Llevamos este tórrido verano inmersos en los interminables dimes y diretes sobre la nacional incógnita de constituir un gobierno. Sin embargo, ha ocupado primeras páginas en los diarios -y nos bombardea mañana tarde y noche alguna cadena de televisión-, la trascendental noticia referente a un lío de faldas presuntamente mantenido por un supuesto conde con una ex concejala de un pueblo manchego de hermoso y esdrújulo nombre.
Parece ser que el susodicho noble- por otra parte con un extenso y variado historial sobre el tema-, se le escapó o presumió de un encuentro sexual con la citada, tenido en un camerino. Como reacción, según afirma la interesada, y desde luego sin duda asesorada por su avispado representante, saltó a la palestra televisiva para confesar que durante tres meses -siempre los miércoles-, mantuvo variados encuentros sexuales en el domicilio del citado conde.
El garañón, casado hace tiempo y a la espera de un hijo, está negando repetidamente el tema y lo atribuye a montaje con móviles económicos. No le queda mas remedio, aunque de rebote le están saliendo más candidatas a haber tenido algún chapuz con él.
No debe extrañar que el origen de la acción reacción sea la supuesta indiscreción vanidosa -tan común en muchos impresentables machos-, de presumir de conquistas o apretones.
Viene a cuento la conocida anécdota atribuida a Luis Miguel Dominguín, quien tras un apasionado encuentro sexual con la célebre y hermosa actriz Ava Gardner, se marchaba rápidamente. Al preguntarle la diosa que donde iba tan presto, el afamado espada respondió: "A contarlo". En la misma línea de presunción nuestro internacional intérprete Julio Iglesias ha afirmado, en varias ocasiones, que había yacido con más de tres mil arrebatadas hembras.
Sin duda las cuestiones de bragueta han ocupado y ocupan en la historia y en las vivencias personales, quizá el lugar más preeminente de las pasiones humanas. A su costa se han creado y destruido imperios, se ha matado por celos, infidelidades y abandonos, se ha destrozado familias, se ha torturado y explotado. El sexo es sin duda el más decisivo elemento vital. No se conforma con la componente romántica o erótica, sino que se desborda en multitud de variantes. Desde las mas suaves de exhibicionismo o voyeurismo, a las mas perversas y repugnantes como el sadomasoquismo, la coprofagía, la pederastia, y otras muchas de un catálogo casi interminable.
Es evidente que en el suceso del conde y la manchega flota en el ambiente el manejo de sustanciosas cantidades de dinero y todo ello porque está garantizada una abundante clientela. El morbo y la atracción al cotilleo que despiertan estos temas son un seguro para las cadenas televisivas y un refugio bien pagado para las supuestas verdades o los montajes. Bien sea en este caso - con los colaterales que aparecerán- o por ejemplo en los sucesivos amores, inexplicables estéticamente, de un supuesto cantante pinchadiscos, gordo, calvo, con tendencia a las ventosidades y al que le apestan los pies, está garantizado un reclamo audiovisual importante.
Los olvidos del conde y los contraataques de la concejala auguran un verano mas distraído por supuesto que los encuentros, contactos, líneas rojas, reparto de sillones y declaraciones repetitivas de nuestros representantes. La gente está cansada y prefiere saber si hubo o no catre - con sus detalles por supuesto-, antes que calentarse la cabeza con las indefiniciones y falta de vergüenza de nuestros políticos.
*Daniel Pizarro (Académico Real Academia de Córdoba)
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