El artista Ginés Serrán Pagán se topó ayer con la nueva ubicación que la Ciudad le ha dado a su ‘mellizo’: uno de los Hércules que construyó y que fueron colocados en el puerto. No lo había visto todavía y una visita relámpago a su ciudad natal le ha servido para valorar su nueva ubicación y para dejar claro ese punto de vista del artista que, considera, ha sido objeto de una polémica política que no va con él. Los 18.000 euros que ha costado el traslado del Hércules del puerto al centro han motivado críticas lacerantes contra el Ayuntamiento y su gestión. Y de paso le ha salpicado al artista. Y eso duele. Al menos a un Serrán Pagán que lamenta el oscurantismo que, desde un principio, rodeó a la venta de sus Hércules.
Niega la mayor. Sus ‘mellizos’ no costaron más de un millón de euros. La Ciudad abonó 385.000 euros por uno mientras que el otro sigue siendo de su propiedad y lo cedió para su ubicación en el puerto. En una entrevista con este medio, Serrán Pagán asegura que el montante del millón de euros se refiere a todas sus obras adquiridas por la Ciudad no a sus Hércules. Un error que, considera, le hace daño porque se da una visión de la realidad nada acorde.
Pero hay más. Serrán Pagán asegura, para quien lo quiera saber, que traer su obra a Ceuta le ha costado algo más que sudor. También apuros económicos. El cobro se ha hecho por anualidades y los retrasos han sido varios. Hasta el punto de que, en ocasiones, ha tenido que hacer frente a su labor artística con su propio dinero y hasta ha tenido que hipotecarse. Por eso las críticas políticas que le sitúan a él como un enriquecido le molestan. Y mucho. Valorar la obra del artista es complicado y Serrán Pagán evita polémicas pero deja claro que las cifras económicas difundidas en este enfrentamiento Gobierno-oposición no han sido fundamentadas.
Recuerda además que marchó a China para buscar una mano de obra más barata a la hora de hacer unos Hércules que, de otra forma, habrían sido imposibles de adquirir. Ahora le gusta donde se ha ubicado a uno de ellos. Aunque advierte que le falta espacio, más aire porque el encajonamiento en que se encuentra no acompaña al sentir de la obra. ¿Del otro? Sencillamente desconoce dónde se trasladará, aunque él apoyará la iniciativa que desarrolle la Ciudad para que no quede solo en el puerto. En el aire está la posibilidad de que sea trasladado a Santa Catalina una vez se desarrolle el parque que allí quiere construirse. El destino ‘arreglará’ el error de una ubicación, la del puerto, que nunca consiguió realzar el sentido de unas figuras hercúleas que son, hoy por hoy, el orgullo de su padre artístico: Ginés.