“En Ceuta hay gente que pasa hambre y eso es una realidad visible”

Un comedor en los bajos de la Mezquita de Sidi Embarek da de comer a casi un centenar de personas cada día. “En Ceuta hay gente que pasa hambre y que no tiene ni para comprar el pan y eso es una realidad visible”, asegura Mustafa Abdelkader, el presidente de Luna Blanca, una de las entidades agrupadas en la Red Europea de Ayuda contra la Pobreza en nuestra Ciudad. Denuncia la marginalidad de las barriadas periféricas en las que la pobreza azota con menos impunidad y habla de las eternas causas que originan esta lacra: desempleo, escasez de formación, difícil acceso a una vivienda... Hace una década que aportan su grano de arena a la lucha contra la pobreza en Ceuta. No se cansan, pero reconocen que hay más trabajo y haberse unido en torno a una red, facilita el buen reparto de las labores para conseguir el objetivo: que todos los ciudadanos puedan vivir dignamente.
–¿Desde ‘Luna Blanca’ se ha notado el incremento de la pobreza en los últimos años lejos de mejorar esta lacra?
–Sin lugar a dudas. Lo hemos notado mucho. Antes trabajábamos con 40 familias y ahora son el doble, concretamente 82, aunque hay que decir que han bajado notablemente los inmigrantes a los que atendíamos. Vienen menos porque saben que también la situación es complicada aquí, al otro lado de la frontera.
–¿Han analizado las causas de esta situación?
–Estos últimos años hemos notado desde nuestra institución unos cambios que llegan acompañados de mecanismos de marginación que actúan como desencadenantes de este proceso. Hay colectivos que lo sufren más.
–¿Se refiere al musulmán?
–No, en general estos cambios afectan a muchos colectivos, pero evidentemente el colectivo musulmán es el que más sufre. Eso es una realidad y tenemos que hablarla. Del colectivo que atendemos en un 80% es de origen musulmán. El desempleo afecta a todo el mundo pero los jóvenes y especialmente las mujeres lo tienen más complicado. Cargas familiares excesivas y crisis familiares llevan a que no haya ingresos en las familias y a que la pobreza aparezca azotando a muchos colectivos. Hay que visibilizar también a los que se casan con españoles, hombres o mujeres y se separan y se quedan sin recursos igual con niños a su cargo.
–Muchas personas luchan por mejorar la situación pero no encuentran salida.
–Es muy complicado. La gente que necesita de estas ayudas no tiene límites y no sabe donde van a terminar. Ya han atravesado la barrera del orgullo y eso es muy delicado. Algunos dicen que han perdido ya la dignidad por tener que pedir para alimentarse.
–¿Qué le han enseñado todas esas personas?
–Siempre a pensar en los demás. A analizar su situación y plantearme que no puedo estar contento conmigo mismo o en mi entorno sabiendo que a mi alrededor hay otras familias que no tienen ni para comer. Hay que seguir trabajando, seguir luchando, seguir creciendo y estar cerca del más necesitado para al menos darle aliento, ya que a veces materialmente no le podemos dar más cosas. Nosotros además de la comida ayudamos llevando a cabo intervenciones quirúrgicas, resolviendo trámites burocráticos, a nivel educativo y cultural y en definitiva luchando para evitar la marginalidad y ayudando a todos los que pasan necesidades.
–¿Y esa lucha mejor hacerla en equipo, verdad?
–Es un honor pertenecer a esta red de EAPN porque hemos encontrado asociaciones que están dispuestas a luchar en común para seguir con un trabajo para el que somos muchos y ahora gestionamos y no desperdiciar esfuerzos y que ningún colectivo de necesitados queda sin atender.