Ana Sañudo es natural de Cádiz y estudiante del último curso del Grado de Enfermería en Ceuta decidió irse a su casa cuando se decretó el estado de alarma. Pasaron los días y se generó el caos en nuestro país, los hospitales estaban abarrotados y Sañudo decidió ofrecerse para trabajar como enfermera en categoría de último curso de la carrera. A los tres días partió a Madrid, con su primer contrato de trabajo, para combatir contra el
coronavirus como
sanitaria en el
Hospital Universitario Rey Juan Carlos.
Después de varios meses de duro trabajo, el próximo martes iba a ser su última guardia, hasta que esta semana le dieron los resultados de la prueba que se hizo por prevención y, para su sorpresa, salió positivo en COVID-19. Sus planes se torcieron y ahora está de cuarentena en un hotel medicalizado sin poder volver a su casa.
–¿Cómo te enteraste de que estás contagiada de COVID-19 siendo asintomática? –Llevo trabajando como enfermera desde el 30 de marzo y he estado muy expuesta al virus. La semana que viene me terminaba el contrato, el martes debería haber sido mi última guardia. Entonces la semana pasada hablé con salud laboral para que me hicieran las pruebas del coronavirus porque me volvía a mi casa en pocos días. Su respuesta fue que como no tengo síntomas, no me iban a hacer la prueba. La seguí pidiendo pero nada.
–¿Cómo conseguiste hacerte la prueba después de esta negativa? –El lunes me tocó turno de noche y se lo pedí a un médico de guardia, me hizo el favor de hacérmela. Ambos confiábamos en que iba a salir negativo porque ya me hicieron una prueba en abril y salí que tenía anticuerpos, aunque débiles. El día que me dieron las pruebas salí positivo. No me lo podía creer, me quedé en shock porque no me lo esperaba, ya que no tengo ningún síntoma.
Me parece un despropósito que a los sanitarios que hemos estado en contacto continuo con pacientes enfermos no se nos haga la prueba a todos. Yo podría haberme ido a mi casa cogiendo transporte público sin saber que también estoy enferma. Y cuando llegara a casa, a la vez, contagiar a mis familiares aunque guardara la cuarentena.
–¿Qué sientes al ser ahora tú la paciente? –Ha sido un choque muy grande para mí. Ahora he tenido que cambiar los papeles, de enfermera a paciente.
Es a mí a quien le toman la satisfacción de oxígeno, la temperatura, me preguntan si estoy bien y me dan ánimos. Cuando he estado diciendo lo mismo durante dos meses a los pacientes.
–¿Dónde estás viviendo? –Desde el viernes estoy en un hospital medicalizado que depende del Hospital Gregorio Marañón. Es exactamente igual que un hospital, voy con bata y tengo mi habitación, me atienden enfermeras y médicos.
–¿Cuánto tiempo crees que tendrás que seguir hospitalizada? –El viernes me dijeron que debo quedarme, por lo menos, hasta el próximo lunes 8 de junio. Y tendré que salir negativo para poder volver a mi casa con mi familia.
–¿Cómo ha sido trabajar como enfermera sin haber terminado la carrera y en medio de una pandemia? –Duro. Creo que nadie que está terminando la carrera o recién graduado se espera que sea así su primer contrato, en medio de una pandemia. Al principio pensé que se me venía grande la situación porque verlo es peor de lo que me imaginaba. Pero conforme pasaban los días me fui acostumbrando a la enorme carga de trabajo, a las emociones, a llorar cuando llegaba al hotel...
Mi sensación es que ha sido difícil pero he sabido gestionarme muy bien, también por el compañerismo que había en el hospital. El trabajo aún así ha sido muy cambiante.
–¿Cómo se tomó tu familia que seas positivo en COVID-19 y tengas que haber retrasado la fecha de vuelta a casa? –Mi familia, desde el principio, se ha tomado demasiado bien que me haya venido a Madrid a trabajar. Se lo fui contando con cuentagotas porque sé que era difícil. Trabajando aquí me ha parecido innecesario contar con detalle el drama que hemos vivido en el hospital, me he ahorrado el transmitirles más preocupación. El martes, cuando me levanté y les dije que en vez de hacer las maletas y volver a Cádiz me tenía que quedar más en Madrid no se lo tomaron bien. Lloraron cuando se lo dije, pero ahora ya están concienciados y todos pensamos lo mismo: menos mal que me hice la prueba.