Sociedad

¿Es ésta mi feria?

Fielmente, en cada suplemento especial de Feria de este diario, llevo publicando desde hace muchísimos años una serie de crónicas retrospectivas de lo que fueron nuestras Fiestas Patronales de otras épocas como puede constatarse en la hemeroteca. Una tradición que, este año, después de una inevitable reflexión, he decidido romper para trasladarme al presente.
Un presente que no es de mi agrado. Conste que me duele opinar así, sea por mi edad provecta, sea por haber revivido mediante toda esa producción periodística tantos momentos imborrables de los festejos de esas otras épocas con su actual perdido esplendor y profundo carisma ceutí, sea porque la nostalgia llegue a cegarme frente a otra realidad que no acierto a ver o admitir. Sea por lo que fuere, me pregunto una y otra vez. ¿Ésta es mi feria?
Cuando hemos podido disponer y gozar de un privilegiado recinto ferial permanente, céntrico, señorial, coqueto y al lado del mar, entiendo que los festejos han ido decayendo paulatinamente con respecto a lo que fueron en otras épocas. Los inolvidables del muelle Dato, de la Puntilla o la Gran Vía.Cómo no recordar con nostalgia aquellas elegantes casetas de mampostería, amplias, señoriales, elegantes y acogedoras como las que pueden verse actualmente en feriales de la otra orilla. Aquellas del Rebellín, Er Contró, Casino Militar, África Ceutí y tantas otras, cada una de ellas en su estilo, amenizadas con las mejores figuras artísticas del momento. O la revolución que significó el cambio del anterior modelo con el traslado a la Gran Vía. Toda una explosión de simpatía, familiaridad y alegría con su auténtica y sentida lluvia de andalucismo que nos cautivó a quienes la conocimos y disfrutamos.
Ambas ferias, incluso las sucesoras, ya en la Marina en sus primeros tiempos, siguieron gozando de esa identidad ceutí y familiaridad que, creo, hemos perdido en gran medida. Tal y como, paulatinamente, le viene sucediendo a la propia ciudad, presa de tantas incertidumbres, cuyas sombras, lejos de desvanecerse, parecen avanzar como una metástasis irreversible.
El ceutí, hoy, pienso que no se identifica con su feria como antaño. Me consta cómo en otras ciudades muchas personas reservan una semana de sus vacaciones para dedicarla exclusivamente a disfrutar de los festejos. Aquí, por el contrario, cada vez son más los que, llegado el 31 de julio, toman el barco y adiós muy buenas.
Salvando las distancias, envidio ferias como la de Algeciras, declarada de “interés turístico andaluz”, y cómo la vive y se identifica con ella su pueblo; la de La Línea, popularmente ‘La Salvaora’, que arranca en el centro para dirigirse luego al Real; la de Málaga con su doble vertiente urbana y la de su extraordinario recinto del Cortijo de Torres… El ceutí, hoy, pienso que no se identifica con su feria como antaño. Me consta cómo en otras ciudades muchas personas reservan una semana de sus vacaciones para dedicarla exclusivamente a disfrutar de los festejos Ferias con sus pregones. ¿Cuántos años llevamos huérfanos de él? ¿Y por qué? Ferias con su solemne pregón y sus elegantes coronaciones de reinas como antaño se hacía en el incomparable marco de San Amaro. Ferias con sus caballos, sus enganches, con sus domingos rocieros en el Real, como también se llegó a hacer aquí. Ferias con vida. De día y de noche, y en cuyas casetas se almuerza, se cena, se convive y se confraterniza con amigos, familiares y conocidos como en ninguna otra celebración del año.
En Ceuta llegamos a tener en una ocasión la que se dio en llamar feria de día en la Gran Vía. La experiencia fue un rotundo un éxito en todos los sentidos. Pero no tuvo continuidad al considerarse, se dijo, que restaba afluencia de público al Real de la Marina. Luego se ha recuperado en alguna que otra ocasión puntual pero fuera, siempre, de las tradicionales fechas agosteñas y como festejo aislado puramente gastronómico.
