Quien tiene la hegemonía ideológica, tiene el poder político. Este es un axioma que se mantiene inalterado, a pesar del modo en que se manifieste en cada coyuntura concreta. No es cierto que las ideologías hayan muerto. Lo que ha sucedido es que una forma de pensar, denominada neoliberal, se ha convertido en abrumadoramente mayoritaria. La izquierda, como alternativa al modelo social propugnado por los conservadores del siglo veintiuno, ha quedado relegada a una posición prácticamente testimonial. Los voceros del sistema se afanan en presentarla como una reliquia. La inmensa mayoría no confía en su capacidad para impulsar un cambio real en las coordenadas actuales. Por eso se llama pensamiento único a lo que no es más que una severa derrota en toda regla de una forma de concebir y organizar la sociedad. La izquierda está extraviada y aturdida. La explicación de este fenómeno no resulta sencilla, se trata de un proceso complejo en el que influye una multiplicidad de factores de toda índole muy bien tratados por expertos analistas y avezados pensadores. Pero si es conveniente destacar el papel que ha desempeñado el PSOE en este diabólico y perverso trayecto. El PSOE ha actuado como pasarela ideológica, transportando paulatina e incesantemente voluntades desde el ámbito de la izquierda a las filas de la derecha. El PSOE claudicó y se travistió en una versión más amable y sensible del neoliberalismo; pero asumiendo hasta el tuétano su fundamento económico. Es verdad que se muestra más proclive a implementar medidas paliativas y de cohesión social; pero ha renunciado por completo a representar una alternativa al modelo económico. Nadie reconoce al PSOE como un partido transformador de la sociedad, sino como una modalidad más humanizada de la administración del capitalismo. El problema ha surgido cuando la situación, desconocidamente crítica, demanda a gritos una alternativa. No existe. Aparentemente. Por ello, lo urgente es regenerar y reforzar ideológicamente a la izquierda, encarnándola en un proyecto unitario, viable, fiable y capaz de ilusionar a la ciudadanía. Aunque para ello sea preciso sacrificar siglas amortizadas y desprestigiadas.
Algo muy parecido sucede en nuestra Ciudad. Desde hace más de una década (concretamente desde el incidente del Islote Perejil), la derecha, representada por el PP, ejerce una hegemonía ideológica aplastante. Sustentada sobre escasos principios muy rudimentarios, pero íntimamente vinculados al acerbo sentimental de una amplia mayoría de ceutíes. Esta supremacía de la derecha está ocasionando daños muy serios a nuestra Ciudad, cuya auténtica dimensión se ira descubriendo con el tiempo, y de los que ya empezamos a percibir síntomas inequívocos. Ante esta realidad, lo único que cabe es oponer un proyecto diferenciado con un bagaje ideológico sólido y coherente que presente una alternativa de Ciudad desde la izquierda. Esta idea inspiró el nacimiento de la Coalición Caballas. Desgraciadamente, el PSOE volvió a actuar como elemento perturbador en perjuicio de la izquierda. Soberbio, autosuficiente e inconsciente, desdeñó la unidad. Ahora aparece en el escenario político como un partido pretendidamente progresista, y sin embargo, se comporta realmente como un filial (o segunda marca) de la derecha. No se plantea competir ideológicamente con la derecha, sino heredarla. Piensan que el movimiento pendular de la deformada democracia española los llevara al poder cuando el PP esté suficientemente desgastado. Sin mayor esfuerzo. Por ello, su única estrategia consiste en no asumir ningún compromiso. Cuanta más neutralidad, mayor espacio electoral. Han sustituido la política por el marketing. No buscan el voto como la expresión de una identificación ideológica, sino como un contrato mercantil. El PSOE de Ceuta es una formación intelectualmente insolvente, huérfana de proyecto global de Ciudad, desnaturalizada ideológicamente y que se mueve sin orientación, procurando regalar el oído a todo el mundo, en la firme convicción de que el mero paso del tiempo los aupará al poder por el hastío del electorado. Sólo así se pueden explicar hechos tan pintorescos como ver en una Ciudad con doce mil parados, y más del cuarenta por ciento de la población bajo el umbral de la pobreza, a un partido que se llama socialista, exigiendo al Ayuntamiento subvenciones millonarias para un club de futbol profesional.
La izquierda necesita un rápido, profundo y radical rearme ideológico. En Ceuta, quizá, con mayor motivo. El PSOE, por el lugar que ocupa en el imaginario colectivo, es un vector clave en este proceso de redefinición. Mientras no lo entienda, y obre en consecuencia, no será más que un desdichado aliado de la derecha que perjudica enormemente los intereses de la causa que dice defender.