En los últimos años el fútbol ha ido dejando a un lado el aspecto técnico para fijarse un poco más en el físico, de modo que en la escena futbolística han aparecido jugadores que, amparados en su buenas dotes físicas, le han ido comiendo el terreno a otros más habilidosos con el balón pero menos sacrificados. Esta breve introducción sirve para resaltar la importancia que la educación física tiene en el deporte en general y en el fútbol en particular. De eso sabe mucho José Carlos Jiménez Varela Ceuta, 1970), Mane como lo conocen todos, quien lleva ya muchos años compaginando su labor docente con la de preparador físico.
Comenzó esta andadura en las filas del AD Ceuta B en Tercera División (temporada 99-2000) con Tayo en el banquillo y ha continuado en el Serrallo (00-01 y 03-04), el AD Ceuta (01-02), el Atlético de Ceuta (07-08), el Puerto Real (09-10), el Atlético Sanluqueño (10-11) y en la Balompédica Linense, la primera vez en la campaña 2004-2005 y la última en la presente temporada con Rafael Escobar en el banquillo.
Este ceutí, que es el mayor de una familia de dos hermanos, defiende la trascendencia de la preparación física y no disimula de que le gustaría entrenar en nuestra ciudad, después de tres años consecutivos ejerciendo esta labor en clubes del sur peninsular, lo cual supone un importante sacrificio.
–¿Por qué la educación física?
–Siempre he jugado al fútbol y el deporte ha estado muy unido a mi vida. En Bachillerato decidí hacer INEF en Madrid porque jugaba al fútbol y me gustaba esta profesión.
–¿Cómo fue la carrera?
–Estupenda porque la época universitaria la recuerdo con mucho cariño. Es una carrera con dos facetas, una primera teórica donde cada año tienes dos o tres asignaturas importantes y otra parte más práctica con todos los deportes, hasta que al final te decantas por uno y en mi caso fue el fútbol.
–¿Qué es lo que más gratamente te sorprendió en el INEF?
–El ambiente porque no notas el salto a la universidad ya que sigues teniendo la misma relación con los profesores y los compañeros que había en el instituto, es decir, las clases son de unas treinta personas y eso permite un tener el mismo ambiente que en tu etapa anterior.
–¿Te ayudó el hecho de haber sido futbolista?
–Sí, siempre jugué en el San Agustín como lateral derecho o izquierdo y a veces de interior, aunque empecé jugando de extremo, es decir, a medida que pasaban los años iba bajando de posición. Esto me ayudó para entrar en el INEF porque debías tener unas condiciones físicas buenas y como era deportista tenía ya un plus ganado.
–¿Qué es lo que más trabajo te costó asimilar?
–Las asignaturas psicopedagógicas aunque las más difíciles eran las de anatomía y fisiología, pero me costaron menos porque eran más interesantes.
–¿Es verdad que tu primera experiencia laboral fue en una gasolinera?
–Sí, trabajé en la Shell de gasolinero mediante turnos de suplencia cuando tenía 24 años. Al mismo tiempo estaba haciendo el servicio militar en Ingenieros.
–¿Y a nivel docente?
–Me llamaron para trabajar en el instituto Benavente de Zamora como interino y acepté, por lo que estuve un año allí hasta que en el curso 98-99 empecé a trabajar en La Inmaculada y en las Adoratrices, compatibilizando ambos colegios hasta que me ampliaron las horas en La Inmaculada y me dediqué plenamente a este colegio.
–¿Cuándo empiezas a preparar a equipos de fútbol?
–En la temporada 1999-2000 con el filial del Ceuta que militaba en la Tercera División. Veía difícil meterme en el mundo del fútbol pero me dieron una oportunidad y acepté. A la larga la conclusión final fue negativa porque el equipo empezó bien pero a medida que pasaban las jornadas se desmoronó y terminaron jugando juveniles.
–Y de ahí al Serrallo CF ...
