Caballa de nacimiento, Alberto Sobrino es un ciudadano del mundo. Él estudio en los Agustinos y en el IES Luis de Camoens de Ceuta, pero al cumplir la mayoría de edad marchó a Granada para estudiar la licenciatura en Ciencias Ambientales.
Una vez puso punto y final en 2010, cuando España comenzaba a sumergirse en la crisis financiera global desatado en los Estados Unidos y que traspasó fronteras, Sobrino marchó a Edimburgo para aprender inglés. Dos años que marcaron su vida, donde trabajó limpiando vasos y platos para luego dar el paso y meterse en la cocina. En especial, se dedicó al arte de la pastelería. Un oficio que se encontró por sorpresa, pero que tantas alegrías le ha traído hasta el día de hoy.
“Esto fue una casualidad, no lo hubiese pensado. A la vista queda que nunca sabes lo que te puede deparar la vida”, afirma el pastelero. Después de vivir en la capital de Escocia, vuelve a la Península y se afinca en Marbella, donde desarrolla estos conocimientos culinarios. Todo le iba sobre ruedas, tanto “que me propusieron trabajar en un obrador de productos sin gluten”, recuerda Sobrino.
Desde entonces, ya se sumergió en el mundo de las personas celíacas y no desaprovechó la ocasión. Este profesional, igualmente, estuvo en otro obrador en Málaga, pero ya fue después cuando tomó las riendas de su propio negocio. ‘El Pastelero Real’ abrió en 2016, atravesó una pandemia y frente a las adversidades, este establecimiento continúa con las puertas abiertas y con vistas de seguir creciendo.
–¿De quién le viene su faceta como pastelero?
–Realmente de nadie. Lo único que mi padre (Alberto Sobrino) tuvo bares en Ceuta. Uno fue ‘Zumolandia’, durante más de quince años y que se encontraba cerca del cine de África. Anteriormente, ya llevó otro que era ‘La Bodeguita’. Pero así vinculado a la pastelería, nadie.
–¿Cómo decide crear ‘El Pastelero Real’?
–Nos hicimos con un local en Málaga y lo bueno es que no nos supuso mucho dinero, no tuvimos que hacer una gran inversión y esto me dio tranquilidad. Entonces, probé suerte porque pensaba que un local con estas características iba a ser necesario en un futuro y a la vista queda que cada vez hay más demanda de productos para celíacos. Cuando quieres abrir algo tienen que ser innovador. ¿Para qué iba a abrir una pastelería igual que las que hay en la ciudad? La gente no va a ir a tu establecimiento para verte la cara, tienes que ofrecer algo nuevo para captar la atención. Y así lo hice.
–¿Le viene de cerca este tipo de intolerancia?
–No, pero todo el mundo tenemos a alguien en la familia o grupo de amigos que lo es.
–¿Cómo define este lugar tan dulce?
–Sobre todo por su seguridad. Los productos no tienen contaminación cruzada, ni están congelados. Todo lo hacemos aquí, desde el pan hasta los donuts. Además, después de la pandemia abrimos una cafetería donde servimos desayunos y churros sin gluten. Esta sí que ha sido una apuesta arriesgada, más que la pastelería. Ahora tenemos que esperar, esto será cuestión de tiempo. Deseamos que con la llegada del otoño e invierno, pueda ir dando sus frutos.
–¿Qué ofrecéis en ‘El Pastelero Real’?
–Tenemos distintos tipos de panes (multicereal, molletes o masa madre), empanadas, quiche, pizzas y, en cuanto a bollería; palmeras, donuts y otros productos que no llevan la proteína de leche de vaca. Intentamos dar el mayor número de soluciones a los distintos tipos de intolerancias.
–¿Cuáles son los dulces más top?
–Los clientes suelen pedir mucho la tarta de zanahoria y el brownie de chocolate.
–¿Se deja ver sus raíces caballas entre las masas?
–Sí. En la cafetería tenemos trabajando a una compañera de Nador y hace muy bien los pasteles morunos. También me gustaría innovar y hacer pastelas; pero siempre con nuestras harinas. Como el resto de dulces y panes.
–¿Tiene pensado llegar a Ceuta con este local?
–Cuando estuve en la Feria, hablé con una panadería para ver si podíamos llegar a un acuerdo en el tipo de venta. La verdad es que me gustaría estar en contacto con mi ciudad autónoma. Ahora busco pastelerías ceutíes que quieran llevar adelante alguno de nuestros productos.
–¿Cómo sobreviven frente al auge de las franquicias?
–No tenemos que temer a estos establecimientos, lo que ofrecemos es de calidad y los clientes saben valorarlo. Pocos espacios hay sin gluten. Además, los precios se ajustan a un obrador normal. No los podemos subir demasiado porque sino, no llegamos a los usuarios. De todos modos, los beneficios los hemos conseguido a medio y largo plazo si tenemos en cuenta que pasamos por una pandemia. Durante ese periodo, apenas ganábamos y tuvimos que adaptarnos.
–¿Cómo?
–Nos dedicamos al reparto para llevarlo a las casas. Esto se sigue haciendo dos días por semana en Málaga y llegamos hasta Fuengirola, Alhaurín, la zona de Benalmádena y participamos con restaurantes, chiringuitos y en los catering de bodas.
–¿Productos sin gluten, tampoco proteína de la leche de vaca; pero, ¿controláis igualmente la cantidad de azúcar?
–Para los celíacos la salud es lo más importante. Esta es una enfermedad, no una moda. Por ello, también tenemos en cuenta la cantidad de azúcar. Intentamos no enmascarar el sabor con este edulcorante. Si algo no está bueno, lo elaboramos de otra manera. No se debe echar a todo azúcar, este no es bueno, pese a que últimamente se le pone para que la gente se lo coma. Se debería de ser más responsable, concienciar más de lo que acarrea y tomarlo en cantidades moderadas.
Gran pastelero y mejor persona ojala prontito en su ciudad
Trabajáis con pasteles y pan para personas diabéticas
Sabía de esa pastelería por comentarios muy buenos en redes sociales de personas celiacas, y no tenía ni idea de que era caballa, ojalá montará algo en ceuta para las personas celiacas, o trajera sus productos.