El proyecto para la reforma de la cubierta de la Catedral de Ceuta ya está a punto, con las soluciones para algunos de sus problemas decididas.
Las obras se centrarán en la bóveda de la nave central, la más dañada de todas, y también la más antigua. “Seremos lo más respetuosos que se pueda con lo que ya hay. Para ello aplicaremos tratamientos a las cerchas de madera contra los xilófagos, y las que estén peor se sustituirán”, según explica Pedro Gurriarán, uno de los dos arquitectos del estudio Yamur, especializado en rehabilitaciones de edificios antiguos, que han redactado este proyecto. “Se trata de mantener al máximo el diseño porque es parte de la historia del monumento”, puntualiza. Por eso se optará por mantener el mismo sistema que sostiene la bóveda, de ‘cerchas’.
Esta bóveda, la central, sufrió un derrumbe hace año y medio por causa del mal estado en el que se encuentra, y se hizo una intervención de urgencia; sin embargo, ahora hace falta algo más duradero. Las cerchas que no puedan sustituirse serán cambiadas por otras, que se construirán a medida.
Lo que sí se cambiará del todo en la cubierta superior de la bóveda de la nave central del templo será el tablero que se sitúa entre las vigas de madera y las tejar, con el objetivo de impermeabilizarlo. Para ello, según comenta Gurriarán, se ha optado por un panel tipo ‘sandwich’; es decir, dos placas de madera y, entre medio, un material aislante e impermeable. “No pasará nada de agua y, de paso, también es un aislante térmico, porque cuanto menos salto de temperatura, mejor para la madera”, apunta el arquitecto. Es decir, se pretende que el edificio se vea menos afectado por los cambios de temperatura al mismo tiempo que queda protegido contra la humedad que proviene de las lluvias.
En este aspecto, también se tratará de resolver la correcta canalización de las aguas pluviales. Tal y como está diseñada parte de la cubierta, en concreto la unión de la bóveda situada sobre la capilla del sagrario y el resto de la Catedral, resulta un lugar favorable al estancamiento de aguas pluviales. “Hay que modificarlo, de manera que se consiga un correcto drenaje”, aclara Gurriarán.
Ocho meses de obras
El proyecto cuyos detalles últimos se están ultimando contempla un periodo de ocho meses para llevar a cabo las obras, ya que se trata de algo complejo. Sin embargo, no será necesario, en principio, interrumpir las actividades de culto ni cerrar el templo, por la localización de los trabajos.
Lo que no está claro es que, con el medio millón de euros presupuestados, se consiga arreglar al completo la cubierta. El IPCE (Instituto de Patrimonio Cultural de España) junto con los arquitectos ha decidido que es mejor ir de fase en fase, por lo que se ha establecido una prioridad de actuaciones según los daños que presentaba cada bóveda. “Es mejor hacer unas pocas cosas perfectas que tocar todo un poco y dejarlo a medias”, afirma Gurriarán.
En ese orden de prioridades, lo que recibirá la primera atención será la bóveda de la nave central, muy dañada por la humedad y los xilófagos. Después se actuará en el brazo derecho que conecta con esta nave, donde hay que “tocar la madera”. La siguiente en orden de importancia es la cubierta de la capilla del sagrario, donde lo prioritario es sustituir el tablero actual, en mal estado. Sin embargo, las vigas de madera están mucho mejor conservadas. Aquí es también donde se ha localizado el problema de las bolsas de agua. Por último, en caso de que quedara presupuesto y tiempo, se intervendría en la cubierta de la girola, que es la que presenta mejor estado, excepto por los excrementos de aves.