Opinión

Entre volcanes y cavidades de lava

Canarias fue una región oceánica clave para el nacimiento de la Vulcanología moderna. De manera notable, nuestro archipiélago nos ofrece una maravillosa exposición de edificios volcánicos con gran variedad de rocas que según explica el geólogo Francisco Anguita (véase Los Volcanes de Canarias: guía geológica e itinerarios) provienen del complejo vulcanismo que afecta a esta zona del planeta, íntimamente conectado con el Atlas marroquí aunque todavía no aclarado completamente.

La variedad de cámaras magmáticas y vericuetos bajo la litosfera y la profundidad del magma le proporciona características alcalinas (por contener proporciones elevadas de bases y estar mezclado con sodio y potasio). El gran tiempo que tarda el magma hasta ascender a la superficie es una de las claves para entender la diversidad petrológica de Canarias.

La Palma es una isla donde se pueden admirar con gran detalle la variedad de rocas y formaciones volcánicas asociada a la reciente historia geológica de la propia isla. Además el medio volcánico palmero contiene la mayor parte de las cavidades volcánicas de Canarias pues reúne cerca del 50% de todas ellas. Estos ambientes subterráneos son de gran interés geológico, biológico y antropológico pues son observatorios del pasado y también laboratorios vivos de la propia evolución biológica de las islas tal y como nos cuenta el Dr. Guillermo Delgado en su interesante obra sobre los tubos volcánicos emergidos de Canarias (2002).

Estas cavidades han aportado mayor cantidad de restos fósiles ya que actuaban como trampas mortales para determinados animales y en otros casos eran típicos habitantes de estos ambientes hipogeos. Mamíferos, aves y reptiles son los grupos más comunes y gracias a estos bien conservados restos se han podido conocer algunas especies de animales ya extintas en el archipiélago.

Quizá el más llamativo corresponda a una especie de lagarto que llegó a medir más de 1,5 metros de longitud, ya se sabe que el gigantismo es una característica común a muchos archipiélagos, y Canarias no es una excepción. Gracias al estudio biológico y paleontológico de las cuevas sabemos que hubo aves que dejaron de volar adaptándose a los ambientes de laurisilva pero que, con la llegada del hombre y los nuevos predadores, tuvieron que desaparecer rápidamente. Sin embargo, la conquista del mundo subterráneo tuvo lugar gracias a la colonización de los invertebrados y esto sirve tanto para las cuevas secas como para los tubos volcánicos inundados de agua. Nada mejor que un artrópodo para adaptarse a los entornos más difíciles y son ellos los que han estado evolucionando en un breve periodo de tiempo (pocos millones de años) hasta conseguir transformar en estructuras anatómicas los nuevos sentidos que les han permitido sobrevivir.

Hace ya más años de los que quisiera recordar, tuve la suerte de poder trabajar en el medio subterráneo superficial (MSS) de la mano de colegas pertenecientes al GIET (Grupo de Investigaciones Espeleológicas de Tenerife con sede en la Universidad de La Laguna) y a universidades alemanas y norteamericanas e incluso hice mi aportación científica y participé en la publicación de un artículo en el que se destacaban los hallazgos de invertebrados troglobios (adaptados a la oscuridad) de medios anquialinos (una mezcla de agua marina y dulce) en cuevas donde nunca se habían encontrado pero se presumía que debían estar. El precioso remípedo Speleonectes ondinae, un raro artrópodo que pertenece a un grupo particular de crustáceos marinos solo conocidos por el momento de cuevas marinas del Caribe y Canarias; junto a este excepcional hallazgo aparecieron también el famoso jameito de Lanzarote y una elegante especie de gusano poliqueto. Estas experiencias, junto con la participación en unos proyectos desarrollados en el interior del túnel de la Atlántida también en Lanzarote, supusieron todas grandes experiencias y un punto de partida para entender en primera línea el extraño universo ancestral y poco cambiante que representan las cuevas.

Además, todos estos trabajos me enseñaron que en realidad la geología de las islas facilita que se produzcan filtraciones de agua marina hacia zonas insospechadas en las que se desarrolla un medio intersticial (MSS en su versión acuática) desde donde fluyen las especies hacia las grandes cavidades volcánicas según el ritmo de las erupciones y las circunstancias de cada tipo de edificio volcánico. Luego es posible que las especies de troglobios vivan en estos intersticios y oquedades volcánicas de escasas dimensiones antes de penetrar en los grandes huecos abiertos por los nuevos volcanes.