Y yo me pregunto, si el personal reivindica esa feria de día, por qué no hacerla posible en su marco natural. En ese extraordinario parque ferial dulcificado por la brisa marina, - ¡cuánto darían tantísimas ferias por poder contar con tan privilegiada ubicación! -, y a la que a buen seguro acudiría personal que normalmente no va a la de la noche.
Mi propio caso. Si algo detesto de las ferias es su brutal bombardeo de decibelios. Y eso no lo soporto. Máxime cuando ves que en muchos casos es innecesario llevarlo a niveles desorbitados. Pero qué le vamos a pedir en ese sentido al segundo país más ruidoso del mundo como es el nuestro. No quisiera estar en la piel ni en los oídos de los vecinos de la Marina, pues de este tipo de sufrimientos sólo ellos saben lo que significa. No me extraña que algunos, me cuentan, abandonen la ciudad para ponerse a salvo de tan insoportable estruendo que acaba con la paz y la paciencia de sus hogares.
Si tuviera de quedarme con una feria de las que he visitado, lo haría con la de Fuengirola. La última del año de Andalucía, allá por el Pilar. Precisamente en su extraordinario y polivalente recinto fijo se inspiró, en su día, el que hoy acoge nuestros festejos agosteños y otras actividades el resto del año.
Pero aparte del esplendor, simpatía, comodidad, alegría y solera que tiene ese recinto costasoleño, por cierto, ininterrumpidamente activo de día y de noche durante toda la feria, no puedo por menos que subrayar el especial encanto de sus casetas. Casetas fijas, de mampostería, típicas, artísticas, amplias, elegantes, confortables, con sus respectivos escenarios para sus actuaciones, y preparadas para poder utilizarse en cualquier otro momento.
Y es que no puedo remediarlo. Ellas, cada una en su estilo, inevitablemente me trasladan a aquellas otras de mi juventud en las que por entonces se fundían mayores y jóvenes. Las anteriormente aludidas de nuestro Real del muelle Dato. Qué elegancia y señorío perdidos. Naturalmente que no voy a abogar aquí por su vuelta al actual Real. Para ello habría que buscar otro recinto que difícilmente podría encontrarse y que acertara a mejorar la comodidad, funcionalidad y ubicación del actual. Y más aún. ¿Se imaginan por un momento lo que tardarían en ocupar dichas casetas, una vez concluidos los festejos, y hacer de las suyas en ellas la oleada de inmigrantes ilegales que pululan por esta ciudad que, como decía, va dejando de ser la que era en tantísimos aspectos para tristeza de quienes la habitamos y amamos?
En fin. Traten de ser más positivos que este articulista y disfruten a tope de la feria. Que otras cosas o fiestas podremos perder algún día, pero lo que es esta celebración, a buen seguro que no.

Entradas recientes

El CN Caballa alevín luchará por ser el mejor de Andalucía

El equipo alevín mixto del CN Caballa luchará este domingo por ser el mejor equipo…

01/06/2024

La embarcación 'Ceuta Emociona' gana la 11ª Regata Straitchallenge

Sergio Llorca ha conseguido este sábado su quinto triunfo en la regata de Altura Straitchallenge…

01/06/2024

La alfombra artesanal luce para el Corpus Christi

La Avenida Alcalde Sánchez Prado se ha convertido en un hervidero de trabajo en la…

01/06/2024

Buena segunda jornada en el Nacional de clubes

Los cuatro conjuntos de Ceuta que están compitiendo en las distintas zonas del Campeonato de…

01/06/2024

Marruecos fortalece su defensa con dos zonas destinadas a la industria militar

Marruecos ha aprobado este sábado la creación de dos zonas de industria militar que se…

01/06/2024

Los militares alzan su voz en Madrid: "De medallas y felicitaciones no se come"

Medio centenar de militares se han concentrado este sábado frente al Congreso de los Diputados,…

01/06/2024