El ‘caso Emvicesa’ promete. Sean las consecuencias que sean, el trabajo que se ha llevado a cabo protegido por el secreto de sumario ha venido a demostrar que algo no funcionaba bien en materia de vivienda. A estas alturas no creo que nadie dude de este hecho, ni del descontrol habido, ni de la existencia de cobros a cambio de compromisos de adjudicación que podían gestarse o no. Hay declaraciones de personas que dicen haber pagado y un brillante trabajo policial. Pero también queda por delante más diligencias por practicar así como indagaciones policiales en torno a los documentos y material intervenidos.
Resulta que el runrún ha sido cierto, resulta que todos esos años de rumores han dado pie a lo que hoy tenemos, resulta que al final ha habido personas que se han atrevido a confesar pagos y han dado nombres y apellidos. Antes de esta operación ha habido intentos por dar con estas prácticas, como sucedió en la ‘operación Reina’ cuando el CNP tuvo conocimiento de supuestos cobros por venta de casas a raíz de una investigación en torno a un homicidio. Aquella pieza desgajada se archivó al no poder extenderse más la investigación, pero de ese trabajo se ha nutrido buena parte de las conclusiones a las que ahora se están llegando policialmente.
Quedan jornadas por conocer y saber más en torno a esta supuesta organización criminal bien estructurada, que funcionaba con enlaces que tenían sus distintos roles. El secreto de sumario ha servido para proteger una investigación evitando las filtraciones que terminan siempre por entorpecer los trabajos. Quedan en evidencia muchas de las promociones entregadas, los criterios seguidos, las adjudicaciones. Si tiráramos de hemeroteca y llegáramos hasta promociones antiguas podrían salir a la luz casos demasiado inmorales como para ser aceptados por alguien de bien.
No sé cuál será la decisión que se adopte políticamente, tampoco las consecuencias judiciales de un proceso aún incipiente. Pero sí sé que debe instaurarse una forma de proceder que evite los vicios consentidos y habidos, así como una mayor preparación a la hora de seleccionar a las personas que van a terminar siendo cargos públicos con decisión para controlar los procedimientos. La palabra fiscalización viene demasiado grande a quienes han considerado un acto de gracia el ser elegidos en unas listas, tan de gracia que han mostrado poca capacidad para frenar las injusticias que suponen dar a quien no se merece.