Walter Pérez, médico gerontólogo y de Urgencias del Ministerio de Salud del Perú además de doctorando de Gerontología Social de la Universidad de Granada impartió ayer la conferencia titulada ‘Conflictos de la percepción de la muerte'.
–¿En qué consiste la investigación que expone hoy -por ayer-?
–Los conflictos sobre la percepción de la muerte es el afrontamiento, es decir, la decisión que tenemos las personas, los seres humanos ante el término de nuestra vida. Lo único que se hizo fue incluir en un documento la escala de Templer, validada en España y en Perú, por la cual se realiza una serie de preguntas respecto a qué es lo que sentiría, qué es lo que espera de la muerte en cada una de las zonas. Para ello elegimos dos comparativos: utilizamos población con una educación media urbana y otra rural con escasa formación académica. En ambas existe un patrimonio similar como es la religión.
–¿Cómo influye el factor religioso?
–La religión en personas que no tienen mayor formación, tienen mayor ahínco, hay más accesibilidad a la muerte; sin embargo, en la población urbana es mucho mayor el grado de depresión. Por ejemplo, yo al tener un poco más de formación o criterio, es mucho más el temor que siento. Eso es a grandes rasgos lo que se puede determinar. Mayor es el trauma psicológico en la población urbana que en la rural, donde se vive con mucha tranquilidad, mucho respeto, se espera que tarde o temprano vaya a llegar la muerte pero con una sensación de autosatisfacción, de logro, de haber alcanzado sus metas… Entre los hallazgos, se encontraron muchos aspectos muy importantes por los cuales se puede concluir que en la población urbana abunda el aspecto del autocuidado.
–¿En qué consisten esas atenciones?
–O sea, si yo sé que voy a morir y tengo una serie de enfermedades, el autocuidado en la población urbana juega un rol importante. Es el caso de muchas personas en tratamiento entrevistadas (de hipertensión arterial, de diabetes o de artrosis), cuando en la población rural no tienen ni idea de en qué consisten. Esto nos lleva a colación de que existe más autocuidado si sé que voy a enfermar y a poder morir por algunas de estas enfermedades. En la persona rural, del campo, la comparativa de la muestra, o no se siente ningún síntoma, su expectativa de vida es similar en Perú, pero no tiene concepción de que puedan tener tal o cual enfermedad, se recomienda una serie de hábitos alimentarios buenos, un buen clima y sobre todo un aspecto nutricional en el que no interviene nada de lo que viene en la sociedad y se produce en industria. El autocuidado juega un rol importante pero también el estilo de vida saludable.
–¿Cómo influye la vida social en el anciano para su percepción de la muerte?
–El rol participativo del anciano en el ámbito rural es poderoso. En el urbano, generalmente, el adulto mayor es el llevado por las personas jóvenes y familiares por actividad reproductiva. Pero en el aspecto rural, el anciano trabaja al igual que el joven y el adulto, no pierden el rol participativo, el empoderamiento de cada uno de ellos no se pierde. El autoestima como persona dentro de la sociedad no se pierde en una comunidad rural.
–¿Cómo se puede mejorar la calidad de vida de las personas mayores para afrontar mejor la muerte?
–Básicamente, mediante un programa que, según su realidad local, se pueda incluir medidas de prevención: la hipertensión, la artrosis, la artritis, problemas visuales, auditivos… Se van a dar con el paso del tiempo. Lo que pasa es que ellos no perciben eso como una enfermedad o, al menos, no les trastoca el mundo. El mundo va a cambiar para ellos el día que se echen en una cama y no puedan levantarse. Pero mientras tanto, mientras no llegue, ellos siguen trabajando de la mejor forma. Pero, como salud pública, no se puede dejar de lado que velemos por su salud. En esa parte se busca como contribución que el afrontamiento, el conflicto que existe tanto en la población rural como urbana son manejados de distinta forma. Yo en el aspecto urbano sé que voy a morir pero para prevenir que mi partida no sea tan atroz practico mucho el autocuidado. En cambio, en el ámbito rural, sé que tarde o temprano llegará mi hora pero con la labor satisfecha.
–A pesar de que los resultados son relativos a Perú, ¿se pueden extrapolar a España?
–No. Son sociedades completamente diferentes pero nos da una imagen de cómo se maneja. Yo creo que en el aspecto urbano está en todo el mundo el autocuidado. Si sé que voy a tener una enfermedad, yo lo cuido haciendo un chequeo anual. En el mundo, parte de la información está globalizada y el autocuidado para determinar la prevención de la enfermedad nos puede dar ayudas para mejorar nuestra calidad de vida. Porque si voy a tener un enfermedad y sé cómo prevenirla, me cuido. Hago hábitos alimentarios adecuados, el ejercicio adecuado, una práctica terapéutica precoz es la mejor herramienta para controlar las enfermedades. Más que una investigación es un consejo, un trabajo que busca conciencia de que existen diferencias en la percepción de la muerte desde que nacemos. Vamos a llegar a morir y a la larga nos va a llevar a una estrategia importante del buen morir. La ansiedad la manejamos nosotros y las creencias, las religiones, son importantes. El que cree en Dios, cree en una nueva vida.
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