El SIPE, conocedor de estas quejas que han sido resumidas en un documento remitido a la cúpula policial, se solidariza con los agentes y pide que, cuando menos, se estudie esta reivindicación y se adopten los cambios oportunos.
Los radiopatrullas denuncian que, correspondiéndose la noche con la franja horaria en la que más delitos se suceden, resulta que hay menos indicativos de servicio. Los componentes de los zetas no están respaldados ni por los águilas (agentes de paisano a los que se les tenía encomendada la vigilancia nocturna y que fueron erradicados) ni por los agentes de la UPR, que no hacen servicio de noche y a los que se les tiene absorbidos de trabajo sin que puedan dar a basto. “Anteriormente contábamos con su apoyo y ante posibles apedreamientos los unos apoyaban a los otros”, denuncian los agentes en la misiva corporativa, sin firma, que se ha remitido al jefe superior y que el SIPE apoya ya que anteriormente el sindicato había efectuado estas reivindicaciones.
“Fuera de los apedreamientos, en cualquier intervención complicada teníamos el apoyo de estas dos unidades. Hay zonas de la ciudad que no podemos controlar”, recriminan los agentes de radiopatrullas, que reclaman a la Jefatura que reconsidere sus planes de organización aumentando los efectivos por la noche, concretamente en barriadas de la periferia donde se han concentrado últimamente más delitos, dejando de lado la mayor presencia de personal por las mañanas cuyos fines son estadísticos. En esta denuncia se encuadran los episodios delictivos que se están sucediendo en barriadas más allá del Príncipe, ante los que ya no existe el apoyo de estos dos grupos. “Para toda esa zona, a partir de las 21.00 horas, hay exclusivamente uno o a lo mucho dos zetas que no pueden controlar las situaciones que se produzcan”, denuncian. Se ha pasado de episodios en los que ha habido hasta 16 policías para contener un apedreamiento masivo a disponer solo de seis agentes. La falta de efectivos se completa con la denuncia del empleo de los agentes con fines únicamente estadísticos, algo que ya en su día puso de manifiesto el propio SIPE, al denunciar que unidades como la propia UPR son obligadas al control de indocumentados o prostitutas para engordar los estadillos, mientras que por la noche se cae en una merma policial en un momento de mayor presión en inseguridad. Se pide por tanto una reorganización policial adecuada incrementando la vigilancia nocturna, algo a lo que ahora, si así lo estima, puede responder la Jefatura Superior. No parece que vaya a ser así, ya que en la última entrevista concedida en mayo del pasado año por el jefe superior, Pedro Luis Mélida, insistía en la efectividad de la reorganización llevada a cabo y en su negativa a recuperar unidades como la de los águilas.
La UPR, absorbida en la frontera
El conflicto generado en la frontera ha terminado absorbiendo por completo a la UPR de la Policía Nacional cuya tarea se centra de forma absoluta en este punto. Las noches ya nos las cubren para servir de respaldo clave a las tareas de los radiopatrullas. “En cualquier intervención complicada teníamos el apoyo de los funcionarios de paisano y el de la UPR, grandes profesionales en orden público”, denuncian. Ahora ese apoyo además de haber sido retirado por la reorganización policial habida es un imposible, puesto que estas unidades policiales, que han conseguido las estadísticas mejores de todo el país y por ello han sido incluso reconocidas a nivel nacional por el DAO, están centradas de manera exclusiva en la contención de los porteadores que quieren cruzar el Tarajal.