Con lágrimas en los ojos, con esa rabia contenida imposible de calmar, sintiéndose víctimas de la más cruel de las estafas. Así se sienten algunos marroquíes que están siendo engañados en Ceuta por individuos que, constituyendo pequeñas redes o no, han convertido todo lo relacionado con las peticiones de asilo en un negocio con el que obtener importantes beneficios. Para ello básicamente se apropian de las peticiones de protección internacional admitidas a trámite con las que se puede viajar a la Península para revenderlas por entre 2.000 y 3.000 euros a otros marroquíes después de haberlas fotocopiado y alterado. Los legítimos beneficiarios de ese asilo admitido a trámite no pueden marchar a la Península porque alguien lo ha hecho ya por ellos así que, cuando acuden al embarque, la Policía les dice que no pueden hacerlo porque, sencillamente, ya lo hicieron.
El Faro ha hablado con dos de estas víctimas pero son muchas más, algunas no se atreven siquiera a denunciar por miedo. A estos dos jóvenes les abordaron en las inmediaciones del puerto unas personas de Ceuta que se ofrecieron a pagarles el billete del barco para marchar a la Península, tras comprobar que ambos presentaban solicitudes de asilo admitidas ya a trámite y podían viajar al otro lado del Estrecho.
Les pidieron sus documentos para fotocopiarlos y así sacar, supuestamente, esos billetes, pero en el fondo se hacían con dicha documentación para fotocopiarla y después venderla a otros marroquíes alterando datos. Les dieron confianza llevándolos a su casa y diciendo que les ayudaban como una buena acción, un gesto altruista.
Los legítimos dueños de los documentos, beneficiarios de ese primer trámite para la obtención de esa protección, han sabido la verdad -que han sido engañados- cuando se dieron cuenta de que no podían salir de Ceuta porque alguien lo había hecho ya por ellos. Además son acusados de la comisión de un delito de falsedad documental cuando ellos son las víctimas.
No saben a quién recurrir para obtener ayuda y esclarecer lo que está sucediendo.
La entrada indiscriminada de marroquíes ha provocado la aparición de auténticos negocios delictivos que terminan beneficiándose de los inmigrantes bien porque les cobran para pasarlos de manera irregular a la Península o bien porque usan las admisiones de asilo para engañar a sus legítimos poseedores y ganar dinero.
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