En Marruecos, menos que nada

La sociedad española percibe el fenómeno de la inmigración generalmente desde la solidaridad y la comprensión hacia el que no tiene nada y huye de la miseria, las hambrunas y la guerra en busca del Dorado europeo.

Los españoles no suelen percibir al recién llegado como un invasor ni lo miran con recelo. Todo lo contrario, la amplia mayoría de la sociedad, por supuesto también en Ceuta, comprende la necesidad de los inmigrantes, ya sean subsahariano, sirios o magrebíes, de labrarse un futuro mejor.  No en vano, tradicionalmente España también ha sido un país de emigrantes - y lo sigue siendo hoy en día- . Pero,  ¿cómo se percibe al inmigrante al otro lado de la valla, en Marruecos?
“La sociedad marroquí tiene normalizado el fenómeno migratorio”, explica la periodista afincada en el país vecino Beatriz Mesa, corresponsal de COPE y El Periódico en Marruecos, e investigadora asociada del Centro Jaque Berque de Rabat. Eso sí, al otro lado del perímetro, el subsahariano es menos que nada. “Se le considera prácticamente un delincuente o un criminal, alguien indeseable, un ciudadano de segunda categoría, una demonización a la que contribuyen lamentablemente los medios de comunicación del país”, matiza, para quien esos prejuicios hacia el inmigrante negro no se dan solo en Marruecos, sino también en España. “Es una aberración que tenemos que enterrar de una vez por todas, vienen a España a trabajar, a abrir horizontes para las familias que dejan atrás y que lo que esperan es que sus hijos les saquen de la indigencia”.
Por otra parte, para la investigadora y periodista, que es autora además del libro  ‘La Falsa Yihad’, en el que analiza la implicación entre las redes de tráfico de seres humanos y de droga en la financiación de grupos terroristas, las cifras proporcionadas por el ministro de Interior a la opinión pública española sobre  el número de inmigrantes que espera dar el salto a España desde Marruecos y Mauritania están infladas. “Son muy exageradas y no se corresponden con los números con los que trabajamos quienes llevamos años abordando sobre el terreno el fenómeno migratorio”, añade. “El ministro necesita crear alarma, pero en los alrededores de Ceuta no hay más de mil personas, y entre Nador, Ouzda y Tánger el número puede elevarse a tres mil, pero no existe tal cantidad. De ser cierta se percibiría en las ciudades, pero no es así”. Lo que tiene claro, en eso sí que coincide con Fernández Díaz, es en el hecho de que los inmigrantes volverán a intentar pasar a toda costa, “porque están dispuestos a morir por su causa, a sacrificar sus vidas, que no valen nada donde están ahora, donde se les busca y se les aleja de la frontera y donde se les reprime duramente por parte de las fuerzas marroquíes”.  Muchos de los que lo intentaron el lunes ya lo hicieron el 6 de febrero. “Ahora los han dispersado, pero se  agrupan rápido y volverán a intentarlo”.

Entierros en el cementerio de Castillejos

Tal y como publicaba El Faro en su edición de ayer, aún quedan víctimas de la tragedia del 6F sin recibir sepultura. El procedimiento para enterrarlos en Marruecos es distinto al de España. “Hay que esperar si alguien los reclama, aunque no suele ser lo habitual. En el caso de que suceda, es la familia la que debe correr con los gastos de repatriación”, explica Beatriz Mesa. Como ocurre pocas veces, los inmigrantes son enterrados en tumbas para indigentes en el cementerio de Tetuán, donde ya reposan algunos de los fallecidos. Sin embargo, los que todavía siguen en la morgue de Castillejos serán enterrados por primera vez allí, en una zona reservada para los subsaharianos. “Todavía hay quienes buscan en esos tanatorios a primos o amigos entre las víctimas. La comunidad subsahariana se ha quedado en shock después de aquel día”.