Opinión

El Escuadrón Paracaidista del Ejército del Aire en el Salto de Guerra de Hagunía

En este año se han cumplido nada menos que setenta y cuatro años de la creación de la 1ª Bandera de Paracaidistas del Ejército del Aire, unidad que se hallaba encuadrada en la 1ª Legión de Tropas de Aviación. Esta unidad sería el embrión del posteriormente Escuadrón de Paracaidistas del Ejército del Aire.
Sería el 14 de mayo de 1946 cuando se designa para el mando de estos paracaidistas el entonces comandante (fallecido de general) Ramón Salas Larrazábal, el cual, además de ser un magnífico aviador, fue una figura destacada de la historia militar, como persona inmejorable; y de ello puedo dar fe.
El 1er Escuadrón de Paracaidistas
La madrugada del 6 de diciembre de 1957, en el acuartelamiento del Escuadrón Paracaidista del Ejército del Aire, en Alcalá de Henares, se recibe la orden de que el Escuadrón salga a la mayor rapidez para la Base Aérea de Getafe. Allí, en las pistas, aguardaba una fila de aviones ‘Douglas’ y ‘Bristol’ de la compañía Aviaco que habían sido requisados para trasladar junto a los ‘Douglas’ del Ala 35 del Ejército del Aire a Sidi Ifni. En dicho territorio se libraba una guerra, y no una “guerrita”, como algunos ignorantes tratan de hacer ver a la opinión pública.
A las 5 de la madrugada del 7 de diciembre de 1957, con un enorme ruido de motores, despegaban los aviones con el escuadrón al completo, incluyendo su “mascota”, un enorme perro similar al San Bernardo (mastín). En las horas de la tarde de dicho día aterrizaban en el aeródromo de Sidi Ifni, tras varias escalas en la Península.
Apenas habían desembarcado en Sidi Ifni de los aviones, cuando reciben orden del general gobernador Mariano Gómez-Zamalloa, de que una escuadrilla del escuadrón se traslade hasta el Burgadir, a relevar a una compañía de Paracaidistas del Ejército de Tierra. Esta escuadrilla del escuadrón iba al mando del entonces capitán (fallecido de general) José Pérez Ramos.
A la 2ª Escuadrilla del Escuadrón del Ejército del Aire, al mando del capitán Celso Díaz Pérez, se le encomendó la defensa del Campo de Aviación, y los puntos vitales de la plaza, relevando a una unidad del grupo de Tiradores de Ifni. Lo mismo los tiradores que los paracaidistas del Ejército de Tierra estaban al límite, tras cerca de 15 días pegados al terreno soportando constantes ataques de las bandas del Ejército de Liberación Marroquí.
A la 3a Escuadrilla, al mando del capitán Francisco Gefal Gorostegui, se le encomendó la misión de escoltar un convoy hasta Air Buhus’, con el objeto de proteger un pelotón de la VI Bandera de La Legión que no había podido llegar la anterior noche. Este convoy transportaba una radio de campaña, medicinas, camillas, y, a su vez, recogía heridos para transportar a Sidi Ifni, donde debían localizar una sección de Zapadores, la cual, según el mando, no daba señales de vida, ignorando la suerte que podían haber corrido.
En esta misión, los paracaidistas del Ejército del Aire tuvieron un notable éxito, ya que cumplieron los objetivos señalados y pudieron llegar a Sidi Ifni con los heridos y los cadáveres de los legionarios caídos en combate. En este convoy también iban custodiados dos prisioneros que habían sido capturados en el combate de ‘Air Buhus’.
Finalizada esta operación, a la 3ª Sección de la 3ª Escuadrilla se le ordena, a petición del teniente coronel jefe de la columna, Ignacio Crespo del Castillo (hoy general), que procedía de Tag Agra, que dé protección a esta columna, puesto que venía en apuros al haber sufrido varios ataques de las bandas rebeldes del Ejército de Liberación Marroquí. El salto de Hagunía
El Escuadrón Paracaidista, en el poco tiempo que permaneció en Ifni y Sáhara, tuvo una muy brillante actuación, aunque, por desgracia, apenas conocida. De esa incesante y brillante actividad da fe el 1 de febrero de 1958, cuando salen para El Aaiún a las órdenes del general gobernador del Sáhara, José Héctor Vázquez, con el fin de participar en la denominada ‘Operación Eucovillon’, en España ‘Teide’, a las órdenes del teniente coronel jefe del Escuadrón, Mariano Gómez Muñoz (hoy general), el cual se traslada a Fort Trinquet, donde se entrevista con el general gobernador del AOF (África Occidental Francesa).
Con dicho motivo, la 2ª Escuadrilla sale el 8 de febrero a Fort Trinquet. Allí los paracaidistas del Ejército del Aire reciben instrucciones sobre los aviones en los cuales embarcarán y del salto sobre los objetivos previstos. En este caso, los aviones eran los ‘Nord Atlas’ del Ejército del Aire Francés.
Dos días después, el 10 de febrero, realizan desde dichos aviones franceses el salto sobre Smara, donde, una vez en tierra, se enfrentan al enemigo y reciben ayuda de fuerzas francesas, y en cuyo salto y posterior operación resulta lesionado el capitán jefe de la 2ª Escuadrilla, Celso Díaz Pérez. Tras un duro enfrentamiento con el enemigo entre las fuerzas francesas y españolas, consiguen hacer huir al enemigo y momentos después izan la bandera española en el Fuerte de Smara.
El 18 de febrero, cumpliendo órdenes del general gobernador del Sáhara, José Héctor Vázquez, realizan un lanzamiento 133 paracaidistas de este Escuadrón, con su teniente coronel jefe a la cabeza, el hoy general Mariano Gómez Muñoz, con el fin de cortar la retirada al enemigo. En este lanzamiento resultaban lesionados el teniente Francisco López Herrarte, el cabo 1° Enrique Haba Trillan y los paracaidistas José Miranda Bernar, José Moreno Sosa y el entonces capitán capellán (hoy coronel) Eloy Pastor Díaz.
Del riesgo y el constante peligro con que los miembros de este Escuadrón tenían que enfrentarse, nada mejor que el testimonio de sus recuerdos del hoy general Mariano Gómez Muñoz, entonces teniente coronel de dicho Escuadrón, y así dice: “cuando viajaba en un avión francés de reconocimiento sobre la zona de Smara, dicho avión fue atacado desde tierra con fuego de fusilería sobre la parte baja del asiento que yo ocupaba. Al finalizar el vuelo y tomar tierra, en el momento que el mecánico revisaba el avión para reconocer los daños tras el ataque, me entregó el proyectil que milagrosamente quedó alojado en dicho asiento, proyectil que hoy en día conservo como recuerdo, y, además, el mecánico me expresó su felicitación porque por muy poco estuvo a punto de que me hubiese agujereado el cuerpo”.
El heroico comportamiento de este Escuadrón lo reconoció el entonces ministro del Ejército con este telegrama: “quiero resaltar de modo palpable el magnífico comportamiento del Escuadrón, al cual felicito”.
Cuentan participantes del salto de Hagunía que los únicos enemigos que había al llegar a tierra los paracaidistas eran algunas babuchas, chilabas y algún turbante, que pudo ser que estuviesen allí, ya que así aligeraban peso para correr más deprisa al ver a casi 150 paracaidistas que llegaban a tierra.

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