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Enrique se calza las botas de la jubilación tras 50 años

Carlos Enrique Jiménez Campos aún recuerda cuando con 13 años empezó trabajando en un bazar en el Paseo de las Palmeras, en Ceuta. Eran otros tiempos más difíciles en los que en su casa hacía falta el dinero y se tuvo que echar a la calle para buscarse la vida. Era apenas un niño, “el niño de Hade” le llamaban, y para él casi era un juego más que un trabajo. Hoy, 50 años después se encuentra en una situación muy diferente: tachando los días que le quedan para jubilarse, que “ya son solo 10 o 15”, suspira.

Es una persona muy conocida y querida en Ceuta, que siempre ha trabajado de cara al público. Después de 50 años tras el mostrador vendiendo todo tipo de artículos, en 15 días colgará el cartel de “cerrado” en su zapatería ‘Nola’, en el número 2 de la calle Camoens y se calzará las botas de la jubilación. Y es que el próximo 8 de julio será oficialmente su último día de trabajo, aunque tendrá que pasar durante algunos más por su tienda para recoger algunas cosas y terminar de vender los zapatos que le quedan. Dice que ha sido y es “feliz” trabajando, pero reconoce que ha llegado el momento de “disfrutar de la vida, que son dos días”.

Un caballa, carnavalero y empresario de Ceuta que termina su vida laboral a sus casi 65 años, que cumplirá en julio, pero que comenzó en aquel bazar en el Paseo de las Palmeras, aunque trabajó en muchos más sitios. Después de allí paso a trabajar en el mismo paseo, pero en otra empresa muy conocida en Ceuta: un bazar que se llamaba ‘Almacenes Óscar’. La empresa contaba con varios locales todos dedicados al bazar, y siguió en otra tienda en la calle Camoens, luego pasó a la tienda ‘Sudara’ en el Paseo del Revellín y siguió con ‘Empire’, un famoso bazar hindú de siete plantas de la familia Dhanwani, que se convirtió en la suya, que se encontraba justo en frente.

Sin embargo, su primer negocio propio lo abrió llegando al año 1988 cuando decidió independizarse y montar una empresa familiar con su hermano Juan Antonio y su cuñado Enrique. Y como no podía ser de otra forma, tras toda una vida en las conocidas antiguamente como ‘tiendas de 20 duros’ o bazares, este sería su camino.

Un caballa, carnavalero y empresario de Ceuta que termina su vida laboral a sus casi 65 años

Como locales, estos tres amigos y familiares tuvieron el bazar ‘Tai-chi’ en la céntrica calle Delgado Serrano, el ‘Ying-yang’ en González de la Vega y un tercero en el Paseo del Revellín. Fueron los primeros que abrieron como tiendas de 20 duros en el centro de la ciudad, donde estuvo más de 15 años, concretamente uno en la Gran Vía que se cerró con la primera obra de rehabilitación de la calle allá por el año 1992.

Siguió su andadura con ‘Almacenes Rafa’ en González de la Vega durante unos 10 años y también ha tenido negocios en las naves del Tarajal. En total, recuerda que en su mejor época tenía dos almacenes en la Almadraba, cuatro tiendas en Hadú y otras cinco en el centro, pero ya de ropa y zapatos. Sin embargo, su último negocio es de zapatos y está situado en Paseo del Revellín: la ‘Zapatería Nola’, en la que ahora vende sus últimos zapatos por menos de diez euros.

Cuando hace balance se muestra satisfecho. “Me ha ido siempre bien hasta ahora”, reconoce. Solo durante los tres meses del confinamiento ha bajado la persiana de su negocio. Presume de clientes fieles y de “buenos amigos”, que lo han acompañado durante todos estos años. “Me siento muy querido”, afirma con emoción.

Su jubilación ha generado sentimientos encontrados entre quienes lo conocen, que por un lado se alegran, porque saben que es merecida, pero por otro les da pena no tenerlo cerca a diario, y también en él mismo. “Estoy contento, pero a la vez me da pena... He llorado al despedirme de la gente y me han hecho llorar, pero ya es lo que toca”, confiesa. Ahora tiene que vaciar sus estanterías, en las que aún quedan muchos pares de zapatos que espera poder vender antes del 10 de julio.

“El Carnaval ha sido siempre mi vida y es a lo que me quiero dedicar a partir de ahora”

“Lo que más voy a echar de menos es el contacto con la gente porque más que clientes al final los que venían a mi tienda eran amigos ya después de tantos años”, asegura Carlos Enrique que, aunque se retira como comerciante y empresario, no se jubila “del todo”. Sobre todo, de donde no se jubilará es del mundo carnavalero, donde ha participado desde joven y es muy conocido. Ha estado en muchísimas comparsas de carnavales y ahora pertenece al único coro de carnaval que hay en la ciudad: ‘El Valle de los Caídos, donde su amigo Pakito Sánchez “junto a los más antiguos” y le convenció para cantar después de muchos años sin hacerlo.

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