Opinión

Escribas y fariseos increpan al Rabbí

“Vino rojo, una flor blanca y un pellizco de pan con sal. Eso es lo que tenemos. Siéntate con nosotros y come”. Myriam me dio esta frase en hebreo y yo le pedí que me la tradujera, ya que me iba a ser imposible retenerla en mi mente. Me comentó que es el saludo de los judíos a los forasteros, para que se encuentren a gusto entre ellos.
En estos días es difícil un encuentro cordial entre pueblos que allí conviven, hay que dialogar mucho y eso no puede ser, pues el maligno se adentra en el corazón de los hombres y no deja títere con cabeza, ni pie con bolo, que son frases muy antiguas heredadas de la casa familiar. Yo no pierdo la confianza en que esto pueda dar otro giro, depende del talante de los hombres y su grado de sabiduría o torpeza en la resolución de grandes conflictos.
Ella me contó lo que allí se dice hablando de los padecimientos pasados. A los primeros que quisieron cargarse fueron a los intelectuales, querían anular la raza judía, entre otros se lo contó Gretta, que luego se convirtió en la mejor costurera de Beneibrat. Bibi Netanyahud fue a las iglesias cristianas de Bulgaria, para agradecer que hubiesen escondido a los judíos en la última Guerra Mundial. Gracias a su intervención no murió ningún judío.
Me pregunto que si la gente de la calle siempre quiere la paz, por qué los gobernantes juegan con los sentimientos del pueblo llano…
El Maestro continúa con Su discurso ante los Apóstoles.” Cuando lleguéis a la altura espiritual en la que se encuentra Juan, lo comprenderéis bien. Y cuando Yo Me vaya, acordaos que para juzgar una conversión hacia la santidad, deberéis ser muy humildes. El orgullo, la soberbia, no os servirán. La apariencia es hipocresía, y los prodigios son satanismo. ¿Entendido?” Todos callan, asienten, comprenden.
Zelote parece el consejero de los demás, invitándoles a mantener silencio. Han llegado cerca del castillo de Juana (de Cusa), y en el ambiente se expande un agradable olor a rosas, que se ofrecen en grandes cantidades y especies diferentes, mostrando una panorámica hermosísima.
Son valles de gran belleza y paz. Se ven también riachuelos y estanques. Los Apóstoles están extasiados al contemplar toda aquella maravillosa estampa. Felipe pregunta para qué se emplean tantas rosas, y Jesús le responde que hacen esencias muy apreciadas por los romanos. Las mujeres que esperan en la casa, y Marzyam, bajan ligeros al encuentro con el Maestro y los demás.
Ellas se arrodillan ante el Señor, el niño abraza a Pedro, y Jesús les dice: “la paz sea con vosotras, ¿dónde está Mi Madre?” Le indican un lugar entre los rosales, con Elisa, que está muy mejorada.
Jesús recuerda a Juana lo necesario que había sido el estar ella allí, en Judea. A continuación, ofrece Jesús los regalos a Marzyam, que está loco de contento al ver a sus ovejitas Y abraza al Maestro. “Ahora vete con Pedro. Yo voy con Mi Madre”. Jesús ve a María y sale corriendo hacia Ella, como un adolescente. Se abrazan. “Aquí está Elisa”. La mujer se arrodilla y besa la orla del vestido de Jesús. Ya no es la triste mujer de Betsur que no paraba de llorar, ha conseguido un aspecto muy bueno, pues se ha conformado con la realidad que debe vivir.
“Que seas bendito, Maestro mío, ahora y por siempre. Me has devuelto lo que había perdido”.- “La paz aumente en ti, Elisa. Levántate, estoy muy contento de verte”. Ella Le dice que quiere ser una buena discípula: “Nacer a una nueva vida, con esta familia que Tú me das, que yo sea como Noemí, (suegra de Rut la moabita, que se casó con Booz, tuvo un hijo, Obed, abuelo del rey David, de cuya descendencia vendría el Mesías), como dijiste en mi casa de Betsur. Seré nuevamente madre junto con María, si Tu Madre lo permite”.
Jesús se alegra al oírla, la toma de la mano y la lleva para que conozca a todos. Esta es la última etapa, el último descanso para la celebración de Pentecostés en Jerusalem. (Yo quiero ir con el Maestro para hacer el recorrido por la Ciudad Santa). Como Jesús está próximo a la Torre Antonia, muchos que Le han reconocido se acercan a Él.
