Ayer volví a echar mano de mis poderes paranormales. Sí, lo hice. Lo confieso. No acostumbro a usarlos muy a menudo, sólo de vez en cuando. Cuando me aburro. Y, fíjense por dónde, el sábado, a eso de las cinco de la tarde, estaba tan aburrida dando los últimos toques al suplemento de domingo del que soy responsable que me dije ‘voy a probar a ver si, concentrándome mucho, mucho, mucho mucho, logro conectar mi mente con la del policía que se accidentó ayer frente a Santa Amelia’. ¡Y lo conseguí! Así que, como estaba tan aburrida, le dije a mi directora si me dejaba escribir una paginita para transmitir a la población ceutí, por boca del protagonista, cómo evolucionaba el estado de salud del agente y cómo recordaba él el accidente. Y mi directora, como es muy buena, muy buena, muy buena, me vio tan ilusionada con mis hallazgos telepáticos que me hizo un hueco en la página trece.
Ahora bien, como he visto que mi método de contactar vía telepática con policías locales gravemente heridos e ingresados en la UCI de hospitales peninsulares (con la del Hospital Universitario de Ceuta todavía no lo he conseguido nunca, pero tiempo al tiempo) pone de dientes a la competencia, me he animado a repetir. Ahora que le he pillado el truco creo que voy a intentar establecer estos contactos con las fuentes al menos dos o tres veces por semana. Poco a poco iré mejorando la técnica y, espero, en unos meses incluiré en mi todavía inexperto currículum estas dotes mías tan únicas. Seguro que a más de un medio de comunicación nacional le intereso.
Pero, a lo que iba. A la entrevista telepática que tuve ayer, a eso de las tres de la tarde, con el todavía convalenciente policía local. Estaba yo tan tranquila en mi silla, descargando unas fotos de lo que, espero, sea un bonito reportaje del suplemento de domingo que me trabajo cada semana sin hacer (o al menos intentándolo) daño a nadie, cuando sentí algo. Una fuerza paranormal. Era él. D.S.V. En este contacto telepático de ayer noté al mencionado agente muy animado, la verdad. Reía constantemente quitando hierro al accidente y no se creía muy bien eso de que alguien dudara de mis poderes. ¡Incrédulos! Además, tal y como hizo en nuestra primera conexión telepática pero no consideré necesario transcribir me repitió que está hecho "un toro”, que se recuperará pronto, que hoy le darán el alta y que en nada lo tendremos otra vez sobre la moto. Esperemos que así sea, pues no sólo los que se regodean en el odio tienen, muy de vez en cuando, buenos deseos y palabras para con los demás.
Y, por cierto, no soy “alguien”. Tengo nombre y apellidos. Me llamo Beatriz García Blasco, natural de Navarra. Lo que ocurre es que en mi anterior contacto telepático no quise darme demasiado protagonismo, por aquello de que lo importante en ese momento era la pronta recuperación del agente y lo que menos importaba entonces, como en realidad poco importa ahora, era quién o cómo había hablado con él.
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