“Es necesario seguir contando con los mayores para no perder la referencia”

{jaimage crop="TC" /}El pasado 26 de marzo, Margarita García Durá, miembro del Consejo Estatal de Personas Mayores, hacía entrega a la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualda, Ana Mato, del borrador del Estatuto de los Mayores. Para entonces, Mato se comprometió públicamente a trasladar estas propuestas a una Ley. Siete meses más tarde la ministra ha presentado un primer borrador, compuesto de diez puntos genéricos que analizamos con el vicepresidente de la Comisión Ejecutiva del Consejo del Mayor de Ceuta, Francisco Infantes.
–¿Qué es y para qué debería servir el Estatuto del Mayor?
–En España no existe una legislación concreta referida al mayor y sus necesidades. Esto nace de unas necesidades que se desarrollan a lo largo del tiempo y de las inquietudes de los propios mayores. Fue el Consejo Estatal de Personas Mayores  quien hizo la propuesta al Ministerio de Sanidad. Y debería convertirse en una herramienta válida en mano de los organismos, para que den respuesta a nuestras necesidades. Pero habrá que esperar para conocer su contenido, la categoría normativa y la dotación presupuestaria con la que nacerá.
–La primera propuesta de borrador del Ministerio de Sanidad se compone de diez puntos... ¿Considera que recogen las necesidades del mayor?
–En general, creo que sí, aunque insisto en que habrá que esperar a que cada uno de estos puntos se concreten durante la redacción del Estatuto.
–Si no le importa, analicemos entonces cada uno de estos puntos. El primero hace referencia a la asistencia sanitaria. ¿Qué debería recoger?
–Creo que sería necesario concretar y desarrollar la especialidad en geriatría, y la gerontología. Las personas, a cierta edad, exigen esa atención especializada, tratados por un equipo multidisciplinar.
–El segundo punto se refiere a la economía...
–En el aspecto puramente monetario, y la seguridad que te da el contar con ingresos mensuales, contamos con el Pacto de Toledo que dirige la gestión de las pensiones. Ahora mismo parece que no hay problemas para pagarlas, sin embargo, dentro de veinte o treinta años los más jóvenes lo tendrán más complicado debido al envejecimiento de la población. Teniendo esto en cuenta, se debería asegurar el futuro a los jubilados y pensionistas con ingresos mínimos y dignos.
–El tercer gran tema son los servicios sociales pero, ¿qué han de ofrecer?
–La Ley de Dependencia creo que habría que mantenerla porque a partir de una determinada edad el mayor necesita ayuda y deja de ser autosuficiente y, por lo tanto, dependiente. Una dependencia que no es total, pero que sí exige de la ayuda de un familiar o de los servicios sociales. Y teniendo en cuenta que cada vez hay más población mayor porque con los avances se ha alargado la vida, la administración deberá destinar cada vez más recursos a atender a los mayores. Es una cuestión preocupante. Por otro lado, se encuentran los servicios sociales relacionados con el ocio y que deberían dirigirse hacia un envejecimiento saludable.
–La cuarta cuestión también es extensa: las relaciones familiares e intergeneracionales.
–Creo que el modelo social que teníamos hace unos años está evolucionando hacia el individualismo, incluso dentro de la familia, por eso hasta no hace mucho los mayores vivían solos. Sin embargo, pienso que la familia es fundamental, debe ser el núcleo de la sociedad. Y la relación de los mayores no sólo debe ceñirse a la familia, sino también al resto de las personas. La relación intergeneracional es básica para crear una sociedad de todas las edades. Tenemos que poner todos de nuestra parte para que exista una sociedad de todas las edades, sin compartimentos estancos dependiendo de la edad que tengas.
–Tampoco hay edad para apostar por el quinto punto, la formación.
–Es una opción muy interesante para la tercera edad. Las nuevas generaciones de mayores presentan un nivel menos alto de analfabetismo, pero no hay que avergonzarse por reconocerlo y hay que alegrarse porque se decidan a formarse o a mejorar sus conocimientos. También es importante acercarse y descubrir las nuevas tecnologías. Y lo mejor de la formación es que socializa al mayor.
–¿Cómo se debería reglar el sexto punto, la actividad laboral posterior a la jubilación?
–Gracias a los avances médicos, sociales y de todo tipo, muchas personas llegan actualmente a los 65 años de edad, es decir, a su jubilación, con unas condiciones de vida envidiables en lo que a la salud se refiere. De esta manera, lo normal es que a partir de entonces aún vivas unos veinte años más. Teniendo todo esto en cuenta, yo apuesto por que una vez superado el plazo oficial de jubilación la decisión sea flexible. Incluso, se podría reorganizar la vida laboral, recortando las horas diarias de trabajo pero aumentando los años. El sistema hay que cambiarlo en beneficio de todos.
–¿Cómo deben participar activamente en la sociedad?
–Nosotros seguimos en la sociedad y podemos aportar mucho. Es necesario seguir contando con los mayores para no perder la referencia. Y los mayores deben evitar el sedentarismo y la soledad. Si solo nos relacionamos con los de nuestra generación, éstos acaban muriendo y te quedas solo. Hay que ser activos.
–El octavo punto hace referencia a la dignidad personal?
–La dignidad es inherente al ser humano y está defendida en las Leyes. Creo que es más cuestión de educación, hay que escuchar más a los abuelos y no ningunearlos.
–Los últimos dos puntos: Igualdad de oportunidades y los mayores en el medio rural.
–Sobre el primero, creo que nos regimos por la Constitución. Y en relación al segundo, desconozco sus necesidades de forma concreta, pero también hay que tenerlas en cuenta.