Jerusalem está llena de peregrinos vestidos con sus mejores galas para la fiesta, pues celebran Pentecostés, una celebración religiosa judía que se conmemora cincuenta días después de la Pascua, en la que los judíos conmemoran el día en que el Señor entregó a Moisés las Tablas de la Ley en el Monte Sinaí. (Para los cristianos esta fiesta celebra la Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles).
Todos se apresuran para llegar al Templo cuanto antes. Gamaliel los ha visto, pero fingió estar distraído. Esteban que iba junto a él, sí los saludó. Los escribas y fariseos al pasar por Su lado, desprecian, amenazan e increpan al Grupo Apostólico. Iscariote no va, está enfermo con fiebre en casa de Juana.
Jesús, Juan y Marzyam van repartiendo limosnas a los mendigos que deambulan por allí. Pasan todos por la Piscina Probática, o de Betsaida, que lleva mucha agua. Explica Jesús que cuando baja el Ángel del Señor, el agua se levanta en veneración y la gente enferma que se mete en la piscina, se cura. “Es una señal de Dios”. Marzyam está atónito, pregunta al Maestro si se puede ver al Ángel.
En esos momentos el agua sube, se mueve y resplandece, por lo que el niño grita:” ¡qué luz! ¡Es el Ángel!”, y se arrodilla para rezar. Un cojo se echa al agua y al punto sale curado. Los que no pudieron echarse, riñen entre ellos.
El Rabbí ve a un paralítico en su camilla, que llora en silencio. Jesús le pregunta y él responde. “Nadie se acuerda de mí, todos se curan menos yo, que llevo treinta y ocho años esperando. ¡Quisiera morirme!” Pero Jesús lo conforta: “Dios te escuchará. ¿Quieres curarte de verdad? Pues levántate, toma tu camilla y camina”. El paralítico se levanta y grita de alegría al verse curado. La gente se voltea con curiosidad para ver lo ocurrido.”¿Eres el Ángel del Señor?”- “Soy más que un ángel. Mi nombre es Piedad. Vete en paz”.
Al tumulto aparecen los guardias del Templo. El hombre se marcha contento con su camilla a cuestas. Jesús se encamina hacia la muralla cuando un grupo de escribas y fariseos van hacia Él con actitud amenazadora, pero los guardias los dispersan. Ellos van al recién curado y le preguntan: ” ¿por qué cargas con eso en sábado, que no es lícito?” El hombre se acobarda, dice que Quien lo curó le dijo:”toma tu camilla y camina”. Pero ellos opinan que sería un demonio, y aunque le preguntan quién era, el recién curado no lo sabe. “Me vio llorar, me habló y me curó.
Se fue con un niño de la mano”. Los sacerdotes se despistan:” ¿Cómo dijiste que se llamaba?”- “Piedad”. Éstos se encolerizan y dicen que eso no es un nombre. Uno de ellos comenta que lo vieron por el Templo con Sus discípulos, aunque no iba con ellos Iscariote. Jesús vuelve a entrar con los Suyos por un pórtico al Templo.
Encuentran a Jonatás, que le da razón de la salud de Judas. Ya está mejor. Dice que Maximino el mayordomo de Lázaro, lo buscaba por el pórtico de Salomón. Jesús se despide del amigo y va al encuentro de Maximino. “Lázaro Te quiere ver, Maestro, para decirte una cosa muy importante”.
Jesús le asegura que en una semana estará en Betania, y luego se dirige al atrio de los hebreos. Pide a todos que oren juntos con Él. Allí está el paralítico curado, que lo saluda con entusiasmo. “Uno que Te conoció dice que eres el Mesías. ¿Es verdad, Señor?”- “Lo soy. Ahora tienes el deber con Dios de emplear tu salud en buenas obras. Estás curado. No peques más, para que Dios no te castigue. Vete en paz”. El hombre pide al Maestro seguir tras Él, aunque sea ya mayor. “No rechazo a nadie. Medítalo y si te decides, ven. Me encontrarás. Que el Señor te ilumine”. Y Jesús se vuelve para la oración. Pero los judíos expiaban y le reprochan al Maestro: “¿Tú quieres que se Te respete como enviado de Dios, si violas el sábado?”
