Sociedad

Mal de muchos, consuelo de todos: “La Embajada no nos ayudó en nada y nos dijo que nos buscáramos la vida”

En estos días son muchas las historias que estamos escuchando de españoles atrapados en Marruecos. Compatriotas a los que la decisión unilateral de Marruecos de cerrar todas sus fronteras les sorprendió de vacaciones. Unas vacaciones que se vieron truncadas por la incertidumbre y el miedo ante la pandemia mundial provocada por el COVID-19 y por la “ausencia total de información” por parte de la Embajada Española.
Sin embargo, la “odisea” de Blanca y María, dos almerienses de 29 años, comenzó el pasado 9 de marzo con un vuelo hasta Marrakech, donde estuvieron hasta el miércoles, cuando pusieron rumbo a Essaouira para ver a su amiga Maud, a la que hacía meses que no veían y que hace un año se fue a vivir a esa ciudad y montó su propia tienda de ropa y complementos que ella misma diseña.
Las tres amigas, estaban contentas por estar juntas después de tanto tiempo, pero “de repente” el jueves por la tarde comenzaron a llegarles mensajes de amigos y familiares a través de WhatsApp a las dos españolas. Marruecos había cerrado a cal y canto las fronteras. “¿Y ahora qué hacemos?”, recuerda Blanca.
Tras los nervios, llamaron a todos los Consulados de España en Marruecos, pero la respuesta era la misma: “no nos podían ayudar, que nos fuéramos cuanto antes a Ceuta por nuestros propios medios y que a lo mejor cuando llegásemos estaba la frontera cerrada o abierta, no nos aseguraban nada”, destaca Blanca, tras lo que explica que incluso “nos trataron como idiotas por no haber salido corriendo y estar ya en Ceuta”, por lo que “no nos ayudaron en nada, ningún tipo de protección y nos dijeron que nos buscáramos la vida”.
El lunes cuando salieron de España “estaba todo normal y totalmente tranquilo”, pero ahora si querían volver debían “hacer un viaje de casi un día hasta Ceuta” ya que “la vía más rápida era ir hasta Marrakech, ahí coger un tren nocturno hasta Tánger y de ahí llegar a Ceuta”. Una opción que no veían del todo viable porque “íbamos a gastar el poco dinero que nos quedaba y lo peor es que íbamos a pasar por todos los focos de infección”.
Gracias a que su amiga Maud conocía a un taxista que se ofreció a llevarlas desde Essaouira hasta la frontera con Ceuta por 400 euros pudieron el sábado por la mañana emprender el camino de regreso “sin pasar por todos los focos donde ya había casos de coronavirus”, aunque tardaron 10 horas en llegar. En este sentido, Blanca ha denunciado que “muchos taxistas marroquíes se están aprovechando de la situación y están pidiendo hasta 1000 euros”.
Una vez en Ceuta, sobre las 22.00 horas del pasado sábado, día 14, cogieron el último ferry que salía hasta Algeciras, donde las esperaba el novio de Blanca para llevarlas hasta Almería, por lo que finalmente llegaron a las 6.00 de la madrugada del domingo y “reventadas después de un viaje tan larguísimo”.
Dicen que mal de muchos, consuelo de todos. Pero, al revés. Estas situaciones difíciles sacan lo mejor del ser humano y hacen que todos seamos uno, unión de grupo. Por eso, Blanca es otra de las españolas que está en el grupo en WhatsApp, ‘Españoles por Marruecos’, y que le agradece a Ahmed Ayad, “aunque no lo conozco personalmente”, que les haya ayudado indirectamente subiendo información sobre cómo estaba la situación en la frontera de Marruecos con Ceuta y “si se podía o no cruzar”.
Además, Blanca agradeció también la ayuda “imprescindible” de sus amigos que desde España llamaban al Ministerio de Asuntos Exteriores sin obtener respuesta.

Sin embargo, hay historias que todavía no han tenido un final feliz como la de Karim, un marroquí de 45 años, que lleva unos 32 años afincado como residente en Madrid, donde le esperan su mujer y su hija. Ese sería su final feliz soñado.
Karim viajó a Marrakech desde Madrid el día 9 de este mes junto al hijo de su socio “cuando aún todo era normal”. Karim tiene dos restaurantes de comida árabe en Madrid y junto a su socio están trabajando en la creación de un nuevo negocio de patinetes eléctricos en Marrakech, motivo por el que se desplazaron y cuya vuelta estaba programada para el 14 de marzo.
“El viernes de repente comenzaron a llegarnos mensajes de que van a cerrar la frontera y no podíamos creerlo”, recordó Karim. De todas formas, a la mañana siguiente Karim y el hijo de su socio fueron al aeropuerto y descubrieron que su vuelo de vuelta a Madrid había sido cancelado. En ese mismo momento, decidieron comprar un nuevo vuelo para el domingo por la tarde con destino Lisboa y “allí ya veríamos cómo llegar a Madrid”.
De igual forma, el domingo todo parecía que iba bien pues “el vuelo aparecía como que iba a salir”, por lo que se fueron a comer y “al volver aparecía cancelado”. Desesperados, compraron un nuevo vuelo desde Marrakech hasta Tánger para intentar salir por Ceuta. Este vuelo sí que salió, pero con retraso. Por lo que, descansaron en un hotel y al día siguiente pondrían rumbo a Ceuta, que “parecía la solución más viable” según les había comentado una pareja de españoles que se alojaban en el mismo hotel.
Así, ya el lunes en la frontera los cuatro se dispusieron a pasar, los tres españoles (su socio y la pareja) pasaron, pero a Karim no le dejaron cruzar. Según le dicen desde la Embajada, la Policía española “no tiene problemas” porque es residente, por lo que es la marroquí la que no le deja pasar, “pero no me han ayudado en nada más y me han dejado aquí tirado”.
Tras intentarlo de nuevo el martes y el miércoles, ya no sabe a dónde acudir “ni a quién pedir ayuda” puesto que en Madrid su hija y su esposa están solas y “sin poder salir de casa porque mi mujer no puede dejar sola a la niña, que además la operaron hace poco y necesita cuidados”. Además, Karim no ve el momento de llegar a Madrid puesto que es el gerente de sus dos negocios, que están cerrados actualmente, y “tengo que ir a la gestoría para ver qué voy a hacer con mis trabajadores”.
“No tengo dónde quedarme, no tengo dinero, estoy como un vagabundo”, confesó Karim, por lo que se unió al grupo de WhatsApp para “ver si alguien le ayuda”. Desconsolado, Karim concluyó que “si tuviese pasaporte rojo me dejarían pasar, pero como es verde no. No lo entiendo”.

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