“Éramos como familia, nunca tuvimos problemas y ahora me encuentro denunciado por algo que no he hecho”. Quien habla es A.A., vecino del Príncipe Alfonso, acusado de intentar quemar, en octubre del pasado año, la peluquería de hombres que el Vasco tiene en la barriada. Un marroquí dice que le vio. A él y a otro vecino, H.A., y por eso ha dado sus nombres. Así lo que comenzó siendo un juicio de faltas ha pasado a considerarse delito, dando forma a un caso que se enjuiciará el próximo febrero.
Los dos acusados niegan la mayor. Aseguran que ni son soldados del infierno, ni tienen nada contra el Vasco, ni saben a ciencia cierta por qué se han visto implicados en este entramado. Sus quejas se suman a las de otros acusados o familiares de acusados que se quejan de lo que hoy por hoy hay en el Príncipe: “Cualquiera puede venir y denunciarte en falso. Puede salir un marroquí y decir que te ha visto y declarar en tu contra”, señalan. Eso es lo que A.A. y H.A. mantienen que ha pasado con ellos. Y eso mismo es lo que semanas antes mantuvieron los familiares de los hermanos detenidos por su presunta implicación en la quema de la carnicería del Vasco. La guita, su madre, denuncia que si desde un principio se dijo que los que quemaron el local eran encapuchados, cómo, ahora, puede haber alguien que acuse a sus dos vástagos.
Mientras la Policía Nacional mantiene abierta una compleja investigación para aclarar el entramado que hay detrás de las múltiples agresiones al Vasco, con indagaciones en Ceuta y la península, hay quienes piden su parcela de justicia. “Yo sólo pido que se nos escuche. Cómo puede ser que diez días antes de que fuéramos al juzgado a declarar viniera una persona a decirnos que la falta de la que se nos acusaba iba a ser calificada de delito. ¡Diez días antes de que fuéramos al juzgado, y así fue!, ¡cómo puede ser esto!”, advierten. “Nosotros no tenemos nada que ver contra él ni hemos querido quemar su peluquería, pero viene uno, aparece, y se nos acusa”, denuncian. “El Vasco es un león con piel de cordero y no sabemos por qué nos está haciendo esto. ¿Por qué le hacen caso a él y a nosotros no?, ¿quién defiende nuestra inocencia?”, añaden.
Estos dos acusados aseguran no tener nada en común con la ristra de personas que por una causa u otra ha sido señalada en este cúmulo de agresiones o atentados que tienen siempre a la misma víctima.
“Yo incluso colaboré cuando con él cuando estaba haciendo la mezquita en el País Vasco. También aporté dinero como otros vecinos”, indica H.A. Pero ahora las cosas han cambiado, hay una acusación y crece el malestar.
En Los Rosales o en cárceles de la península se encuentran en estos momentos más de media docena de personas presuntamente relacionadas con diversos atentados contra el Vasco, desde tiroteos a él o sus familiares hasta intentos de quema o quema consumada. La intención de la justicia es unir todas las causas en un único sumario y la tónica general que están siguiendo los jueces a los que llegan las diferentes causas es calificar las faltas como delito. Así ha sucedido con el caso en el que se implica a A.A. y H.A. y con otros que afectan a otras personas. En uno de los casos se detuvo a un joven del Príncipe al que luego se le puso en libertad y a los quince días se le volvió a detener. “La gente tiene miedo, teme que se le señale, que le digan que está metido por la cara en una historia. Lo que hacen es meterte a la cárcel y luego cuando te comas dos años dentro ya te sacarán y se demostrará que nada tienes que ver... ¿pero mientras tanto quién da de comer a nuestras familias?”, advierten.
En todas las denuncias presentadas por el Vasco se apunta al mismo círculo, pero la Fiscalía necesita pruebas que sustenten una causa con fundamento. No quiere investigaciones al estilo ‘caso Kimbi’, con varios acusados absueltos y demasiada política entre medio, pretendiendo incluso ejercer un control sobre el poder judicial. El secreto de sumario decretado en varios de los casos frena el derecho informativo de los acusados e incluso de la propia víctima. Los abogados personados en las diferentes causas conocen lo que pueden conocer, lo que se les permite, sin poder trasladar a sus patrocinados nuevos detalles.
Los acusados piden que haya una investigación hacia todos los frentes, que se mire el patrimonio de cada uno y que se aclaren las denuncias en falso que, aseguran, se están produciendo. Ya en el Príncipe la Policía Nacional ha esclarecido alguno de estos episodios: jóvenes que dicen haber sido tiroteados y que luego, se demuestra, son ellos los que se han herido para extorsionar a terceros acusándoles en falso de estas heridas. “Se ha llegado a un punto en el que cualquiera te puede denunciar. Te quieren sacar dinero y si no pagas te extorsionan, dicen que te van a acusar de algo y lo hacen. Entonces cómo te defiendes...”, apunta un vecino de la barriada.
Pese a las críticas recibidas el Cuerpo Nacional de Policía mantiene su mismo mensaje: habrá resultados, los habrá a medio o largo plazo. Lo que se está investigando es complejo porque compleja es toda la historia que rodea al Vasco.
Precisamente el próximo martes éste tendrá que prestar declaración en la Audiencia, para narrar lo que dice que sabe del tiroteo perpetrado contra Ismael en el Puente Quemadero, en 1997. Es el primer careo judicial señalado y de él la justicia quiere sacar datos.