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El policía herido en los sucesos de San Juan de 2005, en el olvido

La noche del 24 de junio de 2005 le cambió radicalmente la vida al agente de la Policía Nacional Antonio Garcés. Y se la cambió a peor por culpa de la pirotecnia empleada en aquel San Juan que, sin control alguno, siguió un camino equivocado dejando 30 heridos por quemaduras de diversa consideración.

Entre todos ellos uno grave: el agente Garcés, quien perdió el 98% de la visión de su ojo izquierdo después de intervenir, en primera línea de playa, para que decenas de personas no se vieran afectadas por quemaduras.
Hoy, casi 9 años después de aquello, Garcés vive prácticamente en la ruina, después de que se le jubilara forzosamente, en julio de 2009, al entender la Dirección que no podía continuar en el Cuerpo. En cualquier momento puede ser lanzado de la casa que ocupa pues carece de recursos para hacer frente a la hipoteca, debido a las condiciones económicas en que quedó tras los hechos que fueron desencadenándose en su vida, orientándola por otros derroteros.
Su historia es un claro ejemplo de cómo la vida de un agente puede llegar a torcerse por una actuación que terminó como no debía y que le ha dejado a él como víctima olvidada de un accidente del que nadie quiere hacerse responsable. Ni antes, ni ahora. Así, pasó de estar deteniendo a un delincuente peligroso en el Príncipe en una jornada en la que “nos tiraron de todo menos flores” a intervenir en un complicado incendio ocurrido en los Pisos Militares para, una vez llegado a la Jefatura después de ese doble servicio en los zetas, toparse con la notificación de que se iba a la calle de forma forzosa.
La vida de Garcés se torció aquel San Juan del que, casi nueve años después, nadie quiere responder. Se le reconoció el acto de servicio realizado aquella noche pero, por el otro lado, le jubilaron echándolo a la calle y nunca se le reconoció indemnización alguna. Ni a él, con el caso de mayor gravedad, ni al resto de personas que sufrieron quemaduras más leves.
El caso fue archivado por el Juzgado de Instrucción número 4 al considerar que no existía responsabilidad penal alguna ya que se concluyó que el accidente fue fortuito. No obstante, el juez instructor dejó escrito en su auto, notificado en junio de 2010, la posibilidad de que Garcés, al igual que otros heridos, emprendiera acciones civiles que nunca se han materializado puesto que la única respuesta obtenida por parte de la Ciudad Autónoma a los distintos escritos remitidos reclamando la responsabilidad patrimonial por los hechos ha sido la del silencio administrativo.
“Aquella noche ya fue especialmente movida”, recuerda Garcés, nueve años después en una entrevista con El Faro. Antes de que se produjera el accidente, tanto él como un compañero, ambos destinados en los zetas, tuvieron que echar de la playa del Chorrillo a un borracho que estaba dando problemas con la hoguera. Sobre la arena eran pocos los policías que estaban desplegados, ya que la amplia mayoría se encontraba en la parte superior. “Estábamos tres policías nacionales nada más en la arena”, recuerda Garcés.
“Pusimos el cinto de seguridad y recuerdo que a uno de los técnicos que estaba allí presente le pregunté si era todo seguro y me respondió que sí. El hecho es que no avisaron a los agentes especializados para estos asuntos, que son los TEDAX, y nos quedamos allí mis compañeros y yo”, añade. “Nosotros tiramos a la gente hacia atrás porque desde las lanchas que había en el mar había quienes estaban tirando cohetes hacia la arena. Estábamos allí solo tres agentes y podía ser muy poco lo que hiciéramos”, recuerda.
Eran los momentos previos a la celebración de San Juan y nada presagiaba lo que iba a suceder. “Estábamos controlando la situación y de repente vimos que uno de los cohetes subía pero no marchaba hacia el agua sino que venía hacia la arena. Mis compañeros y yo empezamos a correr y a avisar a la gente de que el cohete iba a explotar en la arena... pero nadie se movía. Recuerdo que aparté de en medio, a una abuela y a varias niñas pequeñas”, añade. Garcés se interpuso entre una carcasa pirotécnica no explosionada y el público congregado salvando la vida e integridad de varios de los presentes.
