Hace dos semanas vaticiné en el programa La mañana de COPE-Ceuta que la participación en nuestra ciudad se quedaría por debajo del 30% y así ha sido. No hacían falta sondeos, tan solo observar el desánimo de una parte importante del electorado que iba a ser llamado a las urnas para unas elecciones europeas donde se ha hablado de todo menos de Europa.
A pesar de que es inexacto extrapolar conclusiones del resultado de unos comicios europeos a otros ámbitos, también lo es negar la fuerte influencia que la política nacional o local tiene en el comportamiento electoral, y en esto Ceuta no es una excepción.
La abstención en Ceuta ha sido de nuevo la principal protagonista, algo que se está convirtiendo en una especie de tradición local. Pero si llamativo es el bajo dato porcentual de abstención, aun lo es más si atendemos a los datos absolutos, ya que desde los últimos comicios europeos del 2009 la población de electores ha crecido en 1.750 personas, por lo que no solo hemos perdido electores participativos, también a muchos que ni siquiera se han incorporado. Existen varias hipótesis sobre la escasa participación de los ceutíes en la mayoría de los procesos electorales, desde la sensación de abandono que puedan percibir por parte del resto del Estado hasta la conformación étnica de su población.
Ambas pueden ser validas, pero solemos obviar que cuanto más alto es el nivel socioeconómico y educativo de los electores, más participación se produce en este y en otros ámbitos, y en Ceuta por desgracia, una parte importante de su población se encuentra en situación precaria en ambas variables. Como dijo C.S. Lewis, con una terrible simplicidad, extirpamos el órgano y exigimos la función. Además de esta cuestión, le podríamos añadir otras que afectan a la población española en general, como el hecho de que los jóvenes suelen tener un mayor desinterés por la política, y nuestra ciudad tiene una conformación demográfica donde la juventud supone un elevado porcentaje del conjunto de su población, y otras variables que ganan fuerza como el descredito de los políticos y de la política.
Pero si nos fijamos en estas elecciones concretas y en los datos recogidos en Ceuta, la abstención ha tenido un comportamiento de castigo de parte del electorado tradicional del PP hacia su propio partido. La pérdida de votos de esta formación no ha engordado a otras escindidas (como VOX) si no que ha ido a parar a la no participación, lo que no quiere decir que podamos trasladar literalmente los resultados a los próximos comicios locales, ya que las europeas son utilizadas habitualmente para castigar a la propia formación como expresión de descontento y que este tipo de comportamiento remite cuando llega “la hora de la verdad” de las municipales. En cualquier caso, los resultados adelantan un decaimiento del apoyo electoral al PP en Ceuta, una tendencia ya apuntada en las elecciones locales del 2011.
Respecto del PSOE, la abstención le ha afectado menos que al PP, ya que parte de su electorado posible se ha trasladado a otras opciones de izquierda como PODEMOS, Primavera Europea y en menor medida UPyD. Hasta la fecha los socialistas se habían beneficiado del voto dual, aquel que votaba a UDCE en las locales y al PSOE en las generales y europeas. La presentación de UDCE dentro de Primavera Europea ha restado parte de esos votos que en otras ocasiones recogían los socialistas, quedándose con su habitual techo electoral (entre 3000 y 3.500 votantes)
La candidatura de Primavera Europea, en la que se encuentra encuadrada la coalición Caballas, ha quedado posicionada como tercera fuerza pero no ha obtenido el respaldo que cabría esperar de quien es el principal grupo de la oposición en Ceuta. Estos resultados mantienen la tendencia a la baja de una coalición que no termina de cuajar en sus respectivos electorados. Del resto de partidos que han obtenido cierto respaldo en estos comicios cabe destacar UPyD que ha mejorado sus resultados y podría verlos proyectados en las elecciones locales, aunque no así las formaciones como IU o PODEMOS que reducirían su apoyo en otro tipo de comicios.
Un dato curioso a tener en cuenta: los descontentos que votan en blanco se han triplicado así como aquellos que inutilizan el voto, tachando o escribiendo en las papeletas, o incluso introduciendo rodajas de chorizo en los sobres como un remedo de la costumbre argentina de meter rodajas de mortadela.
A pesar de la apatía y de cierta sorpresa por los resultados electorales de estas europeas sin Europa, en el caso de Ceuta, y salvo fuerza mayor, en las próximas locales, el Partido Popular continuará siendo el principal partido en la ciudad, mientras que socialistas y Caballas apenas podrán recoger los frutos del desgaste político salvo leves variaciones que dependerán de la mayor o menor participación del electorado.
Afirmaciones como la del fin de bipartidismo causan perplejidad sobre todo en un sistema que nunca fue bipartidista, no al menos en el sentido anglosajón del término, si no que se ha basado en el turno de dos partidos grandes que en demasiadas ocasiones han necesitado, y necesitan, de otros pequeños (nacionalistas y comunistas) para gobernar. Y a nivel local la afirmación resulta aun más chocante, ya que tampoco ha existido bipartidismo sino un partido hegemónico (el Partido Popular) al que todavía le queda mucho fondo electoral para mantenerse como tal aunque eso sí, haya perdido posiciones.