La percepción que tengo de las recientes elecciones es que Ceuta siempre está en riesgo de resultados imprevisibles. Desde luego ningún partido acertó con el resultado de escaños obtenidos y mentirían si dicen que sí. Unos creían que obtendrían menos (como el PP), otros creyeron ser acreedores de más (el resto).
El PP llegaba un tanto pesimista debido al resultado en las nacionales, a lo que habría de unirse sus propios problemas locales, consecuencia lógica del desgaste de gobernar tantos años y arrastrar consigo una serie de mochilas complicadas: el empleo-amigo y presuntos casos de corrupción; desatención en barriadas; conflictos en Tarajal; desempleo; deficiente gestión medioambiental, de la limpieza, del patrimonio o de la vivienda... Con o sin razón, que eso poco importa, pues lo que importa por lo visto es lo que parece. Y por último el partido, donde se percibe falta de liderazgo futuro más allá de los afectos presentes que concita la figura de Juan Vivas.
Me da que el candidato ha pasado su particular quinario presentando y desechando opciones, para verse finalmente cogido entre la ausencia de nuevos liderazgos, el deber, la afición al cargo y la adulación de los que temen nuevos tiempos y nuevas gentes.
¿Cuándo dice que no pactaría con VOX estaba diciendo que en el caso de obtener seis diputados o menos (ya sin la posibilidad de ser presidente claro), se iría para permitir una alianza con estos y Ciudadanos, partidos a los que se les atribuía en principio más escaños? ¿Se iría también su fidelísima número dos?
Para quien ha tocado poder tantos años serían insufribles los próximos cuatro. Así que la excusa podía darse y además con tintes de dignidad política. ¿Sin ellos el orden de la candidatura revela algo? ¿Líder el número tres por la vía del desastre? Que no pactara Vivas no querría decir entonces que no pactara el partido, ya saben, al final hay que estar a eso de la gobernabilidad de la Ciudad y al interés general ante todo, que de igual manera habremos de oírlo en estos días. Quién sabe, son sólo especulaciones de otro tipo de resultados.
El ascenso del PSOE era lo esperado tras el éxito de las generales. Visto el resultado, en su cuantía y localización, podemos decir que es actualmente el partido vertebrador de la sociedad ceutí, ya veremos si es real o un espejismo electoral.
La cesión de votos, que dicen los partidos más a su izquierda que pidieron para ellos, y no devueltos ahora, no explica por sí sólo su ascenso. Creo que el trabajo constante, sin desaliento ni estridencias planteado durante estos años, más el voto prestado y que ahora desconfía de volver a origen, más los descontentos en barriadas porque dicen sentirse olvidados y ahora pescados en rio revuelto -que no por méritos propios- dan mejor idea del resultado obtenido.
Como partido siempre han sido pocos y no bien avenidos, con ausencia en sus clases dirigentes de esa vivencia de izquierdas que se necesita para calar con profundidad en su potencial electorado. Nunca lo han conseguido plenamente y me da que no va a cambiar ahora. ¿Seguirán siendo la excusa perfecta para que los votantes de hoy, cuando esto se serene, vuelvan a su verdadera izquierda?
En cuanto a que van a facilitar la gobernabilidad del PP no me lo creo. Vamos, harán como siempre hizo el grupo municipal: si ha de servir a su interés será que sí y si no se les ve mucho el plumero será que no. Desde luego no se lo van a poner fácil al PP. En la Delegación se advierte falta de entidad, que no de apoyos institucionales a la vista de las visitas, así que estarán a lo que “diga mi mujer” que decía la chirigota, es decir el partido: bien a través de los diferentes ministerios en cuestiones de Estado; bien en consonancia con las estrategias que se diseñen en la sede de Daoiz. El ejemplo lo tenemos nada más aterrizar con los planes de empleo, que arrebataron a la Ciudad con total deslealtad institucional y desconocimiento gubernativo, en una estrategia de los gurús del asesoramiento. ¿Otra vez una UPD como oficina pesebre de cachorros de partido? Para esto son únicos y ni se ruborizan.
Aun así, ya quisiera yo que el votante de izquierdas -en general- encontrara un lugar más centrado en esta zona ideológica que en partidos de corte radical: banderín de enganche de los que viven la política en clave diferencial, bien por etnia, cultura, religión, nacionalismo exacerbado o lucha de clases.
Lo de Caballas es de reflexión serena, pues teniendo uno de los mejores políticos de la ciudad no ha tenido el reconocimiento que debería entre los suyos, antes bien ha sufrido un serio castigo. Siempre he pensado que es un partido que se lo trabaja duro, que ha creado unión con sus bases y que hace política en constante clave local.
