Me resulta poco verosímil el discurso de una progresía, donde su principal portavoz ha gozado de un estupendo salario público a dedo durante muchos años, que abogue porque los diputados no perciban remuneración alguna. Me sorprendió, una vez más, que la izquierda defendiese que no hay que pagar el trabajo realizado, mucho más, cuando la indemnización de 1300 euros al mes constituye para algunos miembros del gobierno la diferencia entre la paupérrima indignidad y la aceptación de responsabilidades jamás pagadas.
Basta con asomarse a la vida profesional previa y a los puestos de trabajos que tienen consolidados algunos miembros del gobierno popular para comprobar cómo, al menos 4 de ellos, se encuentran percibiendo menos de lo que ganarían si volviesen a sus trabajos habituales.
Es cierto que para aquellos diputados que no tienen ninguna responsabilidad de gobierno, como son todos los de la oposición, percibir 1300 euros al mes por asistir a un Pleno de la Asamblea a decir sandeces y perogrullos puede parecer demasiado. Pero hay que reconocer que la mayoría de los diputados que constituyen la Asamblea asumen responsabilidades duras y difíciles de cargar.
Conocemos de sobra ejemplos callados y cercanos en el tiempo de algunos diputados que donaron parte o la totalidad de sus indemnizaciones a la caridad, e incluso de alguno que renunció voluntariamente a la totalidad de otras indemnizaciones por responsabilidades añadidas, y los hubo quienes hicieron ambas cosas. Ejemplos que pueden seguir aquellos que demandan el gesto demagógico de los diputados a coste cero.
Y también es injusto olvidar en el tiempo que, no hace mucho, los diputados se recortaron un 15% sus indemnizaciones, mientras el resto de los trabajadores públicos lo hacía un 5% de media.
Por otro lado, es incongruente sostener un discurso en contra del recorte salarial público y solicitar el recorte más absoluto para los 25 legítimos representantes de los ceutíes.
Ya me dirán que firmeza de discurso puede sostener una izquierda que trata desigualmente a los trabajadores atendiendo a su condición de político o no.
Sin embargo, nadie ha hablado de productividad, de percibir remuneración de acorde a su actividad política.
Nadie ha dicho de valorar el trabajo diario y callado de un diputado, no solo de representatividad, también por su labor anterior y posterior a los plenos, sus reuniones de grupo, su trabajo político paralelo y otras labores que no tendrían que asumir si no fuese por ser diputados.
Conozco a algún miembro de gobierno, y de la oposición, que ganaría muchísimo más que esos 1300 euros si se tuviesen en cuenta todas las horas que le echa a su trabajo como diputado, y también conozco a alguno que tendría que devolver dinero al Estado por lo enormemente vago que ha sido durante años.
Cuando lo único que se le ocurre a la oposición es ahorrar menos de medio millón de euros a costa de miseria e indignidad para el gobierno de la Ciudad, mal anda la democracia en Ceuta.
Cuándo se dará cuenta la oposición que todos los ceutíes, incluso los que hemos votado al Partido Popular, la necesitamos como acicate de nuestro gobierno popular y no como ejemplo de demagogia y pérdida de tiempo.