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En polvo te convertirás y si no en piedra

{jaimage crop="TC" /}Hay cosas que se nos escapan. Si estamos en un país en el que todo vale, no nos puede extrañar que los padres hagan cualquier cosa para conseguir el que creen será el mejor colegio para sus hijos, aunque tengan que mentir, falsear datos, o buscar detectives y encima pagarlos, para conseguirlo.

                                                                                                                
Si estamos en un país en el que hay médicos , cambiando el juramento hipocrático, por un beneficio nada hipotético, por el  que hacen que deportistas del montón pasen a ser portadas del Marca , gracias a su dudosa ciencia y entrenadores y jefes de equipo, que, no solo lo consientan , sino que además  alienten estas prácticas, eso hace que desde el parvulario se acojan al dato, convencidos por sus padres de que si trastabillan al de al lado, de una buena patada, pueden llegar antes en la carrera del patio.                                                                                                                        

 

Si engañar a Hacienda se ve virtud y pagar, desgracia. Si burlar, evadir o evadirse, con un capital escoriado, victoria y el pasar por la justa cárcel , solo final para chivos expiatorios, mal vamos, amigo Sancho.                                                                                                                                

Si estamos en un país que sale en las portadas internacionales por corrupción, porque se van nuestros jóvenes a precio de saldo, a buscarse precariedad fuera, un país en el que nuestra sanidad y nuestra educación está en peligro de extinción, cómo podemos quejarnos de que la Merkel quiera hacerse unos zapatos con nuestra vieja piel de toro.                                                                                                         

Si nuestros viejos se suicidan, antes que morir desahuciados, si malviven rebuscando en la basura, si deben pedir a Caritas, porque las pensiones son de pena y los impuestos bestiales, si mueren momificados, olvidados y rotos cuando nos dieron tanto, ¿no se nos debería caer la cara o al menos pensar en qué nos esperará a los que vamos detrás de ellos, cuando nos llegue ese incierto mañana?

Si recibimos emails de gente desesperada que quiere vender su casa y no lo consigue , ni poniéndola a un precio de saldo, porque los mismos bancos que los asfixian, les hacen la competencia, porque tienen ladrillos para dar y tomar, y ahora no quieren arriesgarse a dar una hipoteca , sino con la bendición del Papa ,  seguro que algo va mal y encima huele a podrido.                                                                                                             

Si un trabajo se sortea y se venden más boletos que para el décimo de Navidad, si en la entrada de Cádiz los astilleros andan pidiendo carga de trabajo, que es lo que piden miles de españoles,  solo recibiendo en la cara , a modo de hostia, la sonora bofetada de empresarios que nos dicen que hacemos poco y mal, que tenemos que acortar el salario y trabajar más horas, con políticos que se ríen de nosotros desde las bancadas y luego se echan las manos a la cabeza cuando las estadísticas no les dan la razón, lo mismo es que andamos como los cangrejos y aún no nos hemos dado cuenta.

Si vivimos los escándalos, a modo Belén Esteban, en las bancadas parlamentarias, “ y tú y tú”, si vemos corrupción y ventiladores enmarronados, ventilando la basura para pringarlo todo y cegarnos la vista, se nos revuelve la sangre y se nos harta la conciencia Si pensamos en Lope de Vega, es que el marrón se está vertiendo en colorado y la red anda loca y la gente la colapsa y las rotativas echan fuego , los voceros aúllan de miedo y los que tienen “paga” adoran a su señor, que no está en los cielos.

Si se nos comieron la esperanza y nos batieron en duelo por la espalda, lo mismo , para nuestra desgracia, solo es la cuaresma y el “en polvo te convertirás” que se nos ha tatuado en el alma, que ya olemos las hojas secas que queman para abrasarnos lentamente en la hoguera de la plaza y que nos sabemos en extinción, como los dinosaurios de la tierra, para que otros depredadores, más sagaces, con veloces trepadores , de manos alegres, volátiles, de grandes bocas tragadoras de lo que sea, nos sustituyan y desbanquen y nos destierren a los empolvados libros de historia, a la extenuación, la barbarie y la miseria.

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