Elogio del Comité Consultivo

El gran público suele conocer del Premio Convivencia su cuantía, el  galardonado de cada año, la formación del Jurado, el  acto de la entrega y algunos otros detalles. Sin embargo, muchos desconocen que existe en el entramado de la Fundación Premio Convivencia un órgano que considero de gran importancia por su composición, por el interés y dedicación con que desarrolla su altruista trabajo, aunque no por los resultados prácticos que obtiene del mismo. Se trata del Comité Consultivo.
He venido participando de una u otra forma en el Premio Convivencia desde  1998 en que fue instituido y se encargó a una empresa catalana (sic) ponerlo en marcha y  desarrollarlo. En ese tiempo, reuniendo documentación y tomando nota de todo, pude componer la trayectoria del galardón pero, sobre todo, de ese Comité Consultivo a que me refería al principio.
Como su propio nombre indica, el Comité Consultivo sólo realiza propuestas o responde consultas, aunque la composición de dicho órgano le otorga un amplio conocimiento de la situación actual de Ceuta. Al iniciarse las deliberaciones de este año, lo integraban representantes de las Comunidad hindú, israelita, musulmana, de la Iglesia Católica, de la Confederación de Empresarios, Cámara de Comercio, Industria y Navegación, Consejo Económico y Social hasta su desaparición, Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos de Ceuta, diario El Faro y del Consejo de la Juventud. A título personal formábamos parte del Comité Consultivo, Manuel Olivencia Ruiz, Carlos Posac Mon, Adolfo Hernández Lafuente, Antonio Carrillo Alcalá, Juan Miguel Hernández León, Luis Calvo Teixeira e Higinio Molina López.
He sido testigo del interés que la mayoría de los integrantes del Comité han puesto en este oscuro trabajo, unos actuando de forma personal y otros por representación o interviniendo a distancia, pero siempre facilitando consejos y sensibles aportaciones. El trabajo desarrollado estuvo presidido por la buena voluntad y el profundo conocimiento de la realidad social, pero es justo reconocer que las actuaciones, por su carácter consultivo, tuvieron escasa o nula influencia en el desenlace del Premio.
Este año ocurrió algo insólito que vale la pena destacar. Tras un extenso debate y a propuesta de uno de los miembros del Comité, se consideró por unanimidad de los asistentes y representados, que en las condiciones actuales de recesión en que vivimos, no se  estimaba conveniente otorgar la cantidad dotada del Premio Convivencia Ciudad Autónoma (30.000.-€euros), para que se gastara fuera de Ceuta, y ello por la difícil situación que atravesamos.
Repasando las candidaturas presentadas, el citado Comité Consultivo, acordó igualmente por unanimidad que deberían elegirse entidades que, cumpliendo desde luego las condiciones del Premio, pudieran solucionar problemas en la Ciudad de Ceuta y, en este sentido y de manera también unánime, se eligieron dos candidaturas para que fueran elevadas al Jurado por si las tenía en cuenta para el fallo definitivo. Se trataba de Cáritas España (siempre que lo invirtiera en Ceuta) y la Fundación Salud con impacto global (FSIG), radicada en nuestra ciudad. La constatación de que ambas cumplían los requerimientos del premio, fue determinante ya que las dos habían contribuido de forma relevante y ejemplar a las relaciones humanas, fomentando los valores de justicia, fraternidad, paz, libertad, acceso a la cultura e igualdad entre los hombres.
La candidatura de Cáritas España había sido presentada por el Parlamento de Canarias que incluyó texto del acuerdo adoptado y una extensa relación de méritos de la citada entidad, la cual me consta tenía decidido dejar el importe del premio a Cáritas Ceuta, de lo que informé al Comité Consultivo. Por su parte, la Fundación Salud con impacto global (FSIG) aparecía mediante propuesta de su presidente, aportando una completa descripción de las altruistas actividades realizadas en esta Fundación.
El Comité, cumpliendo una decisión que adoptó la Fundación en su día, nombró dos de sus miembros en el Jurado (el de la Confederación de Empresarios y el de la Comunidad Israelita) y propuso, sin éxito, aumentar ese número a dos más.
Otras propuestas del Comité Consultivo fueron aceptadas sin embargo, como la necesidad de dotar a la Fundación de una mayor estructura administrativa que garantizara su eficacia y la actualización y clarificación urgente de la página web que seguía con datos del año 2009.
Precisamente por el oscuro y desconocido trabajo que realiza el Comité, éste aprobó la publicación de una Nota de Prensa que llevaba como título “El Premio Convivencia debería quedarse en Ceuta este año” pero, por diversas razones que sería prolijo enumerar, ese texto no vio la luz, a pesar de haberse decidido por unanimidad su inserción.
El resto ya es conocido. El Jurado quedó constituido por el Director General de Cooperación Jurídica Internacional y Relaciones con las Confesiones, del Ministerio de Justicia; el  Delegado del Gobierno de Ceuta; el director de la Fundación Pluralismo y Convivencia; el director de Comunicación del Centro Sefarad-Israel, la directora de Casa Mediterráneo, la directora del Instituto Cervantes Tetuán-Tánger, dos representantes del Comité Consultivo ya citado y María Isabel Deu del Olmo como Presidenta de la Fundación Premio Convivencia Ciudad Autónoma de Ceuta. A pesar  de las intervenciones de los dos representantes del Comité Consultivo que defendieron la candidatura propuesta por este órgano, el Jurado decidió democráticamente, elegir a Mario Vargas Llosa, cuyos méritos literarios son tan excepcionales como sobradamente conocidos, propuesto por la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos de Ceuta.
Sin embargo, es de justicia reconocer el trabajo, dedicación y entrega de la gran mayoría de los miembros del Comité Consultivo, unos participando a distancia  y colaborando desde fuera y otros asistiendo físicamente a las convocatorias, pero todos unidos en la decisiones. También hay que dejar constancia de cierta frustración, no por el resultado en la elección del premiado que se hizo formalmente de manera impecable y a persona de reconocido prestigio, sino porque a veces, se prescinde de razonadas opiniones y evidentes circunstancias que puede juzgar cada uno a la luz de estos datos.