A César se le truncó la vida el día que ingresó en la cárcel de Tetuán. Tenía por delante el deseo de formar una familia y casarse con su novia Sukaina, quien recurre a El Faro de Ceuta para visibilizar su historia. Planes que quedaron arrinconados tras las rejas de esta prisión, alejada de España y de unos seres queridos que nunca le han dejado de lado. Tras dos años de condena, se le ha comunicado que deberá cumplir otro más si no abona una multa. Y la cantidad no está al alcance de cualquiera: nada menos que un millón.
La aspiración de salir en libertad se truncó de la noche a la mañana para desesperación del protagonista de esta historia y de su familia, que pide ayuda para conseguir la libertad del joven o, al menos, una sanción económica a la que sí puedan hacer frente. Todo lo que están viviendo es una auténtica locura, no ven el día en el que César pueda recuperar su libertad ni saben a qué puerta tocar para encontrar la sensibilidad necesaria en torno a este caso y conseguir que por fin el joven, de 30 años y con una niña de corta edad, pueda regresar a España.
César no tiene nada con lo que hacer frente a ese pago millonario. Solo le tocó en herencia una quinta parte de un garaje que, además, está embargada. Carece de medios económicos para afrontar esa multa de aduana solicitada por Marruecos, a riesgo de tener que permanecer más tiempo privado de libertad tras haber consumido ya su condena.
Su novia, Sukaina, natural de Marruecos, llegó a hacer estos días 800 kilómetros desde el lugar donde vive hasta Tetuán para poder tramitar los papeles y casarse con César, pero no logró ni su meta ni la atención del Consulado.
La historia de este joven se complica por una torpeza, como suele suceder en muchos otros casos en los que españoles terminan en cárceles extranjeras, atrapados en un enredo porque no saben a quién recurrir y las comunicaciones con los consulados no siempre funcionan como debieran.
Cuenta su familia que se fue en una embarcación a Marruecos para buscar a Sukaina. Con él iban otras dos personas más. El joven no podía adentrarse en esas aguas y terminó detenido. Tras dos años en prisión, sin que las gestiones de su familia buscando abogados hayan fructificado, sus seres queridos se aferran a un clavo ardiendo para encontrar una solución que pase por que César salga en libertad.
Visibilizando su historia a través de El Faro de Ceuta confían en que las autoridades marroquíes puedan hacer algo que pase por que el joven pueda abandonar la prisión y casarse con Sukaina para emprender así una nueva vida.
César se quedó huérfano de padre y madre con 5 años. Vivía en Tenerife y su tío se hizo cargo de él, trasladándolo a Madrid. Con la mayoría de edad marcharía a vivir a Málaga en donde, con su primera pareja, tuvo una hija. Ahora su sueño era emprender una vida en común con su novia marroquí, pero se topó con las adversidades que le han terminado llevando a la prisión de Tetuán habitada por más presos españoles y sin poder siquiera solventar los problemas que van sumándose a los que ya tiene.
La familia está desesperada ante una agonía que perdura en el tiempo, solo reclama alguna colaboración para posibilitar que esta historia termine de la mejor forma. Temen que César inicie una huelga de hambre ante la ausencia de futuro y en la peor de las condiciones.
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