Es conveniente que la historia ponga a cada uno en su sitio y los hechos en el lugar que les corresponde y, a través del mejor testigo que en este caso son las hemerotecas, se sepa quién y quiénes, en aquella campaña de Ifni-Sáhara, fueron patrocinadores de Ali Ben Boaida, y otros que lo toleraban y se hacían cómplices de los que pedían para Marruecos, Ifni y Sáhara, aunque hay que hacer constar que la mayoría de los nativos de Ifni y Sáhara se negaban rotundamente a ser parte del reino alauita, con la consigna que ellos afirmaban: “al rey ni se le pagan impuestos ni se le rinde pleitesía”.
No lo digo yo, ahí están los documentos que así lo avalan. El principal protagonista y abanderado de las ansias anexionistas sobre los territorios de Ifni y Sáhara fue Al-La-el Fassi, el jefe del partido Istiqlal, y fue él personalmente el que llevó a la práctica lo que diseño como el mapa del Gran Magreb, que incluía, por supuesto, Marruecos, Ifni, Sáhara, Mauritania, las Islas Canarias, Ceuta y Melilla. Todo ello exhibido en un jeep cuando el rey Mohamed V hizo su presentación ante el pueblo marroquí. En los laterales de ese vehículo figuraba el panfleto del Gran Magreb y el testigo de ello fue el fallecido periodista Ramiro Santamaría, que cubría la información para varios diarios nacionales, incluso pudo obtener varias fotografías de dicho acto carnavalero. Como marioneta de las mencionadas bandas rebeldes que dirigían el Istiqlal designaron a un tal Ben Hammu, que había sido sargento del ejército francés, el cual se jactaba de que la primera vez que comió pan fue en el ejército francés. Ben Hammu tenía el cuartel general del mencionado Ejército de Liberación marroquí en Gulimin, donde tenían abundante armamento, munición, granadas de mano y mortero y, desgraciadamente, una gran parte de dicho armamento y munición procedía de los parques de artillería españoles, que se lo habían facilitado al gobierno de Marruecos para el nuevo Ejército Real. Lo curioso del caso es que contaban con camiones y jeeps del ejército de EE. UU., que, misteriosamente, habían desaparecido de una base aérea del ejército americano en Marruecos. Cuando fuerzas de la VI Bandera de La Legión conquistó el poblado de Sidi Mohamed Ben Dau (Ifni), en la desbandada del enemigo dejaron abandonado abundante material, y entre dicho material había varios capotes militares ingleses, con botones dorados, en cuyo anverso se veía una espada y una rama de laurel, con la inscripción Thower Llotiers Lld. Great Loats, 1951 Patent Sige, y otras prendas de origen ruso, egipcio e israelí.
Y el lector se preguntará quién era el tal Boaida. Ramiro Santamaría, periodista especializado en temas africanos y que pasó largos años de su vida en Marruecos, Ifni y Sáhara, así lo describe: “como patrocinador económicamente de las bandas rebeldes destaca el acaudalado (a nuestra costa) Ali Ben Boaida, natural de la vecina Kabila de los Ait Lahsen. Maltratado psicológicamente, escurridizo e intrigante, hasta el punto que logra ponerse a caballo de la política marroquí y española, hasta el punto de ser súbdito español de una parte, mientras que por otra era marroquí, simultaneando la adquisición de sus méritos, que culminarían primero como gobernador de Tarfaya (antes Villa Bens), y después como consejero del reino alauita, para más inri estando en busca y captura por el juzgado militar permanente de Las Palmas de Gran Canaria, en junio de 1969, cuando la entrega de Ifni a Marruecos, con el general Ufkir, coronel Dilimi y otras autoridades, allí estaba este siniestro personaje”.
Mi buen amigo (q.e.p.d.) el coronel de Infantería, Francisco Mena Díaz, en una entrevista que le hizo Santamaría explicaba quién era este Boaida: “como patrocinador económicamente de las bandas rebeldes del Ejército de Liberación marroquí, este acaudalado era un sujeto todo escurridizo, quien no solo facilitaba dinero a las bandas rebeldes, hasta sus vehículos (camiones) para transportar víveres y armamento, incluso de labores de espionaje para informar a las bandas rebeldes del despliegue de las fuerzas españolas”.
En un libro cuyo autor es Gastón Segura Valero y titulado ‘Ifni, la guerra que silenció Franco’ se narran, muy bien documentadas, las andanzas de Ali Ben Boaida. No obstante, no estoy de acuerdo con el título de la obra, ya que poseo toda la prensa nacional de 1957 a 1958, con noticias y reportajes que sí se publicaban, aunque con reservas, al tratarse de operaciones militares de aquella campaña. Incluso en las Cortes españolas, el entonces ministro del Ejército, Antonio Barroso y Sánchez Guerra, expuso en un amplio documento, que obra en mi poder, los hechos sucedidos. En el citado libro Gastón Segura explica: “la apertura incesante de oficinas del Istiqlal en Ifni y el Sáhara, su gran promotor era el mercachifle rifeño, Ali Ben Boaida, el cual recorría el desierto de arriba abajo con sus camiones engalanados con banderas marroquíes”. Y sigue narrando que el tal Boaida “se había establecido para aprovisionar a las bandas rebeldes en la charca de Tenuaca”.
Ali Ben Boaida hizo todo su patrimonio gracias a España, el cual surtía a toda la guarnición de Ifni y con sucursales de sus empresas en el Sáhara comercializaba con víveres, electrodomésticos, vehículos y todo ello a gran escala, incluso le llegaban barcos fletados con harina, azúcar y otras mercancías, de sus andanzas y fechorías. Sus andanzas terminaron cuando se dio a la fuga a Marruecos antes de que la justicia española le pidiese cuentas de sus fechorías y es cuando el juzgado militar permanente de Las Palmas de Gran Canaria dicta una orden de busca y captura, según recoge el sumario 15/1958, para ser detenido y entregado a dicha autoridad militar por el presunto delito de ‘traición’.
Aún hay más sobre este personaje, como escribió el coronel José Ramón de Diego Aguirre, en su libro ‘La última guerra colonial’: “próximos a Ifni disponían las bandas rebeldes del Ejército de Liberación marroquí de grandes cantidades de víveres, suministrados por el comerciante Ali Ben Boaida, en contacto con Rabat”.
Finalmente, lo más triste y vergonzoso fue que Ali Ben Boaida, en requisitoria por un juzgado militar de Las Palmas, en junio de 1969, con la entrega de Ifni, apareció con las autoridades militares marroquíes en dicho acto oficial. Lo que sí hay que dejar claro es que España hizo por Marruecos lo habido y por haber, y aquí está este testimonio, que desgraciadamente tan mal nos ha pagado siempre Marruecos: “fui médico militar del ejército español a las órdenes del general Mizzian, de 1957 a 1960. Ante todo, Marruecos no fue nunca colonia de España, sino simple protectorado. En 1956 había carreteras asfaltadas desde Ceuta hasta Tetuán, Tánger, Larache y Alcazarquivir, había hospitales en Tánger, Tetuán y Larache construidos por España, además de una red completa de dispensarios rurales que atendían gratuitamente a la población. España instaló en Marruecos toda la infraestructura de base, agua, electricidad, correo, telégrafo, teléfono, etcétera” Ramón Navarro, ‘La Vanguardia’, 15 de noviembre de 2001.