Todos tenemos experiencias del influjo que ejercen los sentimientos en nuestras ideas y en nuestras conductas, y todos advertimos cómo, cuando estamos entusiasmados o deprimidos, vemos, interpretamos y contamos la realidad de formas diferentes. Efectivamente, tendemos a acomodar la realidad a las medidas de nuestros deseos y de nuestros temores. ¿Cómo funcionan nuestras mentes cuando están estimuladas por las diferentes emociones? ¿Cómo podemos orientarlas y controlarlas de la manera más efectiva? “Aplicando pautas científicas y, también, utilizando habilidades artísticas”.
Esta es la conclusión a la que llegó el doctor en física Leonard Mlodinow tras escribir esta obra en la que valora la importancia decisiva de los sentimientos en las decisiones que adoptamos en las cuestiones importantes de nuestras vidas porque, efectivamente, “el manejo de los sentimientos es una ciencia y un arte”.
Por eso, a mi juicio, la lectura de esta obra que explica nuestras reacciones aparentemente disparatadas nos ayuda a comprender las conexiones que se establecen entre los pensamientos, los sentimientos y las decisiones. Por supuesto que resultará útil a los psicólogos, a los pedagogos, a los analistas de los comportamientos personales y colectivos, y orientadora a los publicistas y a los comunicadores.
Apoyándose en las últimas conclusiones de la Neurociencia afectiva, Mlodinow nos explica de manera clara, amena y, a veces apasionante, cómo la información biológica no puede disociarse de la emoción porque “la emoción no está en guerra con el pensamiento racional, sino que es una de sus herramientas”.
Tras minuciosos análisis de episodios ocurridos en estados de miedo y de ansiedad Mlodinow llega a la conclusión de que no siempre son nefastos, sino que, la mayoría de las veces, son necesarios para lograr unos éxitos que difícilmente podríamos lograr “si estuviéramos libres de unas emociones que afectan al pensamiento e influyen en nuestros cálculos mentales”.
La constatación de los estudios realizados por científicos sobre la toma de decisiones de las abejas coincide con las conclusiones a las que él llega en los comportamientos de los seres humanos cuando están bajo el estado de ansiedad tras haber comprobado cómo la información biológica no puede disociarse de la emoción, una de las herramientas del pensamiento racional.
Su conclusión es clara y práctica: nuestros comportamientos son los resultados de un cálculo mental basado en hechos, en metas y en razones, pero también están impulsados por las emociones que, aunque es cierto que se manifiestan de manera automática, no son incontrolables.