–Sí, ahí empecé a sentirme preparador físico porque era un club independiente, no era un filial y tuve la suerte de conocer a Rafael Escobar como entrenador y gracias a él he podido llegar a otros sitios.
–¿Cómo fue la experiencia con el AD Ceuta de Segunda B?
–Estuve como segundo preparador en la temporada 01-02 porque el primero era Alberto Zerpa y fue muy positiva ya que tuve vivencias en un club profesional, con jugadores de categoría y pude aprender muchas cosas.
–Y ahora con la Balompédica Linense, ¿vaya temporada no?
–Sí, es un sacrificio porque trabajo por la mañana y entreno allí por las tardes, lo cual resulta un poco cansado, sobre todo cuando el mar está en malas condiciones. Aún así, vale la pena porque me siento realizado profesionalmente y es un complemento perfecto a la docencia. Además, está siendo mi temporada más gratificante porque es la primera vez que estoy en Segunda B, el equipo está dando un rendimiento excepcional, ya está salvado a pesar de ser un recién ascendido y vamos a luchar por una de las cuatro plazas para el ascenso. Lo que venga ya es un añadido.
–¿Cómo debe ser un buen preparador físico?
–Tener buenos conocimientos y estar siempre en una posición intermedia entre el entrenador y el jugador porque muchas veces eres el comunicador de la plantilla. Además, debes crear unas actividades que motiven y mantener un contacto directo con el jugador para conocer sus sensaciones.
–¿Por qué es esencial la condición física para un equipo?
–Dentro del fútbol hay muchos factores que no se pueden separar y que influyen y la preparación física tiene una gran importancia porque ayuda al jugador a desarrollar mejor su potencial en aspectos técnicos y tácticos, es decir, una buena preparación hace que el futbolista se siente más seguro, por lo que el papel del preparador físico es fundamental y necesaria, no se puede prescindir de esta figura.
–¿Qué tal tu papel en la Escuela de Entrenadores?
–Es un aspecto profesional que siempre me ha gustado porque los técnicos deben comprender que la preparación física debe ser la base de la formación de cualquier niño y eso intento inculcar en mi asignatura.
–Finalmente, ¿Te gustaría ejercer tu labor en Ceuta?
–Sería una enorme ilusión poder entrenar al primer equipo de la ciudad pero no depende de mí.
“En mis clases trato de crear hábitos saludables en los alumnos para que tengan mejor calidad de vida”
PROFESIÓN. Desde hace catorce años Mane imparte clases de Educación Física en el colegio concertado de La Inmaculada dada su condición de profesor.
A la hora de hablar sobre su labor docente, que se circunscribe a alumnos de 1º a 4º de Secundaria, nos dice: “trabajar con niños es agradable pero muchas veces te sientes un poco frustrado porque el trabajo de educación física no está muy bien reconocido socialmente, lo cual es un gran error”.
Lamenta esa falta de consideración hacia su asignatura por parte de un sector de la población. “Algunos ven la educación física como algo secundario pero en verdad tratamos de inculcar a los alumnos unos conocimientos para que sepan cuidar su cuerpo desde el punto de vista físico y tener una mejor calidad de vida, es decir, creamos hábitos saludables, que es el principal objetivo”.
En sus clases intenta “que sean entretenidas y que el alumno vea que la actividad física requiere un esfuerzo pero sin ser un sacrificio negativo. Los jóvenes deben entender que tiene una gran cantidad de posibilidades tanto las actividades físicas recreativas como los deportes”.
Intenta no ser excesivamente duro. “Soy exigente para que el alumno trabaje”, puntualiza.
Sobre la respuesta de los alumnos dice entre risas que “habría que preguntarle a ellos pero habrá de todo, a los que les guste más y a los que les guste menos”.
En relación a la dificultad de la programación anual añade: “después de tantos años de dedicación ya no es difícil aunque al principio lo era al desconocer las actividades más favorables o divertidas, por lo que tienes que ir probando poco a poco”.