Después de aquello el caos se adueñó de la playa. Decenas de heridos con diversas quemaduras  eran atendidos en el arenal, mientras que Garcés tenía que ser trasladado al Hospital con una quemadura en el ojo. A partir de ahí empezó su calvario. “A mí no me dijeron nada, pero ya a mi jefe le avisaron de que el ojo lo iba a perder. No podían hacerme ninguna prueba ni nada porque lo tenía lleno de sangre”. Tras aquello llegaron hasta tres operaciones, visitas a los médicos en Ceuta y en Sevilla para, al final, confirmar la pérdida de visión de un 98%.
Garcés reconoce estar orgulloso de la intervención llevada a cabo aquella noche, a pesar de que hoy se encuentre prácticamente en la ruina con dificultades para llegar a final de mes y sin que, a pesar de la insistencia, la Administración haya contestado a los escritos remitidos en cuantiosas ocasiones por su Defensa para responder de la indemnización que siempre se le ha negado. “Aquella noche me malogró la vida por completo”, indica. “Yo estaba orgulloso de la intervención, de hecho me condecoraron con la Cruz al Mérito Policial con distintivo rojo y a título colectivo la Medalla de Oro de la Ciudad de Ceuta. Me reconocen toda clase de méritos pero a la hora de la indemnización... si te he visto no me acuerdo... Me han jubilado del Cuerpo, me han dejado en la ruina... Yo me alegro porque las niñas que retiré de la playa hoy tienen diez años más, serán unas señoritas, pero póngase a pensar cómo estoy yo, cómo me he quedado”, lamenta.
¿Se arrepiente de aquella acción? “No tengo valor para no hacer lo que hice. Estoy también condecorado con el Galón de Mérito del 83 por meterme en un incendio en un quinto piso en diciembre de aquel año en Tudela (Navarra)”, añade. La respuesta a la pregunta es evidente: lo volvería a hacer.
Garcés mantiene su pelea, cual David frente a Goliat. Lleva años presentando escritos sin que se le haya atendido hasta la fecha. El 10 de junio de 2011 se presentó en el Ayuntamiento la reclamación patrimonial por los daños sufridos debido, entiende, a un anormal funcionamiento de los servicios públicos, ya que la Ciudad era responsable de la contratación de la pirotecnia de San Juan y debía garantizar que no hubiera problemas de ningún tipo. Los hubo, causaron daños y ahora se escurre el bulto a esa responsabilidad patrimonial.
Garcés protagoniza desde entonces un rosario de reclamaciones que todavía persiste. La única respuesta obtenida fue en 2013 cuando se le comunicó telefónicamente que todos sus escritos se habían perdido. Algo ilógico en pleno Siglo XXI y que provocó que, poco después, su abogado volviera a presentar una documentación con la narración de los hechos que fundamentan la reclamación como la cuantificación de la indemnización y toda la documentación que los acreditaban.
El silencio administrativo ha sido la respuesta dada. Hasta la fecha no se ha procedido a abrir expediente, desatendiendo todas las peticiones cursadas por el afectado. A todos los pasos dados se le ha respondido con el caso omiso.

 

El agente Antonio Garcés fue condecorado en el Patrón de 2010

El agente Antonio Garcés, al que se le conocía en la ciudad como ‘el maño’ por su origen aragonés, estuvo destinado en Ceuta desde el año 2003 hasta 2009. De no haber sido jubilado de manera forzosa, hubiera seguido en el Cuerpo Nacional de Policía hasta el año 2022. Afiliado al SUP, formaba parte de la cúpula sindical con Andrés Carrera al frente. Destinado en los zetas, en la comisaría de San José, el mismo día en que el jefe superior de la época le comunicó la jubilación forzosa había estado deteniendo a un delincuente en el Príncipe e interviniendo en un incendio en los Pisos Militares. En octubre de 2010, con motivo de los actos del Patrón, se le impuso una condecoración al Mérito Policial con distintivo rojo junto a otro compañero del Cuerpo.

 

Las distintas reclamaciones cursadas a la Ciudad han obtenido como respuesta el silencio administrativo. Los hechos fueron portada en 2005

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