Categorías: Sociedad

En apoyo para los ‘20 indios del monte’

Quizás, esta sea la primera vez que escribo sobre un tema no relacionado con el hinduismo o el yoga, aunque las raíces de lo que estoy escribiendo tenga sus orígenes en la India, o como a mi me gusta llamarla la Madre India.
Los llamados cariñosamente  “indios del monte” son  originarios de las regiones del Punjab y Haryana y que profesan la religión Sikh, fundada en el siglo XVI por Guru Nanek,  asimilando  preceptos del Hinduismo y el Islam.
Por compartir el mismo tronco de las llamadas “religiones dharmicas” (hinduismo, budismo, jainismo y sikhismo), por ser hijos de la Madre India, y por ser paisanos de mi mujer (Radhapriya también es punjabi) y ante todo porque son seres humanos me solidarizo con “los indios del monte”.
Detrás de cada uno de ellos hay historias y traumas que bien podrían ocupar varios libros. Ya que el hombre no vive solo de la comida, pues algunos creen que habiéndoles dado un plato de comida o se han hecho la foto con ellos para salir en la prensa, ya han cumplido. También hay que escucharles, o hablar con ellos, que contentos se ponen cuando mi mujer les habla  en punjabi, su lengua materna.
He escuchado historias, de como llegaron engañados por las mafias de la India al África Subsahariana, como de Burkina Faso pasaron por Mali, luego Nigeria hasta llegar al desierto del Sahara. Como les robaron sus pasaportes y dinero, comieron cosas que harían vomitar a una cabra, y a veces tuvieron que beber su propia orina para no morir de sed en el desierto. Llegaron a Marruecos, donde se escondían en el monte y la gendarmería marroquí les perseguía en plan cacería humana, como llegaron a un pueblo muertos de hambre y tuvieron que decir que eran musulmanes para que les dieran de comer. La propia gendarmería marroquí les hizo  cruzar la frontera a Ceuta, y le dijeron hay enfrente esta Londres. En el camino se quedaron algunos compañeros de viaje que murieron de frío,  sed o a manos de las mafias.
Estos indios llevan cuatro años en Ceuta, algunos hace siete años que salieron de la India en un viaje que parece no tener fin, nuestra ciudad es la penúltima etapa. Aquí se han quedado estancados, sin poder viajar a la Península y buscarse la vida dignamente. Si tenían que haber sido deportados lo tenían que haber hecho hace cuatro años y no ahora.  He podido comprobar en persona, como estas comunidades indias en la Península trabajan de forma digna, son personas pacificas, y al mismo tiempo que se integran en la sociedad española tratan de conservar sus respectivas tradiciones (hindú y sikh). Algunos de los indios que estuvieron en Ceuta,  después de pasar por España, se han establecido en Francia y Reino Unido.
Apelo, a la buena conciencia y humanidad de nuestros dirigentes y estamentos responsables, que ayuden a que estas personas puedan regularizar su situación y quedarse en España, o en otros países de la Unión Europea. Al igual que la sociedad española da una segunda oportunidad a los presos, que también se la puedan dar a estas personas que ningún mal han hecho, y  que son victimas del engaño de las mafias que trafican con personas, y del espejismo que a veces representa la sociedad occidental frivolizada en el cine y la televisión.
Agradecer a todos los ceutíes que independientemente de su credo, cuando estaban en el monte les dieron ropa, comida y un lugar donde ducharse. Mi especial agradecimiento a las asociaciones CARDIJN, Elin y Digmun por apoyarles en sus pacificas actividades. También agradecer a las autoridades españolas el trato dado en cuanto a techo y alimentación, y darles libertad de movimiento por la ciudad, ya que en otros países los trataron peor que a los perros.
Con los colectivos que trabajo en la Península como Iniciativa Personal, Cambio Global estamos realizando una campaña para concienciar a la gente. A las autoridades les pido humildemente, que con la ley en la mano, pero también con el corazón y con el alma, por favor hagan algo por estas veinte personas.
Para terminar recordar mis orígenes de inmigrante, mi Padre vino de la India en 1958, y vino para trabajar, y aquí se caso y formo una familia. Estas personas vienen cada uno con su historia y problemas, pero también vienen a trabajar y compartir esfuerzos para hacer más grande a nuestra querida España.

* J. Carlos Ramchandani es sacerdote hindú vaishnava, profesor de yoga y escritor.

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