Un patrimonio rico y valioso sobre barro, pergamino o papiro. Esta es la herencia histórica que han conocido este miércoles por la tarde los participantes en un taller de escritura creativa titulado ‘Del barro a la tinta’. El curso, que ha tenido lugar en el Centro Cultural Estación del Ferrocarril de Ceuta, ha acercado a los ceutíes no solo a las formas de escribir del pasado, sino también a detalles cotidianos y humanos que persisten en el tiempo.
Así lo cuenta Diego Martín, de Arqueodidat, el licenciado en Historia, Prehistoria y Arqueología encargado de impartir esta formación.
A pesar de una distancia de miles de años, la escritura, que, afortunadamente, ha pervivido y ha llegado hasta el presente, no solo permite conocer la historia. También aproxima al ciudadano del siglo XXI al lado más humano de las civilizaciones más antiguas y admiradas.
“Nos podemos acercar a cosas triviales o del día a día”, afirma. Uno de estos ejemplos es cómo en una tablilla se relatada que un padre le da a su hijo una manzana con la finalidad de agasajar a su profesor.
Aprender a escribir como las antiguas civilizaciones no es tarea fácil. La formación trata de dar unas nociones básicas y, al mismo tiempo, divulgar de una forma entretenida y didáctica parte de la historia de la humanidad. A pesar de que el curso ha contado con un tiempo limitado, se hizo un repaso de numerosas civilizaciones de las que hemos heredado su legado.
“Desde las primeras escrituras que conocemos del mundo mesopotámico hasta las del egipcio, el fenicio, el griego, el romano e incluso también el del bárbaro, visigodos, hebreos y cristiano”. La idea de esta iniciativa es también “poner en contacto a todas las orillas”, según Martín.
La primera forma de expresión humana comenzó en las cuevas, lo que hoy se conoce como arte rupestre. Sin embargo, la necesidad de escribir surgió mucho después en la civilización mesopotámica. Los primeros escritos de la humanidad eran, en resumidas cuentas, inventarios.