siquiera se tocó. El vehículo entró precintado por la frontera y regresó sin que esos precintos se hubieran abierto. Marruecos no revisó ni siquiera la carga, a pesar de que toda la tramitación se había hecho según lo marcado. “Ni un fallo había”, aseguran a este periódico.
Fuentes consultadas por El Faro lo tienen claro: “El camión no pasó porque Marruecos ya había decidido desde el minuto uno que no pasaría”. Esos testigos directos de lo ocurrido este pasado 8 de enero lo aseguran convencidos.
La tramitación en la parte española la consideran, de hecho, “impecable”, no había margen de error. En Ceuta se había actuado no con improvisaciones ni a lo loco, muy al contrario, se había preparado todo para que el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, pudiera comparecer esa misma tarde y anunciar la apertura de la aduana comercial en Ceuta y la reapertura en la ciudad hermana de Melilla.
No hubo declaraciones de ese gran logro político -que no lo fue- para inaugurar 2025, ni tampoco hubo camión que llegara a descargar ese papel higiénico y las cajas con bastoncillos de oídos al otro lado de la frontera. Cinco horas estuvo el famoso vehículo que ha copado las portadas de cuantiosos reportajes en el escenario del Tarajal. Por la noche terminó estacionado en el puerto con lo puesto.
A nivel aduanero todo se había efectuado correctamente y conforme a lo que Marruecos había pedido. Tanto fue así que, estando la furgoneta de Almacenes Bentolila preparada para salir esa misma mañana, Marruecos indicó que rechazaban su paso. “Querían un camión y la carga en un solo palé”, explican. “Así se hizo”, puntualizan las mismas fuentes, que han estado implicadas en todo este procedimiento.
Así se dispuso y por eso, precisamente, se tuvo que pedir ayuda a otra empresa y el vehículo con la carga de Almacenes Bentolila cruzó a las 15:00 horas y no a primera de la mañana como sí había ocurrido en Melilla.
Las autoridades de Tetuán dieron el visto bueno y el camión salió del puerto en dirección al Tarajal, mientras la cúpula de la Delegación del Gobierno, con Cristina Pérez a la cabeza, esperaba en la zona junto a miembros de Aduanas, unidades específicas de la Guardia Civil en materia fiscal y responsables de las fuerzas de seguridad.
España estaba preparada, su aduana y personal conocedor de los trámites también. Marruecos, a pesar de no tener especialistas en el control de Bab Sebta ya que nunca ha existido aduana comercial en Ceuta, podía estar perfectamente dirigido desde Rabat en este proceso.
Nada salió como se esperaba en las dos ciudades hermanas, pero con diferencias claras. En Melilla ha existido toda una tormenta dialéctica en torno a la reapertura de su aduana comercial que incluso llevó a que su delegada del Gobierno, Sabrina Moh, tuviera que comparecer, lo que ha terminado por convertir uno de los compromisos no ejecutados de la hoja de ruta entre España y Marruecos en una auténtica guerra política de partidos. Algunos lo tildan de sainete.
En Ceuta no ha sido así. Pérez suscribió un comunicado dirigido a los medios de comunicación que parecía estar provocado por la tempestad de Melilla, pero sin encontrarse con una guerra política a nivel de administraciones ni toparse con un frente abierto con la Ciudad.
Es más. Este lunes, el presidente Juan Vivas se citará con Pérez en el Palacio de la Asamblea para hablar sobre asuntos que afectan directamente a las dos administraciones, entre ellos el de la aduana comercial.
Después, está previsto un encuentro de Vivas con empresarios y cabe, aunque aún no hay agenda oficial convocada, una rueda de prensa con los periodistas.
La forma política en la que se está abordando lo ocurrido el 8-E y todo lo que se ha hablado con anterioridad no tiene nada que ver en espacios fronterizos que buscan el mismo fin: la puesta en marcha de expediciones comerciales y poner claridad en torno al famoso régimen de viajeros.
¿Qué lectura se puede sacar de todo esto? Hay quienes consideran que Marruecos ha demostrado quién es el que tiene la llave; otros, en cambio, mantienen que el ambiente de crispación política vivido no ayuda en nada, más bien entorpece sacar adelante este proyecto.
¿Es tan importante para Ceuta tener esa aduana comercial? En clave política sí. También lo es en clave institucional, pero supone algo más simbólico que de interés económico para una ciudad que vería con buenos ojos la entrada de frutas, verduras, pescado y áridos, así como la recuperación del turista marroquí evitando que se tope con trabas para acceder a Ceuta y, sobre todo, abandonarla con las compras efectuadas sin enfrentarse a decomisos aduaneros.
“Es más importante el reconocimiento implícito de que hay un territorio de otro país soberano al otro lado de la frontera”, indican fuentes de la administración local.
“La aduana comercial no se debe entender como determinante para el futuro económico de Ceuta, pero sí tiene una carga simbólica de peso”, refrendan.
Esa es, de hecho, la tesis que, hasta la fecha, ha mantenido la Ciudad Autónoma de Ceuta, sosteniendo un discurso centrado en la unidad institucional y política en todos los ámbitos y más en situaciones como la ocurrida esta semana.
Es una manera de entender la política opuesta a la que se da en Melilla. A este lado, la administración local defiende sin quiebra ese discurso de “más España y más Europa” que dé la espalda para siempre al porteo y mantenga la imposición del visado Schengen. En Melilla pareciera que las tornas están más dirigidas hacia todo lo contrario.
Hasta el momento el Gobierno de España solo ha reconocido que sigue trabajando en la activación de lo que fue un compromiso entre ambos países y que prepara unas aduanas modernas, alejadas de la que funcionó en Melilla.
La espiral de la aduana comercial puede tener su fin.
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