El turu de barro

Posiblemente a muchos de ustedes les extrañará el título de este artículo, aunque ya no les extrañará tanto a aquellos que hayan leído artículos anteriores en los que he hablado de mi amigo Juan Antonio, “Turu”, como cariñosamente lo llama la mucha gente que lo conoce. Decía yo en alguno de esos artículos que Juan Antonio es un hombre extraño, muy extraño, en los tiempos que corren, en el buen sentido de la palabra. Porque no es nada frecuente encontrarse hoy día a una persona que en su tiempo libre se dedique a ayudar de forma anónima a todo el que pueda. Cada vez conozco más y mejor a Juan Antonio y he llegado a la conclusión de que así como hay personas que tienen una afición o hobbie  determinado, el hobbie de Juan Antonio es dedicarse a hacer cosas con las que poder ayudar a personas necesitadas, principalmente personas que tienen algún tipo de padecimiento, enfermedad o minusvalía y no disponen del dinero necesario para pagar el tratamiento médico-quirúrgico o farmacológico que necesitan.
Desde que conozco a Juan Antonio he sido testigo de bastantes casos en los que ha intervenido y, gracias a él, muchas personas han podido curar o mejorar notablemente sus padecimientos y, con ello, ganar enormemente en calidad de vida. Como muestra les cito el ejemplo de una niña que sólo tenía una pierna y gracias al dinero que recaudó Juan Antonio, se le pudo comprar una pierna ortopédica para que la niña caminara. Algo tan “simple” y a la vez tan trascendental para una persona. Podría exponerles muchos más casos, pero no es ese el objeto de este artículo.
La “fama” de Juan Antonio ya se ha extendido por Ceuta y también fuera de ella, de manera que la gente acude a él para que les ayude. Y Juan Antonio tiene un defecto que al mismo tiempo es una virtud que lo engrandece: no sabe decir que no. Pero no sabe decir que no, no sólo para ayudar en los casos de enfermedad que se le presentan sino tampoco en otros muchos favores que la gente le pide.
A veces me exaspero ante esa “debilidad” suya diciendo que sí a todo el mundo, pues hay quien se aprovecha de su bondad. También he sido testigo de varios casos y eso no me gusta nada.
Pero Juan Antonio lo sabe. Sabe que hay gente que se aprovecha de él, pero no hace nada por evitarlo. En varias ocasiones me ha explicado su curiosa “teoría del equilibrio”, según la cual en la vida se nos dan y se nos quitan cosas para que todo quede más o menos compensado, equilibrado. Si se nos quitan algunas cosas, si algo no nos sale según nuestros deseos, será porque tenemos que pagar por algo que hemos hecho mal. Y si se nos dan es para premiarnos por lo bueno que hayamos hecho. De este modo, la vida es un continuo juego de equilibrios y desequilibrios, de cosas que nos dan y que nos quitan en compensación por lo que hayamos hecho y, al final, todo debe quedar más o menos en equilibrio.
En más de una ocasión he pensado sobre esta curiosa teoría de Juan Antonio y creo que no va muy descaminado, aunque tampoco puedo saber a ciencia cierta si su teoría se cumple, porque no puedo hacer un seguimiento profundo de la vida de cada uno. Con respecto a mi vida, que es la única que realmente conozco, creo que su teoría se cumple en un porcentaje bastante alto.
En “El Faro” del treinta y uno de julio pasado, publiqué un reportaje titulado “El escultor de Cristos de arena” en el que relataba mi experiencia del verano pasado acompañando a Juan Antonio, haciendo Cristos de arena por las playas de la costa de Cádiz. La finalidad era la que él siempre persigue: obtener dinero con el que ayudar a personas enfermas que no tienen recursos para pagar el tratamiento que necesitan. Yo nunca había hecho nada parecido y acompañarlo en su trabajo de escultor de Cristos de arena fue para mí una experiencia única y no quiero decir que irrepetible porque me gustaría repetirla algún día con más tiempo aún.
Me consta que con su trabajo de escultor de arena consiguió un dinero precioso que ha servido para ayudar a varias personas enfermas, pero el dinero ya se está acabando y sigue habiendo personas que necesitan tratamientos médicos y no tienen con qué pagarlos.
