No es necesario acudir a un café debate para saber de la dificultad de la vida. Sí resulta de utilidad, sin embargo, conocer de primera mano los testimonios de cinco inmigrantes subsaharianos, esa otra realidad que es su día a día y que fue su pasado. Y pudo conocerse gracias al café debate que el PSOE ceutí organizó ayer en su sede, el primero de una serie con la que el partido pretende “generar debate social”, como señaló en la presentación Paloma Fernández Coleto, secretaria de Organización.
“La vida es difícil. La vida es un no descanso”, dijo Djacaridia, un joven de Mali con un sueño tan redondo como un balón de fútbol. “Hui de mi país porque quería ser futbolista”. El café debate se convirtió más un relato, los varios relatos de vida que componen ese magma africano que habita El Jaral. “Cada uno de nosotros tiene una historia diferente”, declaró Daniela, de Camerún, que era como decir que no somos tan diferentes de vosotros como podríais estar pensando.
Antes de los relatos vino la explicación de Carlos Bengoechea, director del Centro de Estancia Diurna para Inmigrantes (CETI), pues antes de la práctica, sostienen algunos, debe haber una teoría en la que basarse. “En el CETI”, desglosó Bengoechea, “recibimos ese tipo de inmigración que, al contrario que la marroquí, no tiene redes de apoyo cerca y pretende salir de Ceuta, además de estar muy alejados culturalmente de España”. Y antes de ceder el protagonismo a los verdaderos protagonistas de los relatos, Bengoechea habló de las funciones principales del CETI: proteger, formar y derivar.
Y, de cada función, un capítulo. De la protección, el caso de Ingrid y Daniela, dos jóvenes, la una de Camerún y la otra de Congo, que por fin han logrado proclamar en voz alta que son pareja de hecho. Su próximo objetivo es el matrimonio, de cuyas gestiones ya se hace cargo el servicio jurídico del CETI.
En el apartado de la formación y la integración dieron cuenta Daniel, de Camerún, y Djacaridia, de Mali, jóvenes a los que el tiempo les ha cundido en forma de estudios y excelencia. Con una huida a la desesperada a sus espaldas, los dos africanos sólo saben mirar el futuro a base de roturar el presente. “Puedo trabajar ya, pero quiero seguir formándome”, declaraba Daniel.
Para ilustrar la derivación, esa tercera función del CETI, el nigeriano Samuel, radiante al saber que pronto irá a reunirse con su familia en “la península”, palabra, también un concepto, que mejor conocen del español los inmigrantes de El Jaral.
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