Jesús les explica:” Dios es Mi Padre. Debo cumplir MI Misión. Mi Padre siempre trabaja. Un buen Hijo hace lo que hace Su Padre y Yo he venido a trabajar en la Tierra”. La gente se agolpa y los escribas, fariseos y saduceos gritan escandalizados. “¡Llamad a Gamaliel y a Sadoc!, para que los rabbíes Le demuestren que está equivocado”. Pero Jesús está tranquilo. “¡Llamadlos! Que sepan que Dios es Uno y Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y que el Verbo o Hijo del Pensamiento, ha venido según las Profecías, para salvar a Israel y al mundo del pecado. Yo soy el Verbo, el Mesías predicho. No cometo ningún sacrilegio si al Padre Lo llamo Mi Padre. Hago milagros, así atraigo a las multitudes y las convenzo. Me acusáis de ser un demonio, porque obro prodigios. Pero Belzebú no hace lo que hago Yo”.
La gente da la razón al Maestro, y Él continúa: “Si hago obras de Dios es porque soy Su Hijo y he visto lo que hace el Padre. Soy Uno con Él por los siglos de los siglos. Tenemos igual Naturaleza e igual poder. Todas las cosas que hace el Padre también las hago Yo, porque soy Su Hijo. El Padre Me ama sin medida, como Yo Le amo. Este es un tiempo de gracia sobre la Tierra. Aprovechadlo.
El Padre Me mostrará cosas mayores, para que Yo las haga y quedéis admirados. Su Pensamiento es inagotable. Aún no lo comprendéis, pero Nosotros somos el Amor. Así como el Padre resucita a los muertos y da la vida, Yo, Su Hijo, puedo dar la vida a los que quiera, y también hacer que el espíritu se libere del pecado.
El Padre no juzga a nadie, sino que deja que el Hijo juzgue, pues Él con Su Sacrificio, ha comprado la humanidad para redimirla. El Padre actúa con justicia, para que todos honren al Hijo como honran al Padre.
El Padre no puede separarse del Hijo, si lo separáis, no podéis amar a Dios como se debe amar. Sois culpables de herejía, porque vosotros dais sólo culto al Padre, no considerando a la Trinidad Santísima. A Dios hay que adorarlo en Su plenitud. Quien no honra al Hijo, no honra al Padre que Lo envió por un Pensamiento Perfecto de Amor.
En verdad os digo que quien escucha Mi Palabra, y cree en Quien Me ha enviado, tiene la Vida Eterna y no es amenazado con la condenación, sino que pasa de la muerte a la vida, porque creer en Dios y aceptar Mi Palabra quiere decir infundir en sí mismo la vida que no muere.
Es la hora en que los muertos oirán la Voz del Hijo de Dios en el fondo de su corazón, y vivirán por siempre”.
Un escriba dice que los muertos no oyen nada y que Jesús es un loco. Pero Jesús continúa: “El Cielo te dirá que no sabes nada respecto a Dios. Vuestras palabras lo han materializado todo, no comprendéis las alegorías desde el punto de vista sobrenatural. No os esforzáis en comprender. No creéis ni siquiera en lo que enseñáis, por ello, no podéis luchar contra las fuerzas ocultas. Vuestro espíritu está muerto.
Otros vendrán que aceptarán Mis Palabras en su corazón, y las pondrán en práctica. Mi Palabra es vida. Así como el Padre tiene en Sí la Vida Perfecta, también el Hijo consiguió del Padre la Vida en Sí Perfecta, completa, eterna. Con la vida, el Padre Me dio el poder de juzgar, porque el Hijo del Padre es también el Hijo del Hombre y puede y debe juzgar al hombre.
La primera resurrección es la espiritual, y la llevo a cabo con Mi Palabra. Veréis cosas mayores. Pero en verdad os digo que no hay cosa mayor que la resurrección invisible, pero real, de un espíritu. Llega la hora. Hasta los sepulcros llegará la Voz de Dios, y ellos La escucharán.
Si hicieron el bien, saldrán para ir a la resurrección de la Vida Eterna. Y los que hicieron mal, irán a la resurrección de una condenación eterna. Lo haré todo por voluntad del Padre que está Unido Conmigo.