Me gusta andar de una zona a otra de la isla en busca de mis tesoros naturales en el litoral que intento buscar con sagacidad científica e intuición paleolítica. Siempre que puedo sigo las indicaciones de colegas canarios y voy a visitar aquellos lugares que me indican, este es el caso del tubo sumergido de Juan Adalid en el norte de la Palma; situado en la costa de una península sobresaliente que forma piscinas naturales y viene a ser el final de una serie de erupciones volcánicas formadas por dos grandes conos efusivos que se ven perfectamente y que vomitaron unas preciosas coladas de color rojo por la presencia de hierro.

Cerca de la costa también hay un pequeño cono que posiblemente fue el responsable de este pequeño pero interesante sistema de tubos lávicos sumergidos. A ambos lados se pueden observar soberbios bloques de traquita y por toda la zona se ven preciosos vidrios volcánicos y pequeñas lavas almohadilladas que han estado en contacto directo con el mar y adoptado estas redondeadas formas. Para bajar hasta la abertura emergida de la cueva hay que bajar por una colada en bloques hasta llegar al acantilado marino; aquí los cambios de presión en el interior de la cueva debido a la interacción del agua y el aire son tan brutales que hay que agarrarse para no salir despedido unos metros. Todo el paisaje está marcado por el rojo volcán y los restos de las nubes efusivas se aprecian esparcidas en la planicie.

Mención aparte merecen las comunidades de plantas litorales que creen en el lejano norte palmero; las tabaibas y cardos son de tamaño gigantesco y están deformadas por la acción del viento. Las especies son claramente diferentes pero las dos especies de siemprevivas, la lechuga marítima y el geranio litoral me recordaron a la costa continental norteafricana ya que tengo muy reciente todas estas plantas debido a la publicación de nuestro libro sobre el litoral marroquí (Marruecos: el litoral para viajeros inquietos). El sábado siguiente nos pusimos de camino por el mar para poder hacer un par de inmersiones en estos tubos.

El primero y más espectacular tiene doble entrada y en el centro se unen las dos para terminar en una chimenea con aire. Una vez allí se puede salir a la roca y andar sobre esta cueva perdida con tan difícil acceso. Debido a las calcificaciones las rocas al aire tienen colores cremosos a la luz de las linternas y todo el ambiente es una combinación de sólido, líquido y gaseoso.


El grupo de buceadores quisieron la foto de rigor con las linternas encendidas pero debido a que las cámaras que llevo al bucear chorrean agua al sacarlas al aire no pudieron disfrutar de la gloria y el recuerdo. Bajo el agua las paredes no albergan mucha vida en comparación con otras cuevas a mayor profundidad y sin tanto estrés debido a los embates marinos. Sin embargo, se aprecian unas preciosas paredes de color azufrado intenso y sobre ellas aquí y allá se salpican colonias de ascidias (un grupo de invertebrados marinos relacionados con la aparición de los primeros vertebrados) de color anaranjado.

Las imágenes más espectaculares las tomé para mi colega Alfonso Ramos de la Universidad de Alicante, no en vano es un gran experto en este grupo de seres vivos marinos. De hecho, publicamos juntos un trabajo sobre unas enormes ascidias (de varios metros de longitud) que se desarrollaron en un enclave de la bahía norte, cerca de Ceuta. Descubrí otro pequeño jameo (así se conocen en Canarias a los huecos abiertos por los túneles volcánicos que están llenos de aire) en la parte superior pero no tuve tiempo de explorarlo bien pero tuve tiempo de hacer una foto para mis colegas canarios pues creo que no conocían este pequeño espacio superior. La siguiente inmersión se desarrolló alrededor del roque de la Magdalena y dentro del mismo pues está parcialmente horadado por un túnel que lo atraviesa.

Aquí la diversidad de especies se elevó considerablemente al ser una baja con menos estrés que el primer túnel y el paisaje se tornó más luminoso dentro de la penumbra pues una parte del mencionado accidente estaba medio derruido y penetraba algo de luz. Antes de finalizar la inmersión salió casi a mi encuentro una beligerante morena pico pato y posó de tal forma que parecía que quisiera decirme algo secreto que no acerté a entender. Nada como el ejercicio y la naturaleza para calmar los fantasmas que nos asaltan a todas horas. Es el mejor antídoto para sobrellevar el peso del ciclo vida-muerte y el más poderoso báculo para soportar el peso de la mente durante la vigilia.

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