Mohamed Alí ha neutralizado en ocasiones políticas innecesarias del PP, poniendo en frente su sentido pragmático de Ciudad y defensa de los grupos sociales más deprimidos. Bien es verdad que me inquieta su discurso cuando aparece con sus propios fantasmas: por ejemplo el de la hermandad de los musulmanes (como cuando instó al Gobierno de España a retirar al Embajador en Israel por el conflicto en Gaza); el de clase oprimida (de esto hay propuestas sorprendentes); el de su visión de falta de libertad de expresión (como cuando la discrepancia con el Tribunal Supremo en el caso del rapero)… Digo me inquieta, no que me asuste, a estas alturas sé diferenciar un revolucionario de un político de izquierdas que vive y se muestra como piensa. En otras cuestiones como vivienda, obra pública, política social, diseño autonómico, interculturalidad, podemos coincidir bastante.
Por el contrario su alter ego sí me incomoda. Si él pudiera le daría la vuelta a Ceuta como un calcetín. En defensa de la igualdad, de su idea de igualdad claro, no dejaría títere con cabeza. Ese discurso antiguo y manido, además de falso, de que la derecha de la ciudad lleva 20 años oprimiendo al resto me parece ofensivo; como ofensivos son sus descalificaciones concretas a políticos en los plenos o de forma general en sus escritos. Le reconozco a Arostegui gran capacidad de exposición, una resistencia titánica al fracaso y una voluntad inquebrantable para permanecer en su lucha política y sindical. Digo lucha y digo bien, porque está echado a pelear con medio pueblo. Lo conozco superficialmente desde hace tiempo y casi siempre hemos discrepado, pues tiene una visión caciquil de la Administración y pueril cuando se trata de obligaciones de los ciudadanos para con ésta. Le reconozco también buena capacidad intelectual y un discurso que se lo compraría en asuntos de interculturalidad, igualdad real más allá de la formal, Marruecos y frontera, autonomía… si fuera capaz de hacerlo de forma menos tensa y trasgresora. Quizá ahí esté el fracaso de su liderazgo y por eso sólo convenza definitivamente a unos pocos. Los problemas existen, está claro, pero de ahí a convertir la igualdad en una lucha permanente de clases, aunque sea a nivel dialéctico, habrá de dejar un poso peligroso en la ciudad. Ceuta necesita un cambio con vistas a un furo muy próximo, cierto, pero está claro que sus votantes habituales no participan de su discurso plenamente, reconociendo quizá, en la intimidad, que tiene bastante de razón en sus planteamientos pero no en sus formas. Tendrán que verlo, supongo.
Lo de “El cambio ya está aquí”, que dice MDyC, va a tener que seguir esperando. Las 273 medidas para una nueva Ceuta son muchas para una sola generación de ceutíes. Más allá de un “club de opinión”, como califican algunos a este partido, no me gusta la forma de hacer política de Fátima Mohamed, basada con bastante frecuencia en la denuncia sin fundamento, en el descrédito personal si hace falta o en la presunción de culpabilidad que no lo contrario. Estos sí me parecen tan radicales en la izquierda como los siguientes en la derecha.
A VOX le dedicaré el mismo número de líneas. Sencillamente no me gusta tampoco su radicalidad. Esto es como la época del GIL pero por lo militar (nunca mejor dicho, creo que Abascal se acordó de todos menos de la compañía de Mar). Aquellos pasaron y estos también pasarán, porque Ceuta se merece dirigentes con mejor talante y menos himnos de guerra. Tienen cuatro años para tranquilizarse, colaborar a la gobernabilidad y buscar mejores asuntos que defender en Ceuta que la inmigración, los Menas y el separatismo catalán.
La sorpresa sobre todo la dio Ciudadanos, al no mantener al menos el escaño de su cabeza de lista. Javier Varga, hombre prudente, correcto y sensato en sus manifestaciones durante estos años, a través de las 175 propuestas generales, en las que se recogen las específicas para Ceuta, no ha podido -o sabido- transmitir la idea de un programa alternativo diferenciador al del PP o PSOE, en clave local que es lo que ahora tocaba. Ésta será una de esas ausencias políticas sentidas por lo que su figura supone de persona moderada y buen talante como adversario en la Asamblea.
Ahora todo pasó, tenemos por delante cuatro años para ver cómo se desarrolla la Asamblea, con la esperanza puesta en los hombres y mujeres que nos han de representar y el deseo de que acierten en hacer una Ceuta mejor para hoy y el futuro de todos.