A finales de agosto, en una visita organizada para los medios de comunicación, el presidente de la Ciudad auguraba que el futuro Parque de Santa Catalina estaba llamado a convertirse en un “pequeño oasis” para el disfrute de los ceutíes.
Vivas bautizaba así el que en apenas unos meses debe ser el resultado de las obras de urbanización y reforestación que se ejecutan sobre 66.000 metros cuadrados de lo que en su día fue la base de una gigantesca montaña de basura y residuos urbanos que se erigía junto al cementerio. Una década después de la clausura y sellado de aquel vertedero, motivado en parte por un tirón de orejas de la Unión Europea, la actividad en los terrenos apunta ahora hacia la que será en breve su nueva estampa.
La transformación de ese extremo de la ciudad avanza “fenomenal, a un gran ritmo”, asegura a El Faro la consejera de Fomento, Susana Román, satisfecha con las líneas maestras de un proyecto que en su día confió en que se convertirá en “un segundo Parque Marítimo” por su impacto medioambiental, en las antípodas de lo que fuera antaño. Operarios y maquinaria trabajaban sobre el terreno incluso ayer, jornada festiva. Le daban forma al entramado de ocho plataformas y a la red de 2,5 kilómetros de senderos que serpentearán sobre el espacio verde con fines deportivos o de paseo. La actuación se enmarca en otra global que trata de poner en valor el eje que une San Amaro y el Hacho. En total, más de 10,5 millones de euros de los que la fase de urbanización y reforestación absorberá 1,2.
Cuando concluya esa primera etapa de los trabajos, detalla la Consejería de Fomento, será el momento de completarla con la siembra de especies vegetales autóctonas, entre ellas el pino canario, la lavanda, la jara o el romero. Acompañarán a las palmeras que ya se pueden ver junto a la rotonda de acceso al cementerio y que en su día fueron trasplantadas desde su emplazamiento original, el pequeño parque situado frente al antiguo edificio de la UNED, en el Morro.
El ritmo de los trabajos permite aventurar que el nuevo Parque de Santa Catalina podrá recibir a sus primeros visitantes en marzo, la fecha prevista cuando se dio el pistoletazo de salida. Para alcanzar ese objetivo deberán también terminar de definirse en las próximas semanas los miradores y las zonas de sombra con las que se pretende acondicionar el espacio para su uso completo como área de esparcimiento. También, aunque contemplado en un proyecto futuro, está prevista la instalación de una pasarela de madera de casi 65 metros de luz que está llamada a conectar el punto de entrada con el otro extremo y que, según los redactores del documento, se convertirá cuando vea la luz en uno de los recorridos más extensos del país.
Vegetación, plataformas elevadas, caminos de material cribado, empedrados vegetales, empedrados de mortero, conexiones peatonales... El proyecto saldará así lo que la Ciudad interpretaba como “una deuda” con los ciudadanos al sumar e integrar al patrimonio natural un enclave que durante años amenazó con provocar una catástrofe medioambiental. Su final en 2003, con la apertura de la planta de tratamiento de residuos y las obras que evitaron la caída de basura al mar marcaron el principio del fin del vertedero. El proyecto de recuperación del espacio se retrasó más de lo previsto, pero en apenas tres meses está llamado a borrar de la memoria aquella mancha en el expediente municipal. El arranque de 2015 marcará ese punto de inflexión.