Juan Antonio está preocupado porque no dejan de llegar hasta él casos y más casos de personas que se han enterado de que existe un hombre bueno que trata siempre de ayudar a quien lo necesita, no le importa la raza ni el color de su piel, y directa o indirectamente vienen a buscarlo.
Cuando la pasada temporada de fútbol, el Barcelona vino a jugar en la Copa del Rey contra el Ceuta, Juan Antonio también hizo innumerables platos con la efigie de los famosos jugadores del club azulgrana y con el dinero recaudado, también ayudó a un chico que necesitaba un tratamiento médico. Varios médicos de Ceuta, también colaboraron desinteresadamente en este caso.
Pero ahora, Juan Antonio piensa y piensa qué podría hacer para obtener más dinero con el que ayudar a las personas que de nuevo lo necesitan. Estamos en invierno y no es posible hacer Cristos de arena por las playas. ¿Qué hacer?. Durante las pasadas fiestas de Navidad, hizo figuritas para el Belén, fue por distintos comercios de Ceuta intentando que las pusieran en sus escaparates junto con un letrero explicativo de lo que se pretendía con su venta. Pero estamos en tiempos de crisis y los comerciantes están más preocupados en cómo sacar adelante sus negocios y apenas prestaron atención a las peticiones de Juan Antonio. Una tarde me lo encontré triste y desanimado, pues después de muchos días de trabajo haciendo las figuritas para el Belén, comprobó que apenas había servido para nada.
Pero el desánimo le dura poco a Juan Antonio. Rápidamente empezó a pensar de nuevo y fruto de su imaginación es la figura que ustedes pueden ver en la foto que ilustra este artículo, lo que yo he llamado “el Turu de barro”. Realmente no es de barro, sino de cartón, plástico, resina, pegamento, pintura y no sé cuántas cosas más. Le llamo “Turu” porque la cara es muy parecida a la de mi amigo Juan Antonio. La figura está de rodillas, pidiendo que le den algo con lo que ayudar a las personas necesitadas.
Juan Antonio ha dedicado muchas horas de duro trabajo y también ha gastado bastante dinero en la fabricación de esta figura. Durante las pasadas fiestas de Navidad, Año Nuevo y Reyes recorrió muchas localidades de la provincia de Cádiz con ella. La colocaba en alguna de las calles más transitadas o en algún centro comercial, en los días de más animación, junto con un cartel explicativo de lo que pretendía hacer con el dinero recaudado.
Hubo personas que se identificaron con su mensaje solidario, con su petición de ayuda y colaboraron modestamente, porque muchos granos de arena hacen una montaña, porque muchas gotas de agua hacen un océano, pero el resultado final no fue el que esperaba Juan Antonio y tantas horas de trabajo junto con el dinero invertido, no tuvieron la recompensa esperada. El resultado no fue en absoluto comparable con el obtenido el verano pasado con los Cristos de arena. En ese mundo en el que se pone mucha ilusión y trabajo por ayudar a los demás, el éxito nunca está garantizado y a veces ocurren estas cosas.
Juan Antonio está pensando en colocar también su figura por las calles de Ceuta, aunque aún no se ha decidido. Es aquí donde él vive y trabaja habitualmente, donde mucha gente lo conoce y no sabe cómo se lo tomarán.  Ya saben el dicho: “nadie es profeta en su tierra”. Por eso está aún indeciso sobre si ponerla o no en las calles de su ciudad. Yo lo estoy animando a que lo haga, pero es él quien tiene que tomar la decisión. Al final no sé lo que hará.
De todas formas, yo quería escribir este artículo porque si finalmente Juan Antonio se decide a sacar su figura por las calles de Ceuta, su “Turu de barro” como yo lo llamo, quería que ustedes supiesen de qué se trata. Al menos lo que hayan leído este artículo ya lo saben.
Si finalmente ven esta original figura de Juan Antonio por las calles de Ceuta, sean generosos pues pueden estar seguros de que su generosidad serán bien empleada y muchos se lo agradecerán. Gracias de antemano.