“Escapamos del Estado Islámico”

Un grupo de sirios residentes en el CETI pide que se agilicen sus expedientes ya que sus familias esperan su ayuda en los campamentos de refugiados en Turquía.

Para ellos, las explosiones traspasaron la pantalla de la televisión y las sintieron en su piel. Vieron que todo aquello que conocían se desmoronaba a su alrededor. Algunos son testigos directos, no solo de los bombardeos en el asedio a Kobani –ciudad al norte de Siria–, sino de la persecución a la que está sometido su pueblo, el kurdo. “Escapamos del Estado Islámico en Irak y el Levante (ISIS), no había otra opción; era eso o morir”, desveló esta semana un grupo de residentes a las puertas del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Ceuta (CETI). Un conflicto internacional lejano pero que los flujos migratorios se encargan de poner rostro y voz en la ciudad.
“Venimos a España a conseguir un trabajo y mantener así a nuestras familias, a las que tuvimos que dejar en los campamentos de refugiados en Turquía”, expuso el colectivo, compuesto en la actualidad por 13 personas ya que este jueves partieron a la península otro tres sirios kurdos. “Queremos sacar adelante a nuestras familias ya sea con el envío de dinero o intentando traerlas a nuestro lado”, explicaron; “ahora duermen en tiendas de campaña y dependen de la ayuda internacional para comer. Por favor, déjenos marchar”, solicitaron a la Administración General del Estado.
Ahmad Saido, quien llegó al centro del Jaral hace entre 10 y 15 días, abandonó su hogar a toda prisa junto a su mujer y tres hijos, el mayor de siete años y el más pequeño de cuatro. “Todo era confuso: el suelo temblaba, el humo oscurecía las calles y solo oíamos gritos”, revivió este propietario de una carnicería en Kobani, donde cerca del 90 por ciento de la población es kurda, la etnia repartida entre los estados de Turquía, Irak, Irán y Siria.
Tras esta ofensiva, el salvajismo de los yihadistas campó a sus anchas por las villas. “Entraban a las casas y las saqueaban”,  rememoró Mohammad Al Dali con algo más de diez días de estancia en el CETI. “Asesinaban a la gente. A mi vecino le degollaron”, reveló este joven, a quien su familia envió el primero a Turquía para encontrar una vía de fuga a los demás. “Ahora estoy aquí y los míos malviven en los campamentos”, dijo desolado.
A otros, la brutalidad de los terroristas del ISIS les golpeó aún más cerca. “A mi primo le dispararon. Pensamos que íbamos a perderle... Pero consiguió reponerse. Le dejé recuperándose de la herida de bala...”, reconstruyó Mohamed Khalil mientras enseñaba las fotografías del convaleciente en su teléfono móvil. Aunque nunca contrajo matrimonio, tiene cuatro hermanas a su cargo, la mayor de 12 y la menor de tres, ya que su madre falleció hace años.
La violencia marca el relato de estos sirios que, en la inmensa mayoría de los casos, solicitaron protección internacional. Sin embargo, la desdicha del grupo se extiende tanto por la franja norte del país como en el tiempo. En marzo, Ahmad Hussein acudía a la Universidad –“estudiaba Economía”– cuando ISIS detuvo a 140 estudiantes de Kobani. “Estaba en peligro, así que crucé la frontera a Turquía y el camino me trajo hasta Ceuta”, comentó este residente en el CETI que lleva en la ciudad desde mayo. A su lado se encuentra otro compañero Llamaan Dabou, a este lado del Estrecho desde marzo, y con vivencias similares.
A diferencia de sus compañeros, Salah Hlal es natural de otra ciudad siria también en el norte, Raka, la primera en caer en manos de ISIS y que fue proclamada capital del Estado Islámico. Los primos Khaled y Mohamed Mahmud, entre otros, completan este grupo sirios de nacionalidad pero de etnia kurda.
A pesar de los avances logrados en los últimos meses, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) consideró esta semana que se debe agilizar más la tramitación de los expedientes de los solicitantes de asilo así como su traslado a centros especializados en atender refugiados donde cuentan con personal formado y las instalaciones adecuadas. Aunque aún no todos solicitan la protección internacional por temor a quedarse atrapados en la ciudad.

Su primo, herido de bala

Mohamed Khalil “Mi familia aparece en la portada de un diario turco”

Los medios de comunicación turcos se están haciendo eco del éxodo del pueblo kurdo, masacrado en la franja norte de Siria por las fuerzas del Estado Islámico en Irak y el Levante (ISIS), hacia su territorio. Mohamed Khalil, uno de estos residentes en el centro del Jaral, atesora en su teléfono móvil una fotografía en la que, explicó, aparece su familia al cruzar la frontera con Turquía, a la que observa con nostalgia. “Les echo mucho de menos y solo quiero que me autoricen a llegar a la península para que pueda traerlas conmigo”, habló en relación a sus hermanas. En la parte inferior de la imagen, también pueden verse capturas de su primo, convaleciente, tras recibir un disparo de los yihadistas, indicó. 

En las imágenes de los informativos e internet

Ahmad Hussein “Ahora vemos a yihadistas caminando cerca de nuestras casas”

El grupo se declara sorprendido porque, en numerosas ocasiones, se han topado con imágenes de sus calles y los alrededores de sus casas en los informativos y la edición digital de los medios de comunicación. La diferencia es que, en la actualidad, son los milicianos del ISIS quienes caminan entre los edificios ahora derruidos en Kobani. Estos sirios residentes en el CETI no pueden reprimir la condena a la acción armada que les ha desplazado de sus hogares y ha separado a sus familias.