El precio de la inmigración

La entrada de inmigrantes en balsas a motor ha dejado de ser algo anecdótico. La Guardia Civil tiene constancia de la llegada de cinco en los dos últimos meses, lo que no quiere decir que haya podido haber alguna intromisión más que no ha podido ser detectada. Lo que empezó siendo un hecho aislado ha terminado por convertirse en otra vía de escapada de Marruecos que conlleva el abono de mayores cantidades por parte de los inmigrantes.
Ocupar una embarcación como la que ayer fue interceptada por el Servicio Marítimo de la Benemérita y la Gadir supone un desembolso de unos 1.500 euros. Esconde además una forma organizada de intentar el pase, que tiene a sus espaldas una organización previa. Es decir, no se trata de escapadas que corren por cuenta de quienes van a ocupar las balsas tipo toy, sino que se trata de pases más preparados en los que intervienen enlaces de las organizaciones mafiosas dedicadas a la introducción de los hombres y mujeres que escapan del África subsahariana.
Los al menos cinco casos de los que ha tenido constancia la Benemérita obedecían a este tipo de estructuras, cumpliéndose todos los perfiles y tratándose de inmigrantes con un poder adquisitivo mayor que les permite efectuar travesías que, se supone, les van a ofrecer mayores garantías. Eso es lo que se les ‘vende’ por parte de las mafias, aunque son demasiadas las ocasiones en las que la travesía queda frustrada por avería en el motor o porque los propios inmigrantes se desorientan en su periplo clandestino.
La inmigración tiene un precio. 1.500 euros conseguir esa embarcación a motor. ¿Y pasar en un coche la frontera? La cifra se eleva a 6.000. Algo similar a las motos de agua, cuyos trayectos se organizan prácticamente desde el origen de la marcha, así que ese es el dinero invertido para todo el camino seguido.
El poder adquisitivo de los inmigrantes o las deudas que hayan contraído con las mafias (tal es el caso de las redes de prostitución) definen el que se apueste por un tipo de pase u otro. En los últimos meses se ha detectado una entrada de subsaharianos en dobles fondos de vehículos que ha dado pie al inicio de investigaciones que siguen su curso.
Ajeno a todo este movimiento digno de profesionales mafiosos se encuentran los pases habituales en balsas playeras, que son adquiridas por unos 200 euros (si salen de Marruecos) o menos de cien (si lo hacen desde Ceuta) y en donde los inmigrantes disponen de total independencia. Ellos son los que van acumulando el dinero hasta conseguir pagarse una balsa. La compran en cualquiera de los mercadillos ambulantes ubicados en los arenales marroquíes y emprenden salida, sin tener que esperar las directrices de las organizaciones mafiosas. Estos son los pases con los que se topan a diario las unidades de Salvamento, que engordan las largas listas de servicios practicados en el mar. Servicios que ni entienden de temporales, ni de niebla o peligros porque significan el interés que tienen hombres y mujeres por huir de sus orígenes y emprender marcha hacia Europa.
Ellos, los inmigrantes sin papeles, dejan atrás el África subsahariana en un periodo de tránsito, en plena Operación Paso del Estrecho, en el que Marruecos recibe a miles de magrebíes que, bien dotados económicamente, hacen la travesía a la inversa, alimentando una difusión de los éxitos conseguidos al otro lado de África imposible de rebatir, de anular o frenar.
Las mafias se hacen fuertes en torno a este mercado y juegan con hombres y mujeres convertidos en víctimas del sistema.