Equidistancia. Empezar con esta palabra es abrir una ventana a la simetría, incluso a la geometría o matemática. Es muy probable que tanto ingenieros como arquitectos tengan presente este término durante sus elucubraciones cuando ponen empeño en que el equilibrio en sus obras o construcciones sea un elemento permanente y que empuje hacia lo bello. Pero, ¿podemos aplicar la equidistancia en cuestiones morales, éticas, sociales, o en conflictos? Personalmente creo que no siempre es posible mantenerse en la misma distancia entre dos puntos. “Mojarse”, como popularmente se denomina a tomar partido por una postura u otra, rompiendo esa simetría que implica la equidistancia, no parece que sea bien vista en los tiempos que corren, donde el “bienquedismo” y el “postureo” permanente se confunden con la diplomacia barata.
Me imagino que, después de lo mencionado en el párrafo anterior, podrán intuir cuál es la razón del artículo. Y la razón no es más que romper por mi parte la equidistancia, y posicionarme claramente contra lo que el estado de Israel está cometiendo en la Franja de Gaza y en territorios de Cisjordania donde también se están realizando atrocidades y detenciones masivas tal y como anuncian diferentes medios de comunicación y agencias internacionales.
Evidentemente, habrá quien piense que con esta declaración de intenciones me olvido de los hechos que cometió Hamás, que provocaron la contraofensiva israelí. Por supuesto que no. Lo que realizó Hamás es un acto totalmente condenable y cruel, claro que sí, pero creo que hay que, además de romper con la equidistancia, ser capaz de comprender cada hecho en su contexto histórico y social, lo cual no suspende de responsabilidades a quienes cometen actos violentos. Por tanto, creo que António Guterres, Secretario General de la ONU, acertó en su análisis cuando se refirió al los atentados cometidos por Hamás, los cuales están ligados a unas circunstancias muy concretas que se llama OCUPACIÓN, como actos que “no vienen de la nada”, por mucho que se intente obviar este hecho.
Es muy difícil imaginar las circunstancias de vida del pueblo gazatí. Un pueblo aislado y que vive unas condiciones de hacinamiento terribles, más de 2 millones de habitantes en 365 kilómetros cuadrados; de hecho no es descabellado denominar al enclave como la mayor cárcel al aire libre del mundo. Hay que recordar que, tal y como reflejan informes de organismos internacionales, la tasa de pobreza en Gaza antes de las acciones violentas por parte de Israel era del 65%, y la tasa de desempleo superaba el 45%. A todo esto, añadir los episodios de humillación continua que recibe el pueblo palestino por parte del fuerte y poderoso estado de Israel, auspiciado y siempre apoyado por EE.UU, condicionando totalmente la movilidad y los derechos fundamentales de palestinos. Con estas circunstancias, hablamos de un conflicto enconado en la historia desde hace más de 50 años, ¿qué se puede esperar?
"No podemos mirar para otro lado, no podemos usar eufemismos, no podemos ignorar la verdad, y no podemos dejar de llamar a lo que ocurre en Palestina genocidio. Copiemos la falta de equidistancia y las acciones a favor de Ucrania y actuemos en consecuencia con Palestina"
Hace falta diplomacia de verdad. Diplomacia que ponga las cosas en su sitio y abandone posturas condescendientes con Israel. Hace falta que la comunidad internacional deje de ponerse de perfil y empiece a llamar genocidio a lo que no puede ser llamado de otra manera. Hace falta que Europa, como garante de los derechos y defensor de los principios universales, comience a dejar de temer el poderío del imperialismo americano y le haga frente desde la diplomacia y la ética para que los palestinos, por fin, tengan también su estado reconocido internacionalmente. No podemos permitirnos pasar por alto esta barbarie, porque esto hace del mundo un lugar más hostil e inseguro; si no podemos parar esto, qué garantías tenemos de que esto no vuelva a ocurrir y que seamos entonces las víctimas. Esto será recordado como otros tantos episodios de vergüenza histórica; y lo peor de todo, esto ha demostrado que la ONU, garante del derecho internacional y de conservar la armonía mundial, no tiene ningún poder cuando más falta nos hace.
Para terminar, creo que los gobiernos europeos no pueden mantenerse en esa fácil equidistancia de querer estar a la misma distancia de todos los afectados en el conflicto, pienso que cuando Hamás intervino violentamente contra los kibutz se podía entender que la equidistancia se rompiera a favor de los civiles y víctimas israelíes; sin embargo, cuando los muertos son los “otros” civiles, los países “civilizados” intentan mantener ese cobarde equilibrio equidistante, y doble rasero, y lo único que conseguirán será resquebrajar el débil Derecho Internacional y las ya maltrechas relaciones Oriente-Occidente. No podemos mirar para otro lado, no podemos usar eufemismos, no podemos ignorar la verdad, y no podemos dejar de llamar a lo que ocurre en Palestina genocidio. Copiemos la falta de equidistancia y las acciones a favor de Ucrania y actuemos en consecuencia con Palestina.
Y ahora sí, y con esto termino. Lo que sí ha conseguido Hamás, a través de su acción bárbara, es poner en el centro del debate internacional, de nuevo, la causa palestina; y también desenmascarar la crueldad del actual estado de Israel. Es muy triste y poco halagüeño que la violencia consiga más que el diálogo, el debate y las buenas formas. Da miedo hacia dónde se dirige la humanidad.
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