Categorías: Opinión

Entre nuestros mejores logros

La exaltación del mundo simbólico en el ser humano fue una consecuencia del desarrollo de las funciones cerebrales. En el seno de los simios aspirantes a hombres tuvieron que desarrollarse una serie de fases en las que comenzó a emerger el mundo mental que sustenta, en última instancia, las funciones mensurables y puramente fisiológicas del órgano cerebral. El paso de animal a hombre se produjo en gran medida a través de un doloroso parto en el que la psique tomaba el control y comenzaba a dejar en un segundo plano los comportamientos más simples y puramente adaptativos de acuerdo con las exigencias del medio circundante. En este tortuoso camino también se produjeron periodos de grandes descubrimientos que satisficieron enormemente el hambre de exploración y conocimiento simple del aspirante a hombre. A lo largo de todo este periodo se estuvo gestando la humanidad del mencionado aspirante y en este proceso tuvo de su lado a la diversidad biológica.
Las enseñanzas de los animales han aportado mucho a nuestra adaptación en el planeta y a la supervivencia, y aquellos que domesticamos nos han acompañado a través de nuestro proceso de evolución cultural, trabajando con nosotros en la salvaguarda del hogar y de los víveres, transportándonos, acompañando nuestros sueños y siendo fieles amigos y compañeros de travesía vital. Exaltación de la emotividad y vivencias increíbles con nuestros compañeros (perros, gatos y otros), en el caso de los perros siempre tan serviciales y tan dispuestos a agradar a su dueño. Que decir de los gatos y de su relación con el mundo sobrenatural a través de la historia y la tradición, el simple hecho de ser un gran referente en la cultura del mundo antiguo ya nos debería indicar, al margen de su papel más utilitario, que es bueno, bello y saludable que continúen rondando en nuestras calles, de una manera ordenada y con el control necesario. Tanto perros como gatos y otros animales domésticos son productos del hombre, generados a través del devenir evolutivo, propiciando favorablemente nuestra adaptación al medio natural del que provenimos. Por un simple principio de fidelidad a lo que significan para nuestra especie, no deberíamos consentir comportamientos perversos contra ellos.
La conversión de estos animales en productos de consumo está provocando mucha frivolidad a la hora de entender la relación entre animal y su dueño. La creciente infantilización idiotizada de la sociedad está provocando abandonos en masa de perros, debido a los lógicos inconvenientes que acarrea el cuidado de animales, que como los perros son tan vitales y explosivos. Hay que desengañarse, en general el que llega a abandonar a un animal de compañía o le proporciona malos tratos es un “desequilibrado social y cultural” y, en cierta manera, lleva los principios del sociópata.
No deberíamos extrañarnos que un posible siguiente paso de este tipo de personas sea contra sus amigos hombres y mujeres y sus propios familiares. Todo esto que decimos debe entenderse dentro del lógico ámbito de tolerancia que debe prevalecer en nuestras sociedades, no todas las personas tienen porqué tener sentimientos profundos de cercanía hacia los animales, pero lo que es intolerable y, repetimos, un claro indicativo de desequilibrio psicológico, es provocar el maltrato y el abandono animal o predicar en contra de perros y gatos como algunos hacen debido a determinadas molestias causadas en realidad por dueños irresponsables.
Expulsar del hogar a un animal doméstico o permitir las matanzas de perros y gatos (salvo en condiciones excepcionales que pongan en peligro nuestra propia supervivencia) es una infamia contra la propia cultura humana, es aplastar los sentimientos ancestrales y la cultura de los cuidados contra nuestros compañeros, es profundamente inmoral. La relación con el perro, por ejemplo, es muy antigua, desde antes que el propio lenguaje, al menos tal y como lo conocemos, estuviera inventado y perfeccionado. De seguro ya convivían hombres con perros (y más animales) desde épocas neolíticas, entonces es sencillo imaginar que la enorme emotividad del simio-hombre unida a la del can estuviera en sintonía produciéndose exuberantes juegos con gran actividad física, ayudando al entendimiento mutuo a través de los sentimientos, de las miradas y de las posiciones y porqué no decirlo, del propio clima psicológico que se genera en un ambiente determinado. Un tipo de comunicación que todavía existe y que está por encima del lenguaje y de las estereotipadas señales animales y sus reiterativos actos. Existe una comunicación entre perros (extiéndase a otras especies de animales e incluso de plantas en otros casos) y humanos anterior a la invención del lenguaje y que tiene que ver con el ámbito de los afectos, la emotividad y los apoyos mutuos. Es, ni más ni menos, que una alianza entre seres vivos.
Sentir un profundo sentimiento por un animal es algo tremendamente humano y es bueno cultivar estas relaciones para que no lleguen a desaparecer de nuestra cultura, provocando una temible involución. Por fortuna, en nuestra ciudad existen muchos amantes de los animales y solo basta echar un vistazo a las lápidas del cementerio de los perros, dónde posiblemente también haya otros animales de compañía enterrados, para darse cuenta de la profunda relación psicológica existente ente muchos dueños y sus animales de compañía (los perros en particular).  
La conversión en objetos de compañía ha acarreado males importantes y desnaturalizaciones severas, en esta lista se incluyen una serie de variedades genéticas que han provocado a los perros y gatos problemas de orden anatómico y fisiológico de manera que los ejemplares de estas razas solo pueden sobrevivir ligados al hombre.
Perros y gatos, si se sabe observar con la ayuda de la perspectiva cultural, no podrán ser un producto de consumo, de la misma manera que la relación con nuestros amigos humanos o con nuestros familiares o la celebración de un matrimonio tampoco lo deberían ser. Nuestro animal forma parte de las intrincadas redes de relaciones que conformamos los seres humanos con nuestro entorno y los seres vivos que lo habitan. Algo tan serio no puede estar equiparado a la compra de un automóvil o a la ropa que adquirimos con frivolidad.  
Mumford hipotetizó las terribles pesadillas nocturnas que tendrían que soportar los aspirantes a hombres como consecuencia de su abultado cerebro preparado para la psique y el simbolismo. De la misma manera, podríamos al menos pensar, sin desde luego ninguna presunción de investigación en este campo, que en determinadas circunstancias los animales de compañía podrían haber ayudado a calmar este tipo de perturbaciones y confusiones que el ilustre investigador americano sitúa sobre todo durante las noches. La cercanía física de estos fieles animales y sus pródigos afectos actúan como calmante en los momentos en los que se gestaba la transición de simio a hombre o de primates a filósofos (como diría De Waal), que posiblemente todavía no haya terminado ni mucho menos. Quizá por estos motivos ancestrales las terapias con animales son tan importantes y beneficiosas para muchas personas, sobre todo las más débiles encuentran una enorme satisfacción y bienestar en compañía de los perros y otros animales (caballos, delfines, etc…).
Por todo ello y mucho más que, solo en una ínfima parte, alcanzamos a comentar en este artículo de opinión, queremos dejar clara nuestra posición a favor de nuestros compañeros de otras asociaciones que trabajan en beneficio, en este caso que nos ocupa, de los animales domésticos. De esta manera creemos necesaria una actuación coordinada entre todos para evitar que se produzcan hechos atroces (matanzas de perros u otros animales) que nos lleven a situaciones de ética social disminuida en relación al trato que se da a los animales en nuestra ciudad. Aprovechamos también la ocasión para hacer un llamamiento a los responsables políticos de la Ciudad Autónoma para que comiencen a establecer estrategias para evitar los problemas que las gaviotas causan a algunos ciudadanos. Esto último debe de hacerse siguiendo el espíritu expresado por consenso ciudadano en la Agenda 21 local de Ceuta y contando con las personas que más conocen a las aves en nuestra ciudad, esto es la SEO. Se trata de elaborar entre las partes una respuesta apropiada y respetuosa con la especie que evite tener que llegar a establecer respuestas precipitadas e improvisadas de última hora que provoquen males mayores para las aves.

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