Yo hablo y juzgo según escucho, y Mi juicio es recto, porque no busco Mi Voluntad, sino la del que Me envió. Yo no estoy separado del Padre, Yo estoy en Él y Él está en Mí, y conozco Su Pensamiento, y Lo traduzco en palabras y acciones. Lo que Yo digo para dar testimonio de Mí Mismo, no puede aceptarlo vuestro espíritu incrédulo, pues sólo queréis ver en Mí a un hombre semejante a vosotros.
Hay también otro que da testimonio de Mí, a quien vosotros veneráis como Gran Profeta. Yo sé que su testimonio es verdadero. Aunque sin embargo, no aceptáis su testimonio porque no se adapta a vuestro pensamiento, que es contrario a Mí. No aceptáis el testimonio del último Profeta de Israel, un hombre justo.
Decís que como es un hombre puede equivocarse. Mandasteis a que preguntasen a Juan (el Bautista) quién era Yo, os dio un testimonio verdadero, pero no lo aceptasteis. Él dijo que Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios. Pero en lo secreto de vuestros corazones pensáis que tanto el Profeta como Cristo están locos y os calláis por miedo a las multitudes. En verdad os digo que era la lámpara que ardía e iluminaba. Pues esta luz se proyectó sobre Mí para daros a conocer al Cristo.
Habéis levantado un muro para no ver al Cristo del Señor. Agradezco que Juan haya dado testimonio de Mí, y también se lo agradece el Padre, por lo que Juan recibirá un gran premio, brillando en el Cielo el primero, por ser fiel a la Verdad, como también otros harán. Pero Yo tengo un Testimonio mayor que el de Juan, y son Mis obras, porque hago las que el Padre Me encomendó que las llevase a cabo, y dan testimonio de que el Padre Me envió dándome todo poder.
Jamás habéis oído Su Voz, ni habéis visto Su Rostro. Yo Lo he visto y Lo estoy viendo; y Lo he oído y Lo estoy oyendo. Vosotros no creéis en que Él Me envió, por tanto, Su Palabra no permanece en vosotros. Si investigáis las Escrituras os daréis cuenta de que Ellas hablan de Mí con exactitud, ¿por qué entonces no os acercáis a Mí para tener la Vida. Yo os lo aclaro: porque rechazáis algo que es contrario a vuestras ideas. Os falta humildad, porque sois incapaces de admitir vuestro error, y no queréis comprobar que estabais equivocados.
No podéis ver ni entender porque estáis llenos de soberbia, y vuestras voces os aturden. No penséis que os hablo así porque quiero que Me glorifiquéis. Yo no busco la gloria de los hombres. Lo que busco y quiero es vuestra salvación eterna. Como Salvador, Mi Gloria es que aumente el número de los salvados. Vosotros no os salvaréis, pues estáis sin Amor, no tenéis en vosotros el Amor completo de Dios. Y no venís al Amor que os habla. No entraréis en el Reino del Amor, allí sois unos desconocidos. El Padre no os conoce, porque no Me conocéis a Mí, que estoy en el Padre, y no Me habéis recibido.
Otros vendrán que os engañarán y confundirán, pues cualquiera que venga en su propio nombre, si dice lo que os agrada, lo recibiréis. No, no sois espíritus de fe. Mendigáis la gloria, pero no buscáis la Gloria de los Cielos que procede de Dios. Os acogéis a las caricias humanas y viciosas de los desgraciados hijos de Adán. Yo no os acusaré al Padre, pero Moisés, en quien esperáis, os echará en cara que no hayáis creído en Mí, porque Moisés escribió de Mí y no Me reconocisteis; (lo leemos en Deuteronomio18,9-22).
Vosotros no creéis en las palabras de Moisés, ¿cómo podéis creer entonces en las Mías, las del Hijo del Hombre, en las que no tenéis fe? Y bien, se trata de vuestras almas, Dios las contempla a la Luz de Mis obras, y compara vuestras acciones con lo que Yo enseño.
Él os juzga. Me voy. Pasará mucho tiempo hasta que Me encontréis, esto es un castigo. Vámonos”.
Muchos están mudos, otros están abiertamente de acuerdo con el Maestro, aunque no se atreven a levantar la voz por miedo a los fariseos. El lugar se queda solitario en pocos minutos. BIBLIOGRAFÍA: Además de los libros que se citan, tomo IV, Poema del Hombre Dios, María Valtorta.

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