La indignación es el sentir generalizado en nuestro pais durante estos días. No es para menos. Mientras la sociedad sufrimos y padecemos los azotes que se empeña en propinarnos el gobierno elegido por la mayoría, ellos, los del gobierno, nos hacen asistir a su lamentable y vergonzoso espectáculo de corrupción que no parece tener fin. Si algún mérito han teniendo ese es, sin duda, el hacer que nuestro asco aumente día a día. Una repugnancia extrema a lo que han hecho con el concepto de política bien entendido, concebido como forma de participar activamente para mejorar nuestra sociedad, la sociedad en la que vivimos y que tanto esfuerzo costo a los que nos precedieron. La dilapidaron. Entre unos y otros la ultrajaron hasta dejarla reducida a algo impregnado de dudas, sospechas y sombras que cada vez se hacían más grandes...
Creo que desde el momento, hace años, que se empezó a rumorear sobre extrañas cuestiones de lucro emergente e inminente relacionado con algunas personas que participaban en política, esta empezó a decaer, a hundirse en la miseria y a arraigarse en ella. Rumores y más rumores a los que la falta de pruebas encerraba eternamente en ese cajón. Aunque a veces no era tanto por falta de pruebas si no por el uso que de ellas hacia el que las tenía. Todo ello, muchas veces, ante pasivas miradas que atendían a sus propios intereses.
La avaricia y otros pecados capitales fueron discurriendo impunemente hasta, quien lo iba a decir, adquirir el cariz de normalidad. Y ahí llego el principio del fin. La debacle que esta encontrando su punto álgido en las noticias que están saliendo a la luz. Consecuencia de ello es el descrédito generalizado en vez de hacer una purga mediante la que separar el grano de la paja.
El principal pilar de cualquiera que este en política debe ser la confianza. La confianza que te prestan los demás, no que te regalan, y que debes tener presente todos los días a la hora de afrontar responsabilidades. Flaco favor se hace, a los demás y a nosotros mismos, si no lo tenemos presente, y si realmente queremos evitar el todos son iguales.
Y si hay otro pilar que me parece básico es el de no abandonar jamás, bajo ningún concepto, nuestra propia consideración como ciudadanos y ciudadanas, en igualdad con el resto y no desde la soberbia que parece imbuir a quienes se auto coronan superiores a los demás.
Definitivamente, con respecto a la política, entre todos la mataron y ella sola se murió.
En este momento solo cabe la regeneración más ampliamente concebida. Si quienes están no tienen vergüenza (acreditadamente además) los demás no podemos tener respeto. Respetarles ahora supone una falta del mismo respeto a nosotros mismos, a nuestros principios y a aquello en lo que creemos.
Creo en la política como la mejor herramienta para lograr el desarrollo social, pero no confio en absoluto en quienes se lucran a su costa, ni en quienes viven a cuerpo de reyes a costa de nuestro sacrificio, del sacrificio de nuestros derechos más elementales porque ellos sean unos incompetentes arrogantes que, encima, nos toman por imbéciles.
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