Cuidar a los demás como profesión. A esto ha dedicado toda una vida Conchi Castro Burgos. ‘Conchi’, como la conocen sus compañeras, nació en 1957 en Ceuta, y aunque actualmente está jubilada por incapacidad desde 2018, ha trabajado como gerocultora cuidando a personas dependientes más de veinte años. Pero, no contenta con eso, durante ese tiempo también ha estado implicada en todas las negociaciones y movilizaciones del sector para reivindicar mejoras en las condiciones laborales de los trabajadores de ayuda a domicilio en Ceuta.
A pesar de estar jubilada, la responsable del sector sociosanitario de la Federación de Sanidad de CCOO, actualmente continúa “en la guerra” trabajando como sindicalista.
Una lucha incansable que la llevará a recibir este galardón el Día Internacional de la Mujer.
–¿Qué significa para usted recibir el Premio Maite Alascio?
–Yo soy de luchar, no de que me den nada. Para mí significa algo bastante grande, aunque no me lo merezco porque es mi forma de ser, el ayudar a los demás. No creía que me mereciera ningún premio. Pero, para mí es un premio bastante importante por el nombre que lleva. Maite Alascio fue abogada de Comisiones Obreras, muy luchadora y muy comprometida con su trabajo y la lucha por los trabajadores. Entonces, esto es una gratitud muy grande.
–¿Por qué decidió dedicarse a cuidar a los demás?
–No creo que fuera una decisión, sino que es una vocación que te nace o que tú un día la descubres y empiezas a ver que hay unas necesidades en el otro, que tú puedes solucionarle cosas y puedes ayudarle de una manera que a ellos les sea beneficiosa.
–¿Cómo es el trabajo de una gerocultora?
–Como gerocultora yo tenía siete baños diarios. Por lo que tenía que ir a siete domicilios para bañarles, vestirles, desvestirles, organizarles la ropa, dejarles lo más aceptables posibles y que sintieran ese bienestar que sentimos al bañarnos, por lo que quedaban muy agradecidos.
–¿Qué características cree que tiene que tener un buen profesional y qué sería lo más importante en su profesión?
–En mi profesión, como en la de todos, pienso que lo más importante es la vocación, que sea algo vocacional y que ames tu trabajo. Para mí, mi trabajo no ha sido pesado puesto que yo me sentía muy a gusto realizándolo y daba todo lo mejor de mí a todas esas personas a las que iba a atender. Pero, claro, por el esfuerzo del trabajo y por algunas cosas más tuve que dejar de trabajar porque mi cuerpo se resintió.
–¿Qué sería lo más difícil de este trabajo?
–Lo difícil es muchas veces el entorno en que te encuentras. Hay entornos en que el usuario al que atiendes está rodeado de familiares y muy atendidos. Pero, hay otros en los que ves que están solos y que la única persona que entra en su domicilio es la compañera y yo. Por lo que ellos agradecen ese rato que estás con ellos y en ese tiempo hay que darles lo mejor de ti y cuidarlos lo mejor que puedas porque se lo merecen.
–¿Varía mucho la situación a la que se enfrenta a la hora de trabajar dependiendo de si son los familiares los que han solicitado esa ayuda o si son las propias personas atendidas?
–En mi trabajo no, lo único es que se nota cuando el usuario está cuidado por sus familiares y atendido por ellos, al igual que se nota mucho la diferencia en aquellas personas que están solas por la necesidad que tienen y el agradecimiento ya que eres tú la única persona que entra en su domicilio y que las atiende. Por ello, te cogen un cariño especial y te tratan como a un familiar más. Incluso, como eres la única persona que entra en el domicilio, muchas veces piensan que tú tienes la obligación de estar con ellos siempre.
–¿Sería eso lo más gratificante de su trabajo?
–Sí, es muy gratificante ver cómo ellos te quieren, cómo te aprecian, cómo te lo demuestran y la satisfacción tuya de que con tu trabajo dejas lo mejor de ti y que es recompensado con el cariño de ellos.
–¿Qué consejos le daría a una persona que se quiera dedicar a ello o a un familiar que decida cuidar a una persona dependiente?
–El familiar que decida cuidar tiene que tener en cuenta que tiene que tener también su espacio y que no le absorba totalmente todo el tiempo. Porque es verdad que cuando el cuidador es un familiar, el mismo familiar dependiente te absorbe de tal manera que vas dejando de lado tu vida y te sientes culpable de ir a ciertos sitios, como simplemente ir a tomar un café.
–¿Sería lo más duro equilibrar la vida personal y profesional para no llevarse los problemas a casa?
–Sí, eso es lo más duro, porque no es un día que tú vas esporádicamente al hospital, sino que nosotros nos llevamos con ellos años y años. Entonces, creas un vínculo con ellos como de familia y cuando se van porque fallecen, esa pena te queda. Entonces, eso es